Medalla de Oro al Jefe del Estado, General Francisco Franco
Se trata de la concesión de esta Medalla a la que, para que no exista duda, se califica como la primera al tratar de ella en la sesión extraordinaria que celebra el Ayuntamiento pleno el 22 de junio de 1967. Es entonces alcalde de la Ciudad Pascasio Arenas López, villenense, médico de profesión.
Y son los tenientes de alcalde Bernardo Hernández Hernández, Enrique Hernández García, Vicente Valiente Giménez, Alfonso Arenas García, Faustino Alonso Gotor y Ernesto Pardo Pastor. El resto de los concejales está compuesto por Ramón Sarrió Morales, José Ibáñez Serrano, Rafael Bonastre Menor, Rogelio Amorós Céspedes, Antonio Menor Valiente, José Abellán García, Vicente Rodes Gallur y Francisco Guillén Domene. El secretario de la Corporación era en aquellas fechas Roberto García de Frutos, y el Interventor de fondos, Juan Manuel Fernández Sánchez.
Y son los tenientes de alcalde Bernardo Hernández Hernández, Enrique Hernández García, Vicente Valiente Giménez, Alfonso Arenas García, Faustino Alonso Gotor y Ernesto Pardo Pastor. El resto de los concejales está compuesto por Ramón Sarrió Morales, José Ibáñez Serrano, Rafael Bonastre Menor, Rogelio Amorós Céspedes, Antonio Menor Valiente, José Abellán García, Vicente Rodes Gallur y Francisco Guillén Domene. El secretario de la Corporación era en aquellas fechas Roberto García de Frutos, y el Interventor de fondos, Juan Manuel Fernández Sánchez.
Hay que hacer notar que ya se había tratado de esta concesión con anterioridad. En el Pleno del cinco de abril de 1966, ya citado, bajo la presidencia del alcalde Luis García Cervera, y con ocasión de la aprobación por el Ministerio de la Gobernación del Reglamento de Honores y Distinciones, se acuerda recabar de este Ministerio «la pertinente autorización para otorgar a su Excelencia el Jefe del Estado y Generalísimo de los Ejércitos, Excmo. Sr. D. Francisco Franco Bahamonde, la primera Medalla de Oro de la Ciudad en razón a los especiales merecimientos que concurren en tan excelsa persona, y bajo cuyo patrocinio esta ciudad está dando un gran avance en todos los aspectos del quehacer humano».
Ignoramos si el carácter extraordinario de la sesión del 22 de junio de 1967, en la que se concede la Medalla de Oro, se debía al posible acuerdo de la concesión, pues consta en el acta reglamentaria la existencia de algún otro asunto. Pero apenas cabe dudar de que tal concesión era el principal. La propuesta es personal, pues la efectúa el alcalde «abogando por que se conceda la Medalla de Oro de la Ciudad al Excmo. señor D. Francisco Franco Bahamonde, Jefe del Estado español». Las manifestaciones que se efectúan en tal sentido no merecen quedar sepultadas en el archivo municipal, y conviene estampar aquí algunos de sus términos por sus especiales características. Veámoslas con todo el tufillo de adulación y desmedida loa que contienen.
Ignoramos si el carácter extraordinario de la sesión del 22 de junio de 1967, en la que se concede la Medalla de Oro, se debía al posible acuerdo de la concesión, pues consta en el acta reglamentaria la existencia de algún otro asunto. Pero apenas cabe dudar de que tal concesión era el principal. La propuesta es personal, pues la efectúa el alcalde «abogando por que se conceda la Medalla de Oro de la Ciudad al Excmo. señor D. Francisco Franco Bahamonde, Jefe del Estado español». Las manifestaciones que se efectúan en tal sentido no merecen quedar sepultadas en el archivo municipal, y conviene estampar aquí algunos de sus términos por sus especiales características. Veámoslas con todo el tufillo de adulación y desmedida loa que contienen.
La moción solicita la concesión «...en razón a los méritos públicos y notorios que reúne tan excelsa persona, Caudillo de la guerra y de la paz, que tantas victorias ha conseguido a lo largo de su vida para la patria española, habiéndose hecho acreedor al reconocimiento unánime de todos los hombres (sic) de la nación, especialmente por el ejercicio durante más de treinta años de una prudentísima labor de gobierno que tantos beneficios está deparando al pueblo español, caso único de sabia administración a lo largo de su historia en perfecta y acabada regiduría por tanto de la más alta magistratura de España…. la ciudad de Villena no puede quedar rezagada en orden a otorgar el premio debido a quien está dedicando su vida entera en pro del engrandecimiento del solar patrio, estándose en el caso de que gracias a la fecundísima actuación del Jefe del Estado, tendente a mantener la más absoluta paz en la nación, el pueblo villenense está siendo testigo en este impar año de logros materiales que causan la admiración de propios y extraños, pues por tales pueden entenderse por vía de ejemplo aquellos que se refieren a la pavimentación...»Y aquí venía, ahora, la exposición de actuaciones municipales que, más que achacarlas al loado jefe del Estado, muy bien podrían haberse atribuido los componentes del Ayuntamiento como méritos propios. La proposición fue aprobada ...«unánimemente por los quince concejales puestos en pie».
La corporación Municipal de Villena con el Caudillo en el Pardo (Madrid) 1967Se hizo llegar de inmediato el acuerdo a la Casa Civil del jefe del Estado así como al ministro de la Gobernación y al Gobernador Civil de la provincia «en orden a recabar el correspondiente permiso para hacer entrega personal al Excmo. Sr. D. Francisco Franco Bahamonde del distintivo honorífico que materializa el reconocimiento acordado...»
Como queda dicho, la sesión tuvo lugar el 22 de junio, y el 23 se enviaba copia del acuerdo al secretario particular del jefe del Estado, que lo era entonces D. Felipe Polo y Martínez Valdés, quien contestó al alcalde, en fecha 28, cinco días después, que Su Excelencia aceptaba gustoso el otorgamiento.
El día 24 comunicaba el Gobernador civil de la provincia al alcalde de Villena que la entrega de la Medalla al Caudillo se efectuaría cuatro días más tarde, el 28, pues para tal día se había fijado la audiencia a la Corporación municipal villenense.
Y el problema cayó de sopetón sobre los miembros del consistorio local. Porque la Medalla de Oro de la Ciudad, no obstante existir un Reglamento de honores donde se definía su creación, y de haberse concedido solemnemente ya la primera días antes, no existía materialmente. Y debía confeccionarse y entregarse a su destinatario en un plazo muy breve.
De inmediato se encargó su confección a una firma de joyeros de Alicante. Llegó dos días después y no satisfizo al alcalde, Pascasio Arenas. Y se recurrió a los villenenses José Serrano Martínez y al joyero local Roberto Esquembre Alonso para que se desplazaran a Valencia y no volvieran sin la medalla que, forzosamente, debía confeccionarse en solo unas horas.
El día 24 comunicaba el Gobernador civil de la provincia al alcalde de Villena que la entrega de la Medalla al Caudillo se efectuaría cuatro días más tarde, el 28, pues para tal día se había fijado la audiencia a la Corporación municipal villenense.
Y el problema cayó de sopetón sobre los miembros del consistorio local. Porque la Medalla de Oro de la Ciudad, no obstante existir un Reglamento de honores donde se definía su creación, y de haberse concedido solemnemente ya la primera días antes, no existía materialmente. Y debía confeccionarse y entregarse a su destinatario en un plazo muy breve.
De inmediato se encargó su confección a una firma de joyeros de Alicante. Llegó dos días después y no satisfizo al alcalde, Pascasio Arenas. Y se recurrió a los villenenses José Serrano Martínez y al joyero local Roberto Esquembre Alonso para que se desplazaran a Valencia y no volvieran sin la medalla que, forzosamente, debía confeccionarse en solo unas horas.
Así se consiguió, y hacia Madrid marcharon los componentes de la Corporación, ya citados al principio. A ellos se unieron el Interventor accidental, José Montilla García, el Depositario municipal, Eduardo Pérez Esteban y el cronista de la ciudad, José María Soler García, presididos todos ellos por el gobernador civil de la provincia, Luis Nozal López. Y, efectivamente, el 28 de junio, a las 12,15 horas, recibía el jefe del Estado a la embajada villenense. En la Revista «VILLENA» de 1967 hay una detallada crónica que recoge todo lo relacionado con el acto y se reproducen unas fotografías de la ceremonia, de la medalla e incluso de un pergamino que se realizó rápidamente en Alicante y del cual se-hizo entrega a Franco. En las fotografías podemos ver a los componentes del Ayuntamiento villenense, varios de ellos con el uniforme de Falange; otros, embutidos en el chaqué alquilado apresuradamente en un establecimiento madrileño dedicado a estos menesteres.
La Revista «VILLENA» ya citada publica el texto del discurso pronunciado por el alcalde previo a la entrega de la Medalla, y la croniquilla que da cuenta desde la propuesta del día 24 hasta el relato del solemne acto. Y no queremos dejar de narrar una anécdota relacionada con este asunto.
José María Soler, a petición de Pascasio Arenas, redactó las palabras que leyó éste en la ceremonia del palacio de El Pardo. Soler, invitado por el alcalde a asistir al acto, accedió a ello, no obstante que, como tantos otros, soportaba mal de su grado la dictadura franquista, tanto por sus opuestas convicciones como por el hecho de haber estado encarcelado al término de la guerra civil y, como represalia por sus ideas políticas, haber sido expulsado de su cometido en el cuerpo de Correos, en el que desempeñaba el cargo de Administrador jefe de Villena en 1936. Su posición contraria al régimen político imperante era conocida en la ciudad, pero, no obstante, Soler realizó el viaje junto al pleno del Consistorio.
Poco después de realizado el viaje, Pascasio Arenas encargó a Soler que diera cuenta de la visita efectuada para el reportaje que acabamos de aludir, y que debía de aparecer en la Revista. Obligado a ello Soler por su condición de testigo presencial y de cronista de la ciudad, recogió lo sucedido, desde la propuesta inicial al relato del acto de la entrega. Tuvo que utilizar en su croniquilla los términos laudatorios que entonces se aplicaban a la egregia persona, no obstante no ser de su agrado. Pero no firmó el relato, que quedaba, así, como un texto emanado del Ayuntamiento, tanto como el discurso pronunciado en El Pardo por el alcalde villenense que, suscrito por éste, había sido escrito en realidad por José María Soler como ya he relatado.
Ernesto Pardo Pastor, Teniente de Alcalde del Ayuntamiento de Villena, saludando al Caudillo el día de la entrega de la Medalla de Oro de la ciudad de Villena.
La Revista «VILLENA» ya citada publica el texto del discurso pronunciado por el alcalde previo a la entrega de la Medalla, y la croniquilla que da cuenta desde la propuesta del día 24 hasta el relato del solemne acto. Y no queremos dejar de narrar una anécdota relacionada con este asunto.
José María Soler, a petición de Pascasio Arenas, redactó las palabras que leyó éste en la ceremonia del palacio de El Pardo. Soler, invitado por el alcalde a asistir al acto, accedió a ello, no obstante que, como tantos otros, soportaba mal de su grado la dictadura franquista, tanto por sus opuestas convicciones como por el hecho de haber estado encarcelado al término de la guerra civil y, como represalia por sus ideas políticas, haber sido expulsado de su cometido en el cuerpo de Correos, en el que desempeñaba el cargo de Administrador jefe de Villena en 1936. Su posición contraria al régimen político imperante era conocida en la ciudad, pero, no obstante, Soler realizó el viaje junto al pleno del Consistorio.
Poco después de realizado el viaje, Pascasio Arenas encargó a Soler que diera cuenta de la visita efectuada para el reportaje que acabamos de aludir, y que debía de aparecer en la Revista. Obligado a ello Soler por su condición de testigo presencial y de cronista de la ciudad, recogió lo sucedido, desde la propuesta inicial al relato del acto de la entrega. Tuvo que utilizar en su croniquilla los términos laudatorios que entonces se aplicaban a la egregia persona, no obstante no ser de su agrado. Pero no firmó el relato, que quedaba, así, como un texto emanado del Ayuntamiento, tanto como el discurso pronunciado en El Pardo por el alcalde villenense que, suscrito por éste, había sido escrito en realidad por José María Soler como ya he relatado.
Ernesto Pardo Pastor, Teniente de Alcalde del Ayuntamiento de Villena, saludando al Caudillo el día de la entrega de la Medalla de Oro de la ciudad de Villena.
La sorpresa de Soler cuando salió la revista a últimos de agosto, fue mayúscula, y no menor su disgusto. El relato, como puede comprobarse si se examina la publicación, iba firmado con su nombre y apellido, que se añadieron al pie, al parecer, por orden del alcalde, o al menos, así opinaba Soler. Quien esto escribe fue testigo del disgusto de éste, que no pocas veces se quejó amargamente en mi presencia de la adición de su firma en la crónica. Soler, cuyo talante democrático y liberal era de todos conocido, que seguía estando represaliado por el régimen no obstante haber transcurrido casi treinta años desde el término de la contienda, había firmado unas loas a Franco, en notoria contradicción con su personal oposición a cuanto éste representaba. Hay que decir, en su descargo, que en aquella época, tanto el discurso del alcalde como la crónica del acto, debían tener unas características determinadas de alabanza al dictador; que Soler había actuado como un simple amanuense de la Corporación y escrito, en ambos casos, lo que se consideraba como la expresión municipal oficial; y que tal como el discurso del alcalde se atribuía a éste, la crónica debía ser, lógicamente, la expresión corporativa del Ayuntamiento local, y no la de una persona determinada.
Cabe pensar, por último, si la presencia de Soler en el acto fue libremente decidida por él o impuesta. Personalmente, y dada mi estrecha relación con él, creo que Soler decidió ir, pues en rigor, nadie podía obligarle a hacer el viaje. Pero fuera de duda está que todo cuanto escribió Soler, tanto para el alcalde villenense, como el relato de la visita y diversas consideraciones que aparecen en la Revista de aquel año acerca de este asunto, constituían la expresión oficial a la que Soler prestó su pluma, y en ningún modo reflejaban su posición personal. Mal se obró colocando su firma al pie del relato que aparece en la Revista de aquel año.
Cabe pensar, por último, si la presencia de Soler en el acto fue libremente decidida por él o impuesta. Personalmente, y dada mi estrecha relación con él, creo que Soler decidió ir, pues en rigor, nadie podía obligarle a hacer el viaje. Pero fuera de duda está que todo cuanto escribió Soler, tanto para el alcalde villenense, como el relato de la visita y diversas consideraciones que aparecen en la Revista de aquel año acerca de este asunto, constituían la expresión oficial a la que Soler prestó su pluma, y en ningún modo reflejaban su posición personal. Mal se obró colocando su firma al pie del relato que aparece en la Revista de aquel año.
Extraído del libro...
De Villena y los villeneros (2002) Alfredo Rojas y Vicente Prats
7 comentarios:
CON LA DEFENSA A ULTRANZA DE LO DESCONOCIDO SE CAE EN LA POSIBLE FALTA DE AFIRMAR LO NO CIERTO. PARA SER JUEZ Y PARTE, POR AMISTAD, HAY QUE SER MUY MEDIDO EN EL COMENTARIO. NO SE PUEDE DECIDIR POR QUIEN NO EXISTE Y MENOS TENER EL VALOR DE OPINAR EN NOMBRE SUYO. DEJEN LOS HECHOS COMO OCURRIERON Y NO LANCEMOS ADIVINANZAS.
¿Cuanto nos darían por la medalla en Compro Todo Oro?
Se la podian haber dado de plata, que es mas barato
Franco, como Caudillo de España, merecía la principal distincón de la Ciudad de Villena.
Además, cuando murió el tío Paco nos dieron una semana de vacaciones en el cole. Yo además, le daba un "diploma" y una reproduccion del Castillo junto con unos "rollicos de vino"
que triste que el nombre de villena se mezcle con el de un dictador
Tristeza que un dictador que asesinó a miles d personas en 4o años sea motivo de un recuerdo.
Afortunadamente un pasaje de la historia más rancia de Villena que solo se recuerda en documentos gráficos.
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