“Pregón de Navidad 2018” Jorge García Ferre
Cuando hace unos días me llamó el alcalde para proponerme realizar este pregón en calidad de Presidente de la Asociación de comerciantes y servicios Vi de Villena, acepté con gusto su invitación. Es un año con alguna que otra novedad, por primera vez vamos a tener en Villena a los reyes y a la reina, ya que además de Melchor, Gaspar y Baltasar también tendremos a la Morenica entre nosotros estos días de navidad.
Desde ese momento intenté varias veces sin éxito comenzar este escrito y que me gustase lo que escribía.
Esa noche me acosté y mi cabeza no paraba de dar vueltas para poder encontrar un mensaje o una idea que le diera forma a lo que quería expresar. Apenas concilié el sueño me pareció oír un sonido de cascabeles y alguien tocó mi hombro diciéndome “despierta y sígueme”. No me sobresalté porque el personaje me resultaba bastante familiar, era uno de los duendes del comercio que habíamos utilizado en campañas anteriores.
Jorge: “¿Por qué me despiertas a estas horas?” le dije.
Y me contestó: “He venido a ayudarte, ¿no tenías dudas sobre el pregón? pues, yo sé mucho sobre la Navidad, año tras año somos los duendes, los encargados de traer la navidad a Villena.”
Yo le contesté con una pequeña dosis de sarcasmo debido a lo intempestivo de la hora: “¿Vosotros? yo pensaba que eso lo hacían los de la Agrupación de Fiestas de Navidad y Reyes de las Virtudes.
No sé si es que los duendes no tienen sentido del humor o que no entendió la broma, pero no se rio, así que yo por si acaso decidí no importunarle más con mis chistes.
“Acompáñame”, me dijo. Me dejé llevar y sin saber cómo, aparecí en una representación de los reyes mayos. No sabía qué hacía allí pero la estampa me resultaba muy conocida. Había muchos infantes y todos miraban con emoción y mucho nerviosismo los movimientos de aquellos 3 reyes, era esa mirada limpia que lamentablemente nos abandona cuando dejamos de ser niños. No sé por qué pero, esa escena la había visto antes, aunque la recordaba en blanco y negro y ahora estaba llena de colorido.
Una potente y conocida voz me hizo temblar de emoción y recordar al mismo tiempo. “Aparicio, ¿qué novedades nos traes?”
Esa escena pertenecía a una fotografía que hay en casa de mis padres y en la que aparece mi padre vestido de rey mago. Recuerdo que cada vez que la veíamos, él nos recitaba parte del texto y nos contaba cómo iba vestido de rey a los balcones de algunas casas de la calle baja para entregar los regalos a los niños de la familia. Posteriormente esos niños de los años 50 también me lo han contado en varias ocasiones como un imborrable y grato recuerdo de la niñez.
Cerré un pequeño instante los ojos y al abrirlos, de repente estaba contemplando otra escena. Estaba toda la familia reunida en casa, nos preparábamos para la cena de Nochebuena y me reconocí en aquel niño que hablaba con ilusión de los regalos que había pedido para ese año. Todo eran risas, felicidad y miradas cómplices entre los mayores hablando de lo bonita que era la inocencia de los niños. También hablaban con nostalgia de algún familiar al que ni siquiera conocí y de sus costumbres en esas fechas tan señaladas.
Las escenas aparecían ante mí a una gran velocidad, sin saber cómo habíamos pasado a una nueva reunión familiar. Era una Nochebuena mucho más cercana, la familia había cambiado, me acompañaban mi mujer y mis hijos, también había mucha ilusión, los niños eran otros, pero recuerdo perfectamente esa navidad en la que por primera vez viví lo que algunos llaman, el síndrome de la silla vacía. Era el primer año en que mi Navidad cambió a peor, era el primer año en el que faltaba alguien importante en esas reuniones familiares desde que yo tenía conciencia.
Flotaba en el aire una alegría casi fingida, hubo abrazos que se quedaron sin cuerpos a los que abrazar. Los mayores hablábamos sin parar de cosas sin importancia para evitar que alguien mirase hacia esa silla vacía he hiciese un comentario que cambiase las risas por llantos al recordar al ser querido que por primera vez no asistía a esa cena.
Tras este primer momento, el espíritu de la Navidad hizo su trabajo, el recuerdo estaba ahí, lo estará siempre, pero las risas de los niños nos hicieron entender que ellos también necesitaban su Navidad feliz y que nosotros como padres, debíamos dársela.
Cuando el duende me llevó de nuevo a la cama, una lágrima se deslizaba por mi mejilla, era una lágrima con mezcla de sensaciones y de recuerdos felices, al fin y al cabo había vuelto a mi infancia. ¿Recuerdan ustedes su infancia? Éramos ajenos a los problemas de los mayores, los televisores en blanco y negro repetían aquellas películas que nos emocionaban. Tengo grabada en mi mente la película “La Gran Familia” donde Chencho volvía a perdérsele al abuelo en el mercado de Navidad en la Plaza Mayor de Madrid. Sabíamos que lo iba a encontrar, pero nos emocionábamos, llorábamos y sufríamos de igual modo hasta que aparecía de nuevo.
Cuando desperté al día siguiente no sabía si lo había soñado o era real, pero al menos ya tenía una idea para el pregón de navidad. Pasé todo el día con una sonrisa, cuando llegó la noche tenía cierta inquietud, ¿vendrá hoy el duende de la navidad?.
Pues sí. Se presentó de nuevo y le dije: “Me gustó muchísimo el viaje de ayer. ¿Vamos a volver al pasado?, tengo muchos recuerdos y muchas personas a las que me gustaría volver a ver, se me quedaron muchas cosas por decirles.”
Me miró y me dijo: “No Jorge, no. Hoy vamos a viajar al presente.”
Jorge: “¿Al presente? No es necesario, ese ya lo conozco.”
Duende. “¿Seguro? Acompáñame.”
De nuevo y sin saber cómo nos introdujimos en las casas y en los comercios de muchas personas, todos estaban preparando las luces, los árboles de navidad, arreglaban sus escaparates con mucho mimo y relacionaban de una u otra forma sus establecimientos con las fiestas venideras.
Duende: “¿Te imaginas cómo sería la Navidad sin la implicación de los comerciantes? Aún recuerdo cuando nos creasteis, al principio íbamos por las calles y nadie nos conocía, íbamos a los colegios e invitábamos a los niños a participar activamente en la Navidad. Codo con codo, hacíamos latir Villena. Fue un éxito la campaña en la que llenamos un gran corazón en la fachada de la casa de cultura de los buenos deseos de los niños, ahí demostramos más que nunca que el comercio es el corazón de la ciudad. ¿Recuerdas cuando hicimos talleres con todos los niños para confeccionar el palo de agua con el que creamos de forma mágica el encendido de las luces de Navidad? si no apostaran por el comercio local la ciudad sería triste y apagada.”
En estas fechas más que nunca el espíritu de la Navidad está presente en las calles de Villena a través de los escaparates conectados entre sí con una conexión premium, al fin y al cabo pensar en vi, es pensar en ti. Sin daros cuenta estáis contribuyendo a la felicidad de cientos de niños y de adultos. Sois una parte importante de la Navidad villenense, por todo esto y por todo lo que os queda, los duendes y todo el pueblo solo os podemos decir apasionadamente, gracias.
Jorge: “Bueno duende, tampoco lo había visto de esa manera. Nosotros solamente hacemos nuestro trabajo.”
Duende: “Ya, pero hay muchas formas de trabajar y se nota cuando se hace con ilusión y se trabaja con el corazón.”
Jorge:”Uff!! Gracias a ti duende, me has dado una inyección de moral.”
Duende: “De nada Jorge, nunca perdáis la ilusión. Ahora vuelve a tu cama.”
Cuando desperté me di cuenta de estaba mucho más motivado que la noche anterior. Lo primero que hice fue acercarme hasta la Asociación, reunir a mis tres chicas Mª José, Mª Ángeles y Bea y decirles: “¿Cómo va el reparto de las papeletas para la campaña de Navidad? ¿Se han entregado ya todos los abetos? ¿Vosotras sabéis lo importante que es el comercio para la Navidad?
Ellas, me miraron muy fijamente y solo acertaron a decir “¿Estás bien Jorge?”
“Si”, les contesté, “Estoy mejor que nunca, hasta luego, Feliz Navidad”. Y me fui a pasear por nuestras calles, vi esas luces y esos motivos navideños, me detuve en algunos escaparates, había mucha gente en las tiendas, los trabajadores y trabajadoras de las mismas atendían con una gran sonrisa.
¿Sabéis? las sonrisas se contagian, y todo el mundo parecía feliz.
Qué gran comercio tenemos en Villena, me dije, la cercanía y el trato personal es una de nuestras señas de identidad, que no debemos perder nunca.
Recorrí muchas de nuestras calles y la escena parecía repetirse. Satisfecho por lo que había visto llegué a casa contento y me apresuré a intentar dormir. Si no había calculado mal, esta noche vendría de nuevo el duende, he iríamos a ver las navidades del futuro. Tenía mucha curiosidad por ver la evolución de la ciudad, del comercio y de mis familiares.
No sé si dormía o no pero lo cierto es que como yo esperaba, apareció de nuevo mi amigo el duende.
Jorge: “Hola, ¿nos vamos ya?”
Duende: “¿Dónde quieres ir?” me dijo.
Jorge: “Quiero conocer el futuro, quiero saber si nuestros socios han llevado bien lo de adaptarse a los tiempos, quiero ver cómo ha evolucionado la Asociación, me gustaría ver a esa nueva directiva y por supuesto a su presidente, quiero saber si los míos se acordarán de mi cuando contemplen, mi silla vacía, quiero ver todo lo que habrá en el futuro.”
El duende sonrió y me dijo: “Solo puedo adelantarte una cosa y lo haré siempre y cuando aprendáis del presente.”
Jorge: “Dime pues.”
Duende: “Solo puedo adelantarte que se hablará como anécdota que en ese 2018 por primera y única vez en la historia, en Villena no hubo belén que visitar. Desde entonces, todas las partes implicadas tomaron buena nota de tan extraño suceso y se preocuparon para que nunca volviese a ocurrir.”
Jorge: “Me tranquilizas duende pero… quiero saber más.”
Duende: “Lo siento pero no hay más. Existe el pasado, vivimos el presente, pero tenemos que trabajar para crear el futuro. “
Las sillas vacías nunca lo estarán en vuestro corazón, podéis llorar por ellas, pero mirad bien porque las ocupadas también son merecedoras de vuestra mejor cara. Llenemos el corazón de buenos recuerdos, vivamos como nunca nuestro presente y luchemos porque el futuro les depare lo mejor a los nuestros, de esta manera nos recordarán aunque no estemos, y además lo harán con una gran sonrisa.
Jorge: “Muchas gracias duende, me has ayudado mucho. ¿Volveré a verte? ¿Has visitado a más personas?”
Duende: “Todos vosotros tenéis vuestro particular duende aunque a veces no lo veáis, cerrad los ojos, pensad en él y podréis sentirlo a vuestro lado.”
Jorge: “Adiós duende”
Duende: “Adiós Jorge, recuerda decirles que nunca dejen de soñar”, y se marchó.
Por mi parte poco más que añadir, solo me quedan las palabras de gratitud. En primer lugar al Ayuntamiento hoy representado en la figura del Alcalde por haber pensado en mí para este Pregón, a la Agrupación de fiestas de Navidad y Reyes de las Virtudes por conseguir cada año que la Navidad llegue hasta Villena, así como a los participantes de la Representación del Auto Sacramental y a todos los personajes implicados en la creación de la cabalgata de reyes y del pueblo hebreo. Una cariñosa mención a la Asociación de Belenistas de Villena, cómo no, agradecer a OSVI, la orquesta sinfónica de Villena con la que hoy he tenido la suerte de compartir escenario, su profesionalidad y buen hacer. La Navidad es percibida por los sentidos y tras escucharles el sentido del oído ha sido impregnado magistralmente de navidad.
Gracias a todos ustedes por haber venido, espero haber podido transmitirles esa ilusión que he puesto en la confección de este mensaje navideño.
Ya saben, nunca dejen de soñar y quizá algún día reciban la visita del duende que les descubra la Navidad como yo la he conocido este año. Salgamos a la calle, seamos felices, disfrutemos de los días que nos aguardan, gracias por acompañarme y cómo no, Feliz Navidad!!
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