Realmente es necesario echar la vista atrás, antes de que pase más tiempo y éste deforme la realidad de las cosas.
La «Entradica» se gestó allá por el año 1978, aproximadamente por las fechas del Ecuador Festero y en el transcurso de una de las múltiples «charraícas festeras» que con algún componente de la comparsa de Cristianos se mantenían; más concretamente, con Antonio Pardo García, por aquel entonces vicepresidente de la comparsa. Y así fue como una vez hecho el planteamiento a la propia directiva se decidió hacer partícipes de la idea a los Cristianos; su presidente, Pascual Mullor Sirera, pronto captó la intención de hermanamiento entre ambas comparsas y pusimos manos a la obra para hacer realidad aquel mismo año el proyecto que acababa de nacer.
Nos apresuramos a ponernos en marcha, conscientes de los grandes riesgos que conlleva el crear un nuevo acto, máxime si éste se proyecta realizarlo en unas fechas hasta entonces no festivas. El primer paso fue contratar la música y ese fue el primer escollo a salvar; los grupos o bandas de los alrededores estaban contratadas en Castalla, que celebra sus fiestas del día 1 al 4 Septiembre, pero por fin conseguimos que la banda de Campo de Mirra, que también actuaba en Castalla, participara aquella noche del día 3 de Septiembre de 1978.
En principio la intención que nos movía al crear la «Entradica» era, ni más ni menos, que hermanar a Cristianos y Moros Viejos en una cena que terminara en un desfile, en el que participaran aquellos que habían asistido a la cena y que al pagar la consumición sufragaban también la banda de música.
Y llegó el día 3; todo a punto, la cena hecha, la banda dispuesta, comenzaron a llegar los participantes. Allí nos juntamos unas 80 o 90 personas, cenamos y por fin... todos a la calle y... ¡Oh, sorpresa!, en la calle nos esperaban más de 200 personas, que fueron aumentando en el transcurrir del acto.
El desfile partió de la plaza de María Auxiliadora hacia Gil Osorio, Sancho Medina, Cervantes y Cristóbal Amorós, donde aquel año teníamos ubicado el cuartelillo los Moros Viejos (hoy lo tienen los Moros Bereberes). Allí se sirvieron licores y pastas, y tras un breve descanso, repetimos el desfile en sentido contrario hasta llegar a la comparsa de Cristianos donde dimos por concluida la primera «Entradica». Al día siguiente sacamos cuentas de los gastos e ingresos obtenidos, resultando un pequeño déficit que cubrimos del presupuesto de ambas comparsas.
Al año siguiente, 1979, unas semanas antes de las fiestas, nos reunimos las dos directivas y atamos los últimos cabos de la celebración de la segunda «Entradica». Como el año anterior la música y la cena permanecía inalterable; pero no así el recorrido, se había conseguido el permiso pertinente de la autoridad municipal para utilizar la calle Ancha y continuar el mismo sentido que en la Cabalgata, discurriendo el último tramo por la calle Capitán López Tarruella y finalizando en la plaza de Santiago. Aquella noche acudió a cenar el presidente de la Junta Central D. Francisco Navarro González; al término de la cena, y cuando nos disponíamos a comenzar el desfile, Paco dio órdenes de encender el alumbrado extraordinario que se instala para las fiestas, y así fue como desde entonces, en esta noche, la calle comienza a ser festera; la convocatoria fue masiva, superando todas las previsiones de asistencia al acto por parte del pueblo, que a las puertas del cuartelillo de la comparsa de Cristianos estaba esperando el comienzo del desfile, circunstancia que nos planteó no pocos problemas de organización.
El año 1980 supuso la consolidación de este acto cuya participación continuaba aumentando.
El año 1980 supuso la consolidación de este acto cuya participación continuaba aumentando.
El año 1981 fue un auténtico espaldarazo que dio consistencia a la «Entradica». Los Cristianos habían trasladado su sede a la plaza Mayor y allí se celebró la cena de hermandad; se contrataron dos bandas de música, una desfiló a marcha mora y la otra a pasodoble, y se desfiló por la Corredera, Joaquín María López y Ramón y Cajal para terminar en la plaza de Santiago.
La participación era tan masiva que el año siguiente, 1982, se produjo un colapso tan tremendo en el desfile que no se podía avanzar; y fue a la altura del Casino Villenense donde los presidentes de las dos comarcas decidieron desviar el desfile por la calle Capitán López Tarruella y finalizar en la plaza de Santiago, donde, a pesar de la buena intención de las bandas de música, no se pudo dar un paso, quedando en concierto jaleado lo que pudo ser desfile.
Aquella decisión hizo plantearse a los organizadores realizar de forma distinta la «Entradica». Se contrató la cena con el repostero de la Casa del Festero; así una vez acabada ésta, la banda se instalaba en el centro de la plaza de Santiago para una vez allí, interpretar las distintas marchas moras y pasodobles, haciendo desfilar a los asistentes alrededor de la farola. El año 1983 supuso, pues, un gran cambio.
A partir de 1984 se introduce una novedad digna de hacer un paréntesis. El ingenio de Eustaquio Cabanes, con la gran facilidad que le es característica para componer versos en lengua vernácula, con sin igual gracia, le hizo realizar una embajada irónico-jocosa, en la que daba un repaso a los temas locales, autonómicos y hasta nacionales, incluyendo los de carácter festero, que se escenificó y se sigue haciendo a los lomos de un burro por parte mora y desde el balcón de la Casa del Festero por los Cristianos:
Moro - Alá te guarde, Cristiano.
Cristi. - Guarda tus cumplidos, Moro,
que yo ya me guardo solo.
Moro - Llevamos días caminando
como dije anteriormente,
está cansada mi gente
y se está desesperando.
Pues venimos con timbales
ligeros y sin demora,
caminando a marcha mora
desde la calle Parrales.
Pero cuando hemos llegado
a donde estaba Correos
enfrente ca Valeriano;
¡Nos han dao mal arrodeo!
Porque por la Corredera,
que hemos venío toda la vida,
ahora es dirección prohibida
y no pues pasar aunque quieras.
Na más puedes ir pa un lao;
parece una esposición,
hecha con mala intención,
con coches atravesaos.
Nos han tirao por el raso
en dirección a la vía
que es lo que yo no sabía,
y por eso ha sío el retraso.
Junto a la vía hemos tenido
que echarnos hacia la izquierda,
porque echarse a la derecha
también allí está prohibido.
Y ya en la calle Madrid,
hemos podido observar
que no se puede aparcar,
y hemos tenío que seguir.
Cansados de no dormir
y de sudor empapaos,
por fin habíamos llegao
frente al Bando Marroquí.
¡Cual sería nuestro coraje
al ver lo que baile ha sido,
que ahora se había convertido
en pista de patinaje!
Aquí Eustaquio aludía a la reforma de la circulación que a todos nos trajo de cabeza durante algún tiempo.
Extraído de la Revista Día 4 que fuera de 1988
Extraído de la Revista Día 4 que fuera de 1988
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