De todos es conocida la existencia de un sin número de cuevas en las faldas de la Sierra. Han existido y todavía existen quienes miran la presencia de estas cuevas bajo el punto de vista del colorido y el tipismo. Posiblemente no se han parado a pensar que estas cuevas no son cuadros plásticos con personales vivos; que no constituyen un Belén viviente, y que no se las puede considerar únicamente como fondo o motivo para composiciones más o menos artísticas: son, desgraciadamente, viviendas, y hay que pensar que en ellas viven seres humanos.
Extraído de la Revista Villena e 1957
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