Ruperto Chapí Lorente
Terminada la relación de quienes han merecido recibir la Medalla de Oro de Villena, ofrecemos a continuación la nómina de aquéllos que han sido distinguidos con el título de Hijos Predilectos de la Ciudad.
La primera concesión de la que existe constancia en este segundo aspecto, data de 1898. Con anterioridad a esta fecha, no existen datos acerca de otras concesiones de este tipo, pues si hubo alguna, no tuvo el carácter oficial que la llevara a quedar reflejada en los documentos que hoy conserva el archivo municipal villenense. Ello nos lleva a creer que no se había producido esta modalidad de nombramientos hasta el año anteriormente citado.
La primera concesión de la que existe constancia en este segundo aspecto, data de 1898. Con anterioridad a esta fecha, no existen datos acerca de otras concesiones de este tipo, pues si hubo alguna, no tuvo el carácter oficial que la llevara a quedar reflejada en los documentos que hoy conserva el archivo municipal villenense. Ello nos lleva a creer que no se había producido esta modalidad de nombramientos hasta el año anteriormente citado.
El primer título, pues, se concede en 1898, como queda dicho, y su destinatario es el que pudiéramos calificar como el más preeminente entre los hijos de la Ciudad. Nos referimos a Chapí, y la designación tiene su pequeña historia que resumimos a continuación.El 17 de febrero de 1898 se estrenaba en el Teatro - Circo de Parish, en Madrid, la zarzuela en tres actos de Fernández Shaw, con música de Ruperto Chapí, «Los Hijos del Batallón». Se trata de una obra dramática de altos vuelos; el libreto está basado en un episodio de «El noventa y tres», la novela de Víctor Hugo. Alejada esta obra de los asuntos prodigados en el género chico, donde se repetían una y otra vez parecidas situaciones facilonas y tópicas, el argumento dio lugar a una música con cierta hondura dramática que hasta entonces no había prodigado Chapí. El estreno fue un éxito, y los comentarios de la crítica, unánimemente entusiastas. Se habló de un nuevo Chapí, con un estilo vigoroso y personal.
El éxito de «Los Hijos del Batallón» tuvo una notable repercusión en Villena. El alcalde de la ciudad envió de inmediato un expresivo telegrama de felicitación al maestro, al que éste contestó con otro en el que manifestaba su gratitud. El Pleno del Ayuntamiento, celebrado días después, aprobó la iniciativa del alcalde «por la oportunidad con que se había adelantado adivinando su pensamiento». Y a continuación, y por unanimidad, se tomaron los siguientes acuerdos que constan literalmente en el acta del 25 de febrero de 1898:
1.º - Declarar Hijo Predilecto de Villena a D. Ruperto Chapí Lorente.
2.º - Dar el nombre de «Ruperto Chapí» al paseo público de esta ciudad.
3.º - Asociarse a la junta Directiva de la Sociedad Filarmónica «Juventud Musical Villenense» para abrir una suscripción popular a fin de costear una lápida que conmemore el natalicio de Chapí, colocándola en la casa donde éste vio la luz.
4.º - Que se le invite para que asista al acto de descubrir al público dicha lápida y
5.º - Que se le comuniquen estos acuerdos en la forma que se estime más ordenada.
1.º - Declarar Hijo Predilecto de Villena a D. Ruperto Chapí Lorente.
2.º - Dar el nombre de «Ruperto Chapí» al paseo público de esta ciudad.
3.º - Asociarse a la junta Directiva de la Sociedad Filarmónica «Juventud Musical Villenense» para abrir una suscripción popular a fin de costear una lápida que conmemore el natalicio de Chapí, colocándola en la casa donde éste vio la luz.
4.º - Que se le invite para que asista al acto de descubrir al público dicha lápida y
5.º - Que se le comuniquen estos acuerdos en la forma que se estime más ordenada.
Una nueva acta, con fecha del 15 de julio siguiente, aprobaba una inversión de 473'30 pesetas, cifra que constituía «el importe del marco, cristal, ramos de plata, cordón, clavos y demás accesorios del cuadro en el que se colgó el título o acuerdos referentes al caso, tomados en aquella sesión, como igualmente satisfacer los demás gastos de embalaje y portes por ferrocarril a Madrid donde reside el señor Chapí».
El músico acusó recibo del envío el 22 de agosto con una carta donde agradecía de nuevo el nombramiento y ponderaba el cariño que sentía por la ciudad donde había nacido.
Aquel Ayuntamiento estaba presidido por D. Ricardo García Arce como alcalde, y figuraban en él los concejales que siguen, nombres que transcribimos tal como llegan hasta nosotros. Eran José García Hernández, Victoriano López, Federico Galbis Tarruella, Francisco Hernández, Andrés Menor, Aquilino Juan Ocaña, Enrique Tarruella Galbis, José Hernández, Gaspar Herrero e Ignacio Estevan Navarro.
El músico acusó recibo del envío el 22 de agosto con una carta donde agradecía de nuevo el nombramiento y ponderaba el cariño que sentía por la ciudad donde había nacido.
Aquel Ayuntamiento estaba presidido por D. Ricardo García Arce como alcalde, y figuraban en él los concejales que siguen, nombres que transcribimos tal como llegan hasta nosotros. Eran José García Hernández, Victoriano López, Federico Galbis Tarruella, Francisco Hernández, Andrés Menor, Aquilino Juan Ocaña, Enrique Tarruella Galbis, José Hernández, Gaspar Herrero e Ignacio Estevan Navarro.
Cabe fijar, a continuación, una breve reseña biográfica de Chapí, aunque suponemos que cuanto podamos decir es suficientemente conocido por la gran mayoría de los lectores. No obstante, quedaría incompleto este capítulo si, fiados en la popularidad de Chapí, no diéramos unos cuantos datos acerca de su vida y de su obra como lógico complemento del título que le confirió el Ayuntamiento local en 1898. Son, muy resumidos, los que siguen:
Nace Ruperto Chapí Lorente el 27 de marzo de 1851, quinto entre siete hermanos, todos ellos hijos de un modesto barbero. Sus hermanos aprendieron el solfeo a la vez que las primeras letras, y asimismo Chapí, antes de empezar a leer, ya entona sus primeras lecciones.
Nace Ruperto Chapí Lorente el 27 de marzo de 1851, quinto entre siete hermanos, todos ellos hijos de un modesto barbero. Sus hermanos aprendieron el solfeo a la vez que las primeras letras, y asimismo Chapí, antes de empezar a leer, ya entona sus primeras lecciones.
Chapí pierde a su madre cuando cuenta seis años. Poco después, ya tañe la guitarra tal como lo hacía su progenitor, y con siete años, el flautín en la banda local. Más tarde cambiará el flautín por el cornetín, y su posterior dominio del nuevo instrumento le hará famoso en los pueblos de la comarca.
Espoleado por una firme vocación, marcha a Madrid en septiembre de 1867. Sin medios económicos, alterna sus estudios en el Conservatorio con trabajos ocasionales, pasa penurias de todo orden, pues incluso llega a dormir en la calle y está varias veces a punto de renunciar a sus sueños y volver a Villena. Pero su voluntarioso carácter se sobrepone a sus adversidades y tras terminar sus estudios, alcanza a dirigir una banda militar. Se casa, y abandona poco después su situación estable como músico mayor del ejército para marchar pensionado a Roma en 1875, pensión que le obliga, ya casado, a la estrechez económica que puede suponerse de una subvención estatal en el siglo XIX. Más tarde seguirá sus estudios, igualmente pensionado, en París. Compone ópera, oratorios, música diversa, y su conocida Sinfonía en re, y volverá finalmente a Madrid donde empezará a escribir zarzuela, con desigual éxito hasta que en 1882 alcanza su primer gran triunfo con «La Tempestad», obra que le coloca a la altura de los mejores músicos del momento. Vendrá después «La Bruja», «La Revoltosa», y muchos títulos más que le sitúan, hasta su muerte, ocurrida el 25 de marzo de 1909, tras el éxito de su ópera «Margarita la Tornera», a la cabeza de los compositores españoles de su tiempo.
Espoleado por una firme vocación, marcha a Madrid en septiembre de 1867. Sin medios económicos, alterna sus estudios en el Conservatorio con trabajos ocasionales, pasa penurias de todo orden, pues incluso llega a dormir en la calle y está varias veces a punto de renunciar a sus sueños y volver a Villena. Pero su voluntarioso carácter se sobrepone a sus adversidades y tras terminar sus estudios, alcanza a dirigir una banda militar. Se casa, y abandona poco después su situación estable como músico mayor del ejército para marchar pensionado a Roma en 1875, pensión que le obliga, ya casado, a la estrechez económica que puede suponerse de una subvención estatal en el siglo XIX. Más tarde seguirá sus estudios, igualmente pensionado, en París. Compone ópera, oratorios, música diversa, y su conocida Sinfonía en re, y volverá finalmente a Madrid donde empezará a escribir zarzuela, con desigual éxito hasta que en 1882 alcanza su primer gran triunfo con «La Tempestad», obra que le coloca a la altura de los mejores músicos del momento. Vendrá después «La Bruja», «La Revoltosa», y muchos títulos más que le sitúan, hasta su muerte, ocurrida el 25 de marzo de 1909, tras el éxito de su ópera «Margarita la Tornera», a la cabeza de los compositores españoles de su tiempo.
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