Año tras año el ciclo se repite, cinco días de fiestas y trescientos sesenta de ilusión, espera y trabajo; de las cuatro estaciones del año, dos tienen para nuestro pueblo carácter festivo, en ellas se cumplen dos de nuestras más ancestrales tradiciones; por un lado, en las postrimerías del verano la fiesta, con su gran cúmulo de situaciones y ritos siempre iguales y siempre nuevos; y en la primavera cuando el mes de Mayo se esfuerza en darnos sus mejores adornos florales, la llegada de la Mahoma.
El día doce de Mayo de entre el humo y el olor a la pólvora quemada por los arcabuces, pasodoble festero y un grupo casi siempre numeroso de gente menuda con su natural alegría y nerviosismo, aparece un muñeco gigantesco hecho de madera y cartón vestido de moro. ¡La Mahoma de Biar ha llegado!, dispuesta como siempre a pasar el verano en Villena y con el ánimo hecho (como dirían los de Biar) a hincharse a remolachas. La tradición una vez más se ha de cumplir, cuando el día ocho de Septiembre, los moros ocupantes del castillo sean derrotados por los valientes cristianos, que en insangrienta batalla vencerán a los seguidores de la media luna, y éstos, con la misma alegría que al recibirla, prestos se dispondrán a entregar la Mahoma a los emisarios que desde Biar vendrán para llevársela y cumplir así lo tradicionalmente establecido entre los dos pueblos.
No estamos cualificados para aseverar categóricamente cómo o cuándo empezó esta costumbre, pero sí hacemos caso a lo que la tradición nos cuenta, nos lleva a la conclusión de que maestras fiestas nacen con el acuerdo de utilizar la Mahoma de Biar en nuestros festejos, acuerdo éste en compensación por la utilización de las cárceles que el Ayuntamiento de Villena poseía.
Durante todos los años que la Mahoma de Biar ha venido a nuestra ciudad, ha sido la comparsa de Moros Viejos la encargada de realizar el traslado y así mismo quienes la han custodiado durante su permanencia en ella.
El día doce de Mayo de entre el humo y el olor a la pólvora quemada por los arcabuces, pasodoble festero y un grupo casi siempre numeroso de gente menuda con su natural alegría y nerviosismo, aparece un muñeco gigantesco hecho de madera y cartón vestido de moro. ¡La Mahoma de Biar ha llegado!, dispuesta como siempre a pasar el verano en Villena y con el ánimo hecho (como dirían los de Biar) a hincharse a remolachas. La tradición una vez más se ha de cumplir, cuando el día ocho de Septiembre, los moros ocupantes del castillo sean derrotados por los valientes cristianos, que en insangrienta batalla vencerán a los seguidores de la media luna, y éstos, con la misma alegría que al recibirla, prestos se dispondrán a entregar la Mahoma a los emisarios que desde Biar vendrán para llevársela y cumplir así lo tradicionalmente establecido entre los dos pueblos.
No estamos cualificados para aseverar categóricamente cómo o cuándo empezó esta costumbre, pero sí hacemos caso a lo que la tradición nos cuenta, nos lleva a la conclusión de que maestras fiestas nacen con el acuerdo de utilizar la Mahoma de Biar en nuestros festejos, acuerdo éste en compensación por la utilización de las cárceles que el Ayuntamiento de Villena poseía.
Durante todos los años que la Mahoma de Biar ha venido a nuestra ciudad, ha sido la comparsa de Moros Viejos la encargada de realizar el traslado y así mismo quienes la han custodiado durante su permanencia en ella.
Como en tantos casos, éste es uno en que nada hay escrito, todo se ha hecho por acuerdos verbales; cuando la Mahoma llegaba a Villena, casi siempre un miembro de la comparsa tenía dispuesto un sitio en su casa, naturalmente lugar éste espacioso, como el pajar, cambra o almacén de aperos de labranza o similar, pero cuando esto no ocurría así, se ubicaba en el porche de la casa de cualquier componente que dispusiera de él, permaneciendo allí durante los meses que preceden a la Fiesta. Así ha ocurrido hasta hace muy pocos años en que por acuerdo de la Junta Central la Mahoma ha sido definitivamente depositada en la Casa del Festero.
La Mahoma es sin lugar a dudas el más fiel exponente de la tradición festera local, ya que ha sido lo único que ha sabido plegarse a las distintas variantes de horarios y cambios de lugares donde se han escenificado las Embajadas, aguantando incluso las renovaciones conciliares de conciencia que estuvieron a punto de acabar con ella.
Poco o nada hemos encontrado donde poder basarnos a la hora de fijar una fecha y como anecdótico, y estimando que esta tradición es bastantes años anterior, reproducimos parte de un artículo que aparece en la revista de fiestas de Biar del año 1972, firmado por Cristóbal Payá Galvañ y José Hernández Martínez, que titularon “Ventana al Pasado”. En él reproducen el artículo de un periódico fechado en 1840 llamado “Semanario Pintoresco Español”, en éste se relata el programa de fiestas de Biar de aquel año y así es como relata la Embajada del día 12 de Mayo:
“A las tres de la tarde la escena pasa enteramente al contrario (se refiere a la embajada del día anterior, que fue la del moro al cristiano y en el día que nos referimos es la del cristiano al moro). Los árabes guarnecen el fuerte, el concurso es el mismo, pero los vecinos de cada pueblo ocupan un lugar diferente. Los de Biar y algunos más se esparcen indistintamente por los costados de la plaza; los de Villena se colocan a la derecha del castillo; y los de Castalla ocupan la izquierda.
El ejército español da el ataque; su capitán recita la embajada recopilando las glorias del país y resistiéndose los moros a la entrega, se ordena el asalto, el castillo es vencido; sus defensores huyen, y los jefes de ambos bandos se baten cuerpo a cuerpo en la última plaza. Interín los cristianos rinden a los moros; uno de los espías enciende el puro que Mahoma tenía en la boca, y todo el concurso, volviendo la espalda al castillo, bajando la cabeza y presentando las asentaderas esperan temerosos el momento fatal de la explosión. El fuego del puro comunica a la pólvora, la cabeza de Mahoma revienta con el mayor estrépito y los cascos vuelan causando alguna desgracia.
Inmediatamente sufre el castillo un nuevo ataque. Los vecinos de Villena y Castalla se arrojan a él; desatan los restos de Mahoma y asidos a ellos se disputan a golpes la honra de llevarlos. Vencen los de Villena así por su mayor número, como por la protección que les dispensan los de Biar, y llenos de gozo arrastran los restos por el camino de su pueblo. Esto es lo que un periódico de la época nos refiere, nosotros profanos en la materia ni ponemos ni quitamos”.
También ha sido la Mahoma fuente de inspiración popular y como ejemplo de ello y para terminar reproducimos estas aleluyas que Hermógenes Esquembre escribiera en su día:
La Mahoma es sin lugar a dudas el más fiel exponente de la tradición festera local, ya que ha sido lo único que ha sabido plegarse a las distintas variantes de horarios y cambios de lugares donde se han escenificado las Embajadas, aguantando incluso las renovaciones conciliares de conciencia que estuvieron a punto de acabar con ella.
Poco o nada hemos encontrado donde poder basarnos a la hora de fijar una fecha y como anecdótico, y estimando que esta tradición es bastantes años anterior, reproducimos parte de un artículo que aparece en la revista de fiestas de Biar del año 1972, firmado por Cristóbal Payá Galvañ y José Hernández Martínez, que titularon “Ventana al Pasado”. En él reproducen el artículo de un periódico fechado en 1840 llamado “Semanario Pintoresco Español”, en éste se relata el programa de fiestas de Biar de aquel año y así es como relata la Embajada del día 12 de Mayo:
“A las tres de la tarde la escena pasa enteramente al contrario (se refiere a la embajada del día anterior, que fue la del moro al cristiano y en el día que nos referimos es la del cristiano al moro). Los árabes guarnecen el fuerte, el concurso es el mismo, pero los vecinos de cada pueblo ocupan un lugar diferente. Los de Biar y algunos más se esparcen indistintamente por los costados de la plaza; los de Villena se colocan a la derecha del castillo; y los de Castalla ocupan la izquierda.
El ejército español da el ataque; su capitán recita la embajada recopilando las glorias del país y resistiéndose los moros a la entrega, se ordena el asalto, el castillo es vencido; sus defensores huyen, y los jefes de ambos bandos se baten cuerpo a cuerpo en la última plaza. Interín los cristianos rinden a los moros; uno de los espías enciende el puro que Mahoma tenía en la boca, y todo el concurso, volviendo la espalda al castillo, bajando la cabeza y presentando las asentaderas esperan temerosos el momento fatal de la explosión. El fuego del puro comunica a la pólvora, la cabeza de Mahoma revienta con el mayor estrépito y los cascos vuelan causando alguna desgracia.
Inmediatamente sufre el castillo un nuevo ataque. Los vecinos de Villena y Castalla se arrojan a él; desatan los restos de Mahoma y asidos a ellos se disputan a golpes la honra de llevarlos. Vencen los de Villena así por su mayor número, como por la protección que les dispensan los de Biar, y llenos de gozo arrastran los restos por el camino de su pueblo. Esto es lo que un periódico de la época nos refiere, nosotros profanos en la materia ni ponemos ni quitamos”.
También ha sido la Mahoma fuente de inspiración popular y como ejemplo de ello y para terminar reproducimos estas aleluyas que Hermógenes Esquembre escribiera en su día:
UN NÚMERO DE AVIACIÓN, QUE CAUSÓ GRAN SENSACIÓN (1915)
Los hijos de la Jeroma
fueron á ver la Mahoma.
Los hijos de la Jeroma
fueron á ver la Mahoma.
Los demontres de chiquillos
se me suben al castillo.Le quisieron preguntar
Moros Viejos de Villena. Revista día 4 que fuera 1983.
si se quería ir a Biar.Del hilico le estiraban
y ella á todo contestabaTanto la hicieron rabiar
Primitivo Gil Saúco
que ella los mandó á aviar.
Primitivo Gil Saúco
Dubujos de Hermógenes Esquembre de la Revista "Villena Joven" extraordinario de 5 de septiembre de 1915 cedidos por ... Mateo Marco.
1 comentario:
FOTOGRAFIA DE LA MAHOMA EN EL CARRO:
Arriba por la izq.: LA MAHOMA DE BIAR, la sujeta PEPE GRAU Presidente de los Moros Viejos.Con el gorro de La Mahoma, D.Juan R.Menor, farmaceútico, a su lado, mi tío Cayetano Navarro secretario de los Moros Viejos. El de las gafas (¿?).
Abajo, el guaperas de mi primo Federico Galbis Grau, al lado, mi primo Joaquin Navarro (Quinito) el de Cayetano. El de la boina, yo, Salvador Grau cogido por mi prima Pepita, la de Cayetano.
Por la dcha.: La mula marchosa, agarrada por su dueño Rafael. El del sombrero chulesco,(¿?), la joven de su derecha (¿?), sigue a ésta mi tía Remedios esposa de Cayetano, continúa mi hermano Pepe Grau y parece ser Eduardo Palao el que asoma por su derecha.
Gracias a todos por desempolvar estos recuerdos.
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