Esta birria demacrada
comida por los ratones,
cuyas almenas más altas
no alcanzan a los balcones,
ha sido por muchos años
la vergüenza de las Fiestas,
pues apenas si podía
sostener un moro a cuestas.
Y era tal su desprestigio
que ni por ver la Mahoma
se acercaban ya a sus tablas
los hijos de la Jeroma.
Sus débiles torres mochas
con ventanas figuradas
no eran marco decoroso
para «ilustres» Embajadas,
y sus cerrojos de palo
en puertas hechas astillas
eran débiles defensas
para «feroces» guerrillas.
Pues ¿cómo iban a encontrar
sus alcaides alianzas?
¿Dónde emplazar los cañones?
¿Y dónde guardar las lanzas?
Un amplío y fuerte clamor
que hasta las piedras repiten
va creciendo por las calles:
«¡que lo quiten! ¡que lo quiten!»
Y por fin se va a quitar
la ridícula antigualla.
¡Villenenses, no perderos
esta magnífica falla.!
comida por los ratones,
cuyas almenas más altas
no alcanzan a los balcones,
ha sido por muchos años
la vergüenza de las Fiestas,
pues apenas si podía
sostener un moro a cuestas.
Y era tal su desprestigio
que ni por ver la Mahoma
se acercaban ya a sus tablas
los hijos de la Jeroma.
Sus débiles torres mochas
con ventanas figuradas
no eran marco decoroso
para «ilustres» Embajadas,
y sus cerrojos de palo
en puertas hechas astillas
eran débiles defensas
para «feroces» guerrillas.
Pues ¿cómo iban a encontrar
sus alcaides alianzas?
¿Dónde emplazar los cañones?
¿Y dónde guardar las lanzas?
Un amplío y fuerte clamor
que hasta las piedras repiten
va creciendo por las calles:
«¡que lo quiten! ¡que lo quiten!»
Y por fin se va a quitar
la ridícula antigualla.
¡Villenenses, no perderos
esta magnífica falla.!
***
Revista Villena 1952Cedida por... Elia Estevan
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