EL TENIENTE ÁNGEL HERNÁNDEZ MENOR
Este bravo teniente del Arma de Caballería, hijo de sus obras y víctima de su valor, fué el primero que desembarcó en Alhucemas. Un primero aislado y solitario, envuelto en la bandera española. Los versos de Machado a la muerte de Giner de los Ríos son también apropiados a la del inmortal teniente: «Hacedme un duelo de labores y esperanzas... Yunques, sonad; enmudeced, campanas...» Sí, sí, enmudeced, porque Hernández Menor es hoy, más inmortal que todos los que tíráís del triste badajo de lúgubretañido; él ha dado la mano a Daóíz y Velarde; se le pasa revista en el Arma de Caballería y, a su nombre y a su graduación, una voz emocionada contesta: «¡Muerto gloriosamente en la toma de Allrucemasl» Yo estoy seguro, plenamente seguro, de que mi paisano Don Angel Hernández Menor, hecho todos espíritu, todo fortaleza, todo fe, todo valor, no ha faltado ni un solo día a la hora de las citas gloriosas.
Este bravo teniente del Arma de Caballería, hijo de sus obras y víctima de su valor, fué el primero que desembarcó en Alhucemas. Un primero aislado y solitario, envuelto en la bandera española. Los versos de Machado a la muerte de Giner de los Ríos son también apropiados a la del inmortal teniente: «Hacedme un duelo de labores y esperanzas... Yunques, sonad; enmudeced, campanas...» Sí, sí, enmudeced, porque Hernández Menor es hoy, más inmortal que todos los que tíráís del triste badajo de lúgubretañido; él ha dado la mano a Daóíz y Velarde; se le pasa revista en el Arma de Caballería y, a su nombre y a su graduación, una voz emocionada contesta: «¡Muerto gloriosamente en la toma de Allrucemasl» Yo estoy seguro, plenamente seguro, de que mi paisano Don Angel Hernández Menor, hecho todos espíritu, todo fortaleza, todo fe, todo valor, no ha faltado ni un solo día a la hora de las citas gloriosas.
Porque Angel Hernández Menor, nació en Víllena en el año de 1899. Yo imagino una criatura de constitución perfecta y temperamento nervioso, pugnando por salir de la envoltura de los pañales quiero traerlo a mi memoria en las callejuelas, capitaneando un grupo de rapazuelos inquietos y alborotadores; quiero sorprenderle en sus sueños de lozana mocedad con la imaginación llena, preñada de valerosas hazañas. ¿Quién ha de decirme que por la grandeza del peligro ha de medirse el arrojo y el valor de los hombres? ¿Quién habrá de extrañarse de que, cuando chiquillo, hace todavía unos años, era uno de nosotros, Hernández Menor no organizara empresas en las que ponía la fe, el entusiasmo y el arrojo capaces y suficientes para dominar al mundo? Puede que Hernández Menor, en la acequia del Rey, o aprovechando las escasas crecidas del Vínalapó, haya realizado cuarenta desembarcos, con la valentía, la bravura, la fe y la esperanza que puso en el de Alhucemas.
ENECDOTA.- Nos lo ha dicho su padre, los ojos húmedos, la frente pensativa. Angel, jamás le hablaba de sus hazañas ni de sus arriesgadas empresas; una vez le hirieron en el pecho; el teniente mandó que nada se notificase a su familia, y fué un paisano que, al azar, díó con el guerrero en el hospital, quien tuvo que enviar oportuno aviso. Corrochano tenía una gran amistad con Hernández Menor; en una posición, por tres veces derribaron a! teniente del caballo; él le rogó que nada se publicase.
ENECDOTA.- Nos lo ha dicho su padre, los ojos húmedos, la frente pensativa. Angel, jamás le hablaba de sus hazañas ni de sus arriesgadas empresas; una vez le hirieron en el pecho; el teniente mandó que nada se notificase a su familia, y fué un paisano que, al azar, díó con el guerrero en el hospital, quien tuvo que enviar oportuno aviso. Corrochano tenía una gran amistad con Hernández Menor; en una posición, por tres veces derribaron a! teniente del caballo; él le rogó que nada se publicase.
Cuando le sorprendió la muerte, era ya capitán.
He aquí el héroe perfecto, todo verdad y todo obra-Yunques sonad...
Diríase que estaba tocado por mano divina: tres veces perdió el caballo, y tres veces se levantó. Sí era necesario que la cruz de San Fernándo se le discutiera, hoy figuran en su expediente las obras, poderosas, avasalladoras, temerarias, sin perifolleo, sin estridencias: justas, perfectas, como cumple a un héroe. Fué acreedor a todo: tenía una laureada cuando murió y estaba propuesto para otra. Una cruz de derecho divino fué la última que ganó su pecho: Dios debió decirle: «Vámonos, Angel; vámonos, tú no eres de esta tierra». Y el día 8 de Septiembre, festividad de su Patrona, cuando ella, en Víllena, sobre el altar de su trono, escuchaba los rezos de las madres, implorantes, misericordiosas, la Virgen, la Morena, que es Madre de todos, debió coger a este hijo, tan suyo, de la mano, y llevárselo por la puerta grande de una forma tan digna, tan honrosa, tan pura, que la Madre de Dios y la madre de sangre, hechas toda una, dolor y espíritu, debieron llorar juntas, no sé sí de felicidad o de desconsuelo.
Eduardo Solano Candel
Extraído del Programa de Fiestas de 1930
He aquí el héroe perfecto, todo verdad y todo obra-Yunques sonad...
Diríase que estaba tocado por mano divina: tres veces perdió el caballo, y tres veces se levantó. Sí era necesario que la cruz de San Fernándo se le discutiera, hoy figuran en su expediente las obras, poderosas, avasalladoras, temerarias, sin perifolleo, sin estridencias: justas, perfectas, como cumple a un héroe. Fué acreedor a todo: tenía una laureada cuando murió y estaba propuesto para otra. Una cruz de derecho divino fué la última que ganó su pecho: Dios debió decirle: «Vámonos, Angel; vámonos, tú no eres de esta tierra». Y el día 8 de Septiembre, festividad de su Patrona, cuando ella, en Víllena, sobre el altar de su trono, escuchaba los rezos de las madres, implorantes, misericordiosas, la Virgen, la Morena, que es Madre de todos, debió coger a este hijo, tan suyo, de la mano, y llevárselo por la puerta grande de una forma tan digna, tan honrosa, tan pura, que la Madre de Dios y la madre de sangre, hechas toda una, dolor y espíritu, debieron llorar juntas, no sé sí de felicidad o de desconsuelo.
Eduardo Solano Candel
Extraído del Programa de Fiestas de 1930
No hay comentarios:
Publicar un comentario