29 oct 2024

1968 LA COMPARSA DE MOROS VIEJOS

LA COMPARSA DE MOROS VIEJOS Por Alfredo Rojas
La aparición en 1954, en esta Revista, de un trabajo firmado por Pedro Hernández Hurtado, bajo el título "Cien años de Moros Nuevos", y el que publicamos hace dos años, igualmente referido a un centenario, el de la comparsa de Marruecos. han supuesto en ambos casos un intento de fijar datos que puedan servir para una más completa historia de dos de nuestras comparsas de Moros. Tras ellos hemos llegado a considerar que sería interesante, y hasta necesario, proseguir esta labor, con ánimo de ir reflejando en sucesivos números de nuestra Revista cuantas particularidades pudieran ser recogidas acerca de las distintas comparsas que intervienen en nuestros fes tejos. De esta forma, pormenores que pueden ser útiles y que desgraciadamente no pueden recogerse más que por testimonios orales. tendrían así el continente adecuado que evitara su pérdida.
Miguel Gil Navarro, "El Piñero", 
en una fotografía que data del año 1912, aproximadamente.
Esto nos ha llevado hoy a realizar unas averiguaciones sobre los Moros Viejos, una comparsa de importancia capital en nuestras fiestas, y de la cual podemos afirmar, casi con total seguridad. que, junto a la de Cristianos es la más antigua de cuantas toman parte en nuestros festejos de septiembre.
Nada sabemos de cuanto se refiere a su fundación. que debió ser anterior a 1845, según datos que establece documentalmente D. José María Soler. Y mucho tememos que apenas puedan ya recogerse datos de la actuación de las comparsas durante el siglo XIX. Si una labor como la que pretendemos realizar hoy se hubiera hecho a principios de siglo, podríamos contar actualmente con la información que lamentamos no poseer. Y pretendemos reunir hoy cuanto nos sea posible, para obviar la dificultad que en el futuro se presente a quien pudiera desear no ya realizar una enjundiosa labor histórica sobre nuestros festejos, sino conocer siquiera algunas particularidades de las comparsas que en ellos toman parte.
Es significativo el hecho de que apenas existan testimonios escritos de la actividad testera. Salvo muy rara excepción, ninguna de las comparsas conserva libros, actas, o testimonios de cualquier clase. que puedan darnos hoy idea de los hombres que las formaban hace un siglo, ni de las circunstancias en torno a las cuales actuaban. Esto nos trae a la memoria otro trabajo publicado en esta misma Revista, el año 1955. firmado por don Alfonso Arenas García y titulado "A uso de Villena". Se narra en él la fuerza que, en cualquier clase de compromiso poseía la -palabra" para nuestros antecesores, costumbre que hacia innecesarios los documentos y que sin duda ha influido en el hecho que comentamos. Parece ser que los acuerdos verbales de nuestros antiguos testeros, adquirían tal seguridad y eran tan fielmente respetados, que bastaban para todo aquello que a la actuación de las comparsas se refería.
Los Moros Viejos pasaron sin duda a merecer este calificativo cuando se incorporó a las fiestas la segunda comparsa de Moros, conocidos hoy por Moros Nuevos, los cuales parece haber irrumpido en ellas alrededor del año 1854. sin que se posee de ello dato fehaciente rigurosamente comprobable. No se recuerda por sus más antiguos miembros, ni hay tradición anterior sobre ello, que haya dejado de participar ningún año en nuestras fiestas. no obstante el hecho de que hayan llega-do a figurar, algún año, no más de seis Moros.
La exigua cifra mantuvo enhiesto, sin embargo, el pabellón de su condición testera, y siguió adelante esperando mejores tiempos. Citemos además la noticia, que hemos recogido, de que hubo un año en que el "tío Piñero", del que luego habla-remos, llegó a salir solo, en el acto de "la Entrada", como único representante de la comparsa. movido por el temor de que la no comparecencia a que daba lugar la crisis por la que la comparsa atravesaba, sirviera para que la de Moros Nuevos ocupara el primer lugar en el orden de los desfiles. y pudiera apoyarse en ello para reclamar esta preferencia en años sucesivos, con el alegato del circunstancial abandono de los Moros Viejos.
Antonio Navarro Navarro, "El Tito", 
hasta hace muy poco tiempo cabo de los Moros Viejos.
Parece ser que los componentes de la comparsa, durante el último cuarto del siglo XIX, eran todos campesinos modestos Cuenta Antonio Navarro Navarro, el "tío Tito", uno de los moros más representativos que todavía viven, aunque ya no toma parte de los festejos, que hubo testeros en la comparsa cuya modesta condición les impulsaba, algunos años, a vender el trigo que cosechaban y a dejar para el consumo casero solamente el centeno, destinando el producto de la venta, entre otras cosas, a los gastos que su condición de testeros traía consigo. Eran, condición que oscuras circunstancias han ido transformando dentro del conjunto de nuestras comparsas. muy serios durante las actuaciones: hasta el punto de que no se tenía costumbre de deber en ninguno de los actos testeros, en los cuales era obligado actuar con la mayor seriedad.
De los antiguos Moros Viejos quedan todavía unos apodos resonando en los ámbitos de la comparsa, apodos y denominaciones muchos de los cuales siguen perpetuados en los descendientes de aquellos Moros que actuaron en nuestras fiestas en los decenios del cambio de siglo: El tío Piñero; el tío Cotice; los Abellán, Canonche, Centeno, los Tocinos, el Araña, el Cencerrero, el tío Ceuta, Juanico el Campanero. Una decena era el número medio de que constaba la comparsa. Normalmente estaba constituida ésta por el capitán, alférez, cabo, y una escuadra de seis u ocho, número que aumentaba o disminuía según años y a causa de muy diversos motivos.
El tío Antonio "el Tito", rondando ya los ochenta años. rememora perfectamente aquellos tiempos en que iban a contratar a la banda de música. andando o en carro. y la llegada de los músicos a Villena utilizando este medio de transporte. Incluso que cierto año, unas pertinaces lluvias dificultaron el paso por los caminos hasta tal punto, que la banda de Salinas, contratada por los Moros Viejos, no pudo realizar el viaje, dejando a la comparsa sin música durante los días de fiesta.
Los músicos vivían durante las fiestas en casa de los testeros, y prácticamente no se separaban unos de otros durante el transcurso de ellas. No está muy lejos todavía la práctica de esta costumbre, que establecía una verdadera camaradería entre músico y festero, hoy ya prácticamente en desuso. Todo se hacía, según la gráfica !rase del tío Tito, "en buena amistá". Juanico el Araña, antiguo Moro Viejo, me relata que un año llevó a su casa cinco músicos; tan pocos Moros eran. "¡Tú no tienes conocimiento!, le increpó su mujer. Pero como buena esposa de festero les atendió y obsequió después como debía y como era costumbre general en Villena.
Prosigue el tío Tito narrándome sus primeros años de cabo de escuadra. cometido que ha venido desempeñando hasta su retiro definitivo corno moro; cómo le iba a buscar el tío Canonche por las mañanas, a las seis; la costumbre de Canonche, "que tenía su miaja de huerta", de llevar una sartén y unos sarmientos, y freír, en la misma plaza de Santiago, unas ''bajocas", que se metían entre pecho y espalda antes de salir la diana. Porque, eso sí, cuando sonaba la primera campanada de las siete, ya estaba el tío Tito arrancando al frente de su escuadra.
Los tiempos eran duros a principios de siglo; los recursos, escasos. "Los dineros estaban en lo arto la veleta". Pero los Moros Viejos no dejaron de mantener encendido el fuego de su quehacer testero, a pesar de las dificultades que debieron tener para ello. El soberbio espectáculo que hoy suponen nuestras fiestas sólo ha sido posible gracias a la labor de aquellos hombres y al verdadero sacrificio que constituyó para muchos de ellos, en cualquiera de nuestras comparsas, su participación efectiva.
Uno de los más célebres Moros Viejos fue el tío Piñero. durante muchos años cabo de la comparsa y verdadero cacique de ella. Era el hombre más representativo de la agrupación y mantuvo férreamente la seriedad y el sentido de la responsabilidad que era tan común a las actuaciones testeras de aquel tiempo. hace de ello cincuenta o sesenta años. Se llamó Miguel Gil Navarro, actuó en la comparsa hasta que se lo permitieron sus fuerzas y murió por los años treinta. Al cesar en su cometido, dejó el puesto de cabo a su yerno, el citado tío Tito, que lo ha venido desempeñando hasta hace pocos años.
El atuendo actual del Moro Viejo apenas presenta modificaciones respecto al que caracterizó a los del siglo pasado. Y las pocas que existen atañen a la sustitución de tejidos y otras materias por otras más a tono con los tiempos, o que corresponden a la prosperidad actual, en contraste con la pobreza de los primitivos moros. Consta de turbante rojo y blanco. con media luna y pluma negra: chaleco blanco. con figuras bordadas de diversos colores; chaquetilla azul, igualmente bordada; faja marrón, pantalón encarnado y zapatillas y calcetines de este mismo color. Se completa con un delantal de cuero, mangotes de piel negra, mochila, a la que va cogida una manta plegada —similar a la que exhibe el tío Piñero en las fotografías que ilustra estas líneas—. las clásicas barbas negras y un pico de madera.
La Comparsa, que siempre tuvo color modesto y no gran número de testeros, conoce un renacimiento por el año 1928. La nutren, en estas fechas, —oigamos de nuevo los sugeridos apodos. mucho más expresivos que los nombres y apellidos— Juanico el Araña, Pepico Gasolina, El Mayoral, El Pititi. El Sobao, Juan Rubio y el Chato Mil Reales, entre otros. En 1929 se estrena nueva bandera y flamantes bandas para capitán y alférez. La bandera se borda en el mismo taller que ha confeccionado, aquel mismo año, el nuevo manto de la Virgen, regalo de doña Josefa Amorós, que es fama que cuesta cincuenta mil pesetas. Figura entre los presidentes de aquellos años, y "factotum" de la comparsa. El Cencerrero.
Una escuadra actual de los Moros Viejos, 
con Antonio Navarro Gil al frente.
Vuelve el año 1939 la Comparsa al candelero. fiel a la tradición. Pepe Grau es presidente entonces. Y constan entre los más firmes puntales de ella, hasta hoy, los hijos del "Tito'', Miguel y Antonio Navarro Gil. nietos a su vez del "Piñero". que ya la sostuvo a primeros de siglo, fehaciente demostración de esa ininterrumpida línea que es el más seguro sostén de nuestros festejos. Durante algún tiempo. apenas puede mantenerse la agrupación; siete llegan a salir un año. Pero ha renacido últimamente. y de nuevo han recobrado el antiguo brío que ha hecho pervivir a una de nuestras más representativas comparsas, compuesta en la actualidad por unos ciento veinte socios, de los cuales visten el traje y son socios efectivos alrededor de sesenta. La directiva actual está compuesta por Francisco Pérez Tomás. presidente: Antonio Gabaldón Navarro, vicepresidente; Antonio Navarro Gil, secretario y tesorero; y Antonio López Sánchez. Francisco Conejero Gandía, Ángel Molina Tormo y José García Conca, vocales.
No hemos podido conseguir datos más precisos sobre los Moros Viejos. Ya hemos apuntado las causas, y aunque más exhaustivas pesquisas puedan dar como resultado otras circunstancias. creemos que no añadirán mucho a lo antedicho. No obstante la pequeña importancia que posee todo lo relatado, preferimos fijarlo definitivamente en las páginas de nuestra Revista ante el temor de que el paso de los años lo haga desaparecer. Aspiramos solamente a conseguir y conservar datos que puedan ser útiles a quienes los necesiten en el futuro, para realizar algún día, y con la importancia que el tema requiere la historia de nuestros festejos.
Extraído de la Revista Villena de 1968

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