De un viejo libro perdido y olvidado, sin que pueda saberse de él siquiera la fecha, queda, como reliquia, esta vieja lámina. Para el minucioso observador, es muy fácil identificar no sólo los puntos señalados, sino otros que van gozosamente descubriéndose a medida que se observa el dibujo. De la gracia y cuidado con que está hecho, dirá más el buen "villenero" que lo observe. Pero, además de ello, el contemplarlo tiene cierto sabor sentimental. Villena, no por más antigua menos conocida, está ahí, y ahí está su alma, inmutable, a la que no afectan las transformaciones.
Colección familia de D. Luis Ferrando
Extraído de la Revista Villena de 1958
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