Cuento Infantil UN FELIZ ENSUEÑO por Enrique Muñoz.
Cuento extraído de la revista FIESTAS editada por los comercios y fábricas de VILLENA en Septiembre de 1930.
Después de haber echado un durísimo partido de fútbol los chiquillos de la placeta contra los aprendices de la fábrica de calzado, en el campo del Chicharra F.C., en el que el marco de la portería lo sustituyen dos piedras gruesas, separadas, la una de la otra, por una distancia de diez pasos, se reunieron para celebrar la victoria que habían conseguido, los cuatro elementos imprescindibles del equipo titulado, "Los de la placeta", Pepico "el Pecas", Gasparico, Juanico "el Chulo" y "Lombrices". Cuatro chiquillos más listos que Cardona y de los más revoltosos del pueblo. Pero el partido de aquella tarde, en el que consiguieron nueve goles por cinco, los había dejado muy cansados y sin ganas de hacer travesuras de las que continuamente estaban ideando, siendo éste el motivo de que estuvieran quietecitos e hicieran, muy formalmente, comentarios de las fiestas de la Virgen.
¡Si vosotros supierais el ensueño que he tenido esta noche —dijo Gaspar a sus camaradas— sabríais lo que es canela fina en tocante a disfrutar!
¿Qué has soñao? ¿Qué te habías comprao una moto?
¡Ca, hombre! Eso no es ná.
Explícate, joler, y no seas calmudo.
¡Noo! Pues sí que sois vosotros impacientes. Bueno, os lo contaré. ¡Mira que si en vez de que ha sido un ensueño hubiera sido verdad! ¡No te digo ná!.
Eso estoy viendo, que no desembuchas.
¡Pues mínima es la cosa! Ná; que a mi padre se le había ocurrido apuntarme en la Comparsa de los "arrastraos", y es lo que pasa en los ensueños, que te ocurren cosas como si estuvieras haciendo una cinta de cine. En seguida el día cinco. Ya me tenéis a mí bailoteando al lado de la bandera en la fiesta del pasodoble. Termina, y dice el maestro de la música: "Ahora, cada Marrueco que se lleve al músico que le corresponda de güespede". Esto, al principio, no me chocó mucho, por si le sabía mal a mi madre tener una boca más en mi casa. Pero no; en fiestas come en mi casa hasta el lucero del alba, sin que gruña, por eso, mi madre.
Pero esto será en ensueños —le interrumpió "Lombrices".
¡Hum! ¡No me esquiles! y de verdá.
Déjalo que cuente... Ya que había cogido la carruchera...
Enga, cayaros que ahora viene lo mejor. Era ya por la tarde y me estaban poniendo los avios pa irme a la Losilla y juntarme con los demás arrastraos; pero como toda mi ilusión era montar en el cañoncico que sacaban, se lo dije al Capitán, y el bueno del hombre va y me sube al cañón. ¡Si hubierais visto lo pistoso que iba yo en él cuando hicimos la entrada!
Por fin llegamos a las afueras de San Sebastián donde no se podía dar un paso, de tanta gente que había allí apiñó esperando la llegada de la Virgen de las Virtudes. ¡Y qué cosa sentí en aquellos momentos en que distinguimos por los cabecicos unas lucecicas que parecían que parpagueaban y que eran de nuestra Virgencica.! Se me pone la carne de gallina sólo de pensarlo. Es una cosa que no se explicarla; lo que sé es que me saltaron las lágrimas de emoción, eso sí. Entonces me dije: Con el cañón he de hacer más ruido que nadie, porque nadie como yo quiere a mi Virgencica. Y cuando ya se nos acercaba y todas las músicas tocaban la Marcha Real y todos los arcabuces disparaban y todo el gentio gritaba aclamándola, yo, metía cada zumbio con el cañón que ardía troya...
Bonico es el ensueño, Gasparico, pero me parece que no eres tú el único que tienes esa suerte. Creo que en llegando esta fecha y en oyendo la campanica de la Virgen, todos, todos los chiquillos de Villena soñamos esas cosas.
Extraído del Libro del 125 Aniversario Bando Marroquí
Cedido por... Paco Marco Hernández
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