Para estos pueblos levantinos, enclavados en la «España seca», los meteoros acuosos son siempre una bendición de Dios. Hasta hace unos ochenta años, eran las nevadas en Villena poco menos que constantes y periódicas, v de ellas son testimonio vivo los numerosos «pozos de nieve» que todavía muestran sus ruinas en diversos lugares de nuestros contornos. Particularmente intensas fueron las de 26 de diciembre de 1926, en que la blanca alfombra alcanzó unos sesenta centímetros de espesor medio, y la más reciente de enero de 1960, cuyos efectos tuvieron el privilegio de ser recogidos por las cámaras cinematográficas. Con la nieve, acopian los campos humedad abundante y duradera, y los rincones urbanos más conocidos adquieren con ella los insólitos aspectos que nos ofrecen estas bellas fotografías.
El paseo Chapí
La Corredera
Extraído de la Revista Villena de 1961
Cedida por... Avelina y Natalia García
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