LA REVISTA VILLENA
Por… Alfredo Rojas
Esta Revista que tienes en las manos, lector, es el número treinta y cuatro de una publicación anual que tomó forma y adoptó características generales, bien que haya sufrido diversas transformaciones, en 1951. Y desde entonces se viene publicando anualmente por el Ayuntamiento local; en principio por la Concejalía de Fiestas, y después, por el Departamento Municipal de Cultura.
Aunque actualmente y en alguna otra ocasión se ha considerado a la Revista como número extraordinario de un boletín mensual de carácter local, la verdad es que la publicación anual ha sido siempre, en la práctica, independiente de él. Nótese que no ha perdido el ordinal que la sitúa en el tiempo desde 1951. Y que ha conservado un estilo, un enfoque y unas características determinadas que la configuran a través del tiempo y la separan de las publicaciones mensuales con idéntico nombre.
Los número 1 y 2 de la Revista Villena,
correspondientes a los años 1951 y 1952
Alma de la Revista durante muchos años, especialmente en las primeras décadas, ha sido su más valioso colaborador, José María Soler. A sus artículos sobre historia, arqueología y folklore locales, o referidos a cualquier otro tema relacionado con la ciudad -expuestos siempre magistralmente, densos de contenido e irreprochables de forma- unió durante años la mayor parte de editoriales, pies de fotos, recensiones, comentarios, reseñas, el acopio de ilustraciones y la corrección de pruebas. Pienso que sin la labor de Soler, tal vez la Revista no hubiera podido hacerse; y, desde luego, de llevarse a cabo, hubiera perdido mucho en todos los aspectos.
La publicación, todavía llamada por muchos "el programa de Fiestas", ha sido, durante largos años, poco menos que la única manifestación literaria local. Fuera de ella apenas ha habido nada más que la incesante labor de Soler, con sus libros, sus artículos en revistas especializadas o en la prensa, y sus diversos trabajos acerca de los yacimientos arqueológicos locales o sobre la historia de la Ciudad. Cabe solamente citar que, durante algunos años, pocos, y con irregular periodicidad, el Ayuntamiento convocó dos premios para trabajos cortos en poesía y prosa que llevaron los nombres , respectivamente, de dos villenenses: Antonio Marín Y Gaspar Archent.
Hace unos quince años, sin embargo, ya hizo su aparición un periódico cuyo inicio se debe a Faustino Alonso Gotor, entonces concejal de Cultura; y empezó a publicar el villenense Sebastián García Martínez el fruto de sus trabajos en la Universidad valenciana.
Está por hacer un estudio de nuestra Revista anual, una nómina de sus colaboradores, una ordenación o clasificación de temas y unos índices que determinen o establezcan sus diversos aspectos; tarea a la que un amigo mío, Francisco Prats, se ha referido varias veces como propósito personal a realizar. Aparte de ello, sería muy interesante, jugosa y esclarecedora una historia de la publicación. En lo estrictamente literario los primeros años de la Revista se caracterizan por unas cuantas firmas que la vertebran a lo largo del tiempo, junto a otros colaboradores episódicos que llegan y desaparecen después, la mayor parte de ellos no villenenses. Y mi propósito no es otro, en esta alicorta y deshilvanada remembranza de .la Revista "VILLENA" de aquellos primeros años, con unos colaboradores habituales que apenas rebasaron la docena, que destacar su solitaria y modesta función al constituirse en único continente de la actividad literaria de una larga y lamentablemente poco fecunda etapa.
Anteriormente a la Revista, y a partir de la guerra civil -frontera en tantos aspectos- hay una década, la de los años cuarenta, en la que apenas existen manifestaciones literarias locales. Se publican unos desiguales programas de Fiestas, con cuatro o cinco colaboraciones algunos de ellos hasta que en 1948, con motivo de la preparación del 25.° aniversario de la coronación de la Virgen de las Virtudes, aparece un Boletín mensual, "Bodas de Plata", del que, en Fiestas, al conmemorarse solemnemente la efemérides, se edita un número extraordinario. Consecuencia final es una muy cuidada publicación titulada "CRONICA", que apenas se conoce, prácticamente asimismo obra de Soler, que recogerá todo lo acaecido en aquellas memorables Fiestas e incluso el trabajo premiado en unos brillantes Juegos Florales celebrados igualmente en, 1948. Y ya en 1951 aparece la Revista anual a la que nos referimos, que recogerá la labor de diversos colaboradores durante bastantes años hasta que, como hemos dicho, a la solitaria labor de José María Soler empiece a unirse la de Sebastián García Martínez. Se inicia después la de algún otro universitario local que, como Vicente Valero Costa, llega incluso a conquistar algún premio en certámenes literarios, y cuya labor, no por corta y esporádica, es menos valiosa.
Así, pues, el conjunto de esta Revista "VILLENA" se constituye en inapreciable testigo de toda una época. Y lo es con mayor motivo porque, a diferencia de otras publicaciones similares de la provincia, dedicadas casi exclusivamente a glosar la Fiesta de la localidad, ha intentado constantemente, a pesar de su condición anual, erigirse siempre en reflejo de la realidad local en diversos aspectos, precisamente por la falta de otra publicación; idea defendida siempre por Soler y que yo he compartido siempre durante la larga etapa en que hemos colaborado en la confección de la Revista.
Desde hace algunos años, sin embargo, el panorama literario villenense se ha ensanchado de forma notable. Un numeroso conjunto de jóvenes villenenses practica con acierto y enjundia diversas tendencias literarias, bien de manera aislada, bien en forma colectiva, como es el caso de "La Farola".
El periódico mensual, cada vez más denso y rico en esta y otras circunstancias, es testigo de ello; el premio de narrativa corta que desde hace unos años convoca el Ayuntamiento, cuenta con la aportación de no pocos jóvenes villenenses que escriben notables trabajos. Y todavía más prometedor es, para mí al menos, la existencia en Villena de un nutrido grupo de poetas que ha llegado, en una actividad literaria como es la de la poesía, siempre de carácter minoritario, a editar unos cuadernos donde aparece el fruto de la tarea de quince o veinte escritores locales.
Nada más prometedor, dentro de esta concreta actividad literaria, que este grupo de poetas jóvenes que escribe en Villena, entre los que destaca y es mundo aparte ya, Eleuterio Gandía, un poeta hecho, maduro, que ha conseguido ya varios premios. Yo sé que por encima de las en ocasiones aparatosas metáforas que emplean, de sus anárquicas rimas, de los peregrinos adjetivos y los sonoros y trascendentes conceptos, patrimonio de los jóvenes no solo de hoy, sino de siempre, hay una formación, una inquietud y una sensibilidad que hacen esperar, fundadamente, un porvenir prometedor para la actividad literaria villenense.
Aquel tiempo ha traído otro, desmintiendo el tópico de que cualquiera ya pasado fue mejor. Un numeroso grupo de villenenses se ha unido ya a los pocos nombres que, en solitario, y durante no pocos años, constituyeron una "oligarquía cultural', como la definió, verdad es que afectuosamente y sin acritud, uno de estos jóvenes, Antonio Sempere, en el número cuatro del boletín "VILLENA", hace ya casi tres años. Bienvenida sea esta progresión y ojalá siga acrecentándose para bien de la cultura ciudadana, que todos estaremos de acuerdo en que bien necesitada está de ello.
Extraída de la Revista Villena de 1984
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