Las Fiestas de Moros y Cristianos
EXPRESIÓN DE ALEGRÍA POPULAR DESDE SU ORIGEN
por: Faustino Alonso GOTOR
La Inquisición practicada por la Europa medieval fue fundada posteriormente en España, con licencia del Papa Sixto IV, a demanda de Fernando e Isabel, en 1478, quienes no sólo deseaban una unidad política sino también en la fe. Su fin era combatir todo aquello que fuese contrario a ella y primordialmente a los bautizados pseudo-conversos, moriscos, o a los interesados por la corriente europea erasmista.
Desembarco y combate, por Juan de Toledo (Museo del Prado, Madrid). Se representa aquí el desembarco de los turcos en una playa cristiana y la resistencia que encuentran. Las costas levantinas españolas se vieron sometidas a estos asaltos, que tenían por objetivo principal la captura de esclavos. En esta época se temía la alianza de los moriscos con los turcos.
A pesar del nombramiento papal era manejada por la Corona. Su organismo central era el Consejo de la Suprema y General Inquisición. Su brazo, el Inquisidor General, bajo el cual estaban los Tribunales provinciales, cuyas sanciones más frecuentes eran las reprimendas y advertencias; la «reconciliación, que llevaba consigo la abjuración de los errores en privado o en público, siendo esto último el conocido Auto de Fe; la prisión; flagelación pública; el sambenito, traje de infamia amarillo, en forma de saco con cruces pintadas y obligado al penitente, y la «relajación», que significaba, tras la sentencia dada en el Auto de Fe, la entrega del reo a la autoridad civil para ser quemado en la hoguera, ya en persona o en efigie, los moriscos condenados a la hoguera, y por huidos, quemados en simbólicas figuras de tamaño natural o cabezas de cartón, nos inducen a pensar que tales actos, como otros más, incluidos en el trinomio religiosidad inquisitorial —odio y temor a los moriscos— alegría de su expulsión, impregnaron fuertemente a las Fiestas Patronales del Este hispánico, por haberles padecido con mayor intensidad.
Es coherente pensar que efectuada la expulsión de los moriscos, el pueblo tuvo una espontánea alegría que se canalizó por medio de dichas Fiestas Patronales añadiéndoles aquellas facetas, tomadas de la Inquisición, que simbolizan escarnio morisco. No es difícil suponer que aquel general temor al ente morisco-turco-berberisco y la citada alegría de su expulsión, a principios del siglo XVII, se transmitiese no solamente por las anuales jornadas dedicadas al Santo Patrón, sino también a través de una generación a otra, hasta que manifiestamente disminuido el poder inquisitorial en el siglo XVIII y desaparecido en el XIX, surgieran sin prejuicio alguno o pervivieran en algunos casos, las huellas morisco-inquisitoriales pasadas, ora sea el inveterado «Cascamorras» de Guadix, quien pintarrajeado con traje sambeniteño nos recuerda al penitente morisco, que sancionado con la «flagelación pública» es simbólicamente azotado en las calles por los mozos que festejan a su Patrón; ora el Peropalo» de Villanueva de la Vera, cuya efigie de «morisco» representada por un monigote, es deshecho y maltratado año tras año; ora la «Endiablada» de Almonacid del Marquesado, cuyos integrantes son ni más ni menos que la encarnación morisco-penitente vistiendo holgada chaqueta, pantalón de tejido barato estampado con lunares y dibujos de colores vivos, y tocados con gorros cilíndricos cubiertos de colorines, que posteriormente cambian por mitras rojas. Los saltos por las calles haciendo sonar los cencerros, y la procesión con toda la «Endiablada» en el día de San Blas, desprenden religiosidad inquisitorial, especialmente la última, a semejanza de aquéllas del Santo Oficio que se hacían para llegar al lugar donde se celebraban los Autos de Fe; ora botargas enmascaradas y otras figuras de múltiples lugares; ora las acartonadas efigies de los del Mal (Ángel y Diablo); posteriormente el verdadero Dance se completa con Lucha de Moros y Cristianos. Actualmente no en todos los lugares se conservan los cuatro elementos, e incluso en algunos como en Torres del Obispo, Almonacid de la Cuba, Alcalá de Moncayo y otros, desaparecieron los cuatro; en otros, volvió a reaparecer al menos el dance en sí, como en Alagón que lo dedica a San Antonio.
Según Mercedes Pueyo, actualmente se conservan los cuatro elementos en Sena, Sariñena y Pallaruelo. De cualquier modo y tiempo, en el cuarto elemento aparece el «turco» como el «enemigo» del cristiano. Esto ocurre no sola-meten en los Moros y Cristianos del Dance Aragonés sino igual y generalmente en los de hispano-américa y resto de España fuera de Levante. Es consecuente pensar que la resonada y victoriosa batalla de Lepanto se celebrase en todo el mundo hispánico, quedando aún, con tal inspiración, esporádicas manifestaciones de Fiestas de Moros (Turcos) y Cristianos por la geografía española y sudamericana. Igualmente hubiera sucedido en la región levantina si el determinante de sus Fiestas hubiera sido solamente el factor turco-triunfalista, pero en ella hay que añadir dos factores que las singularizan de las demás regiones y que, por ellos, Levante se constituyó en el núcleo principal de las Fiestas de Moros y Cristianos: tales factores fueron los continuados ataques, durante el siglo XVI, a los pueblos de tierra adentro y costa levantina. y la gran densidad de población morisca. verdaderos cómplices de los atacantes islámicos norteafricanos y corsarios.
Si los «Moros y Cristianos» son una manifiesta explosión de alegría popular motivada por el binomio Inquisición-Expulsión, introducida en las Fiestas Patronales a partir de tal hecho, rememorado incluso en el mismo siglo XVII en que acaeció, y cuyo contenido inicial eran los «moros» y «cristianos» que simbolizaron e incluso fueron nietos, o quizás hijos, de los que felizmente se manifestaron en 1609-1614 y demás años, no es de extrañar que este sentido popular lo integrasen ellos que, al fin y al cabo, sufriendo el terror del Islam, eran los únicos componentes de la sociedad popular: Labradores, Artesanos, Estudiantes y pequeños Comerciantes. Ellos fueron los que. espontáneamente, promocionaron intensas manifestaciones de alearía, que dentro del contexto profundamente religioso de la época, las incluyeron con !as celebraciones al Santo Patrón para que ambas se engrandeciesen con esplendor y júbilo. Ellos, entonces, se vistieron a lo guerrero, cristiano o morisco-turco-pirata. y los que no, lo hicieron a la usanza de su oficio acompañando a los primeros. Unos y otros portaban sus picas, ballestas. lanzas, arcos, alfanjes. gumías mosquetes. arcabuces o bien sus útiles de trabajo o distintivos romo la cuchara que distinguía a los Estudiantes pobres o becarios llamados también «sopistas». Estos cuatro estamentos del Pueblo, insistimos son los verdaderos protagonistas, porque ellos sufrieron daños en sus cosechas, peligraron constantemente sus vidas o sintieron el dolor de ver cómo se llevaban capturados a sus hijos o hermanos para ser conducidos a lejanas tierras como esclavos, en los interminables ataques de los berberiscos combinados con el espía morisco, el cual quizá era vecino de ellos o vivía en la misma calle y así satisfacía su resentimiento de raza. Los cuatro estamentos, unidos, sin morisco alguno en sus tierras y calles, pudieron celebrarlo, vivir en paz, y trabajar en sus campos o en sus talleres, trasladarse de un mercado a otro y acudir, sin inquietud, a estudiar en sus Colegios y Escuelas de Gramática.
En el fondo, el verdadero sentido era el de la liberación del «Bien», expulsando al «Mal», o lo que es lo mismo, el Cristiano Viejo al Morisco, Turco o Pirata. Esto nos lleva a la conclusión de que, con el mismo sentido, posteriormente se integrasen a estas Fiestas otros «Bienes» antagónicos de otros «Males», que recordasen al pasado lejano, o presente inmediato, tales como toda clase de Moros de la Reconquista, los Pelayos, Cidianos, Vizcaínos, Santiaguistas, Escuderos, Guzmanes, Judíos, Cruzados, Almogávares etc.
Si alguna población desea conservar la pureza de las Fiestas de Moros y Cristianos, bajo nuestro punto de vista, serán anacrónicas todas aquellas Filás o Comparsas que se inspiren en la remota Reconquista o en otros hechos históricos acaecidos fuera del tiempo de la Expulsión. Por el contrario se deben considerar como integrantes de dichas Fiestas a todas aquéllas que rememoren las cruentas luchas sostenidas contra los Moriscos y sus aliados. Son lícitas las organizaciones militares o para-militares existentes a finales del siglo XVI y principios del XVII y los estamentos populares de aquella sociedad: Moros o Moriscos, Turcos, Otomanos, Solimanes, Sultanes, Musulmanes, Sarracenos, Argelinos, Marroquíes, Piratas Berberiscos, Corsarios, Moriscos Granadinos, Moriscos Valencianos, Moriscos de Mellini, Moriscos de Turigi, Moros Africanos, Relajados, Cristianos Nuevos, Piratas Ingleses, Marinos Holandeses, Hugonotes, Bearneses; o bien Cristianos Viejos, Cristianos Cautivos, Tercios de Flandes, Tercios de Nápoles, Tercios de Lombardía, Ballesteros, Lanceros, Piqueros, Arqueros, Mosqueteros, Arcabuceros, Bucaneros, Inquisidores, Soldadesca de la Virgen o Patrón, Montañeses de Aragón, Aragoneses, Labradores o Maseros, Artesanos, Contrabandistas y Estudiantes o Sopistas.
La fuerza de aquella tragedia era suficiente para que el pueblo levantino la recordase una y otra vez, y si los tiempos podían debilitar aquella fuerza, surgían hechos esporádicos que la reforzaban. Nos referimos a que, dado lo agreste de nuestras montañas y a los posibles sobornos de algunos funcionarios, muchos moriscos pudieron ocultarse y posteriormente re-unirse clandestinamente para conservar organizaciones minoritarias para la práctica de la religión mahometana. De vez en cuando, tales organizaciones eran descubiertas por la Inquisición hasta bien entrado el siglo XVIII. En el año 1769 aún se encontró una mezquita que conservaban los moriscos de Cartagena.
Entendemos y resumimos que, para buscar el verdadero sentido y origen de las Fiestas de 9 años antes: el final de la cruenta guerra contra los moriscos de las cercanas Alpujarras y la mundialmente resonada victoria de Lepanto contra los turcos.
Acabado el temor al turco cuyo cómplice era especialmente el morisco levantino, y posteriormente, por motivos políticos e inquisitoriales, llegada la expulsión de éste y del de toda España, finaliza también con ella el temor al corsario y pirata berberisco. Entonces, tras 1609-1614, llega la paz y, consecuentemente, la gran explosión de alegría popular, de la que los primeros conocimientos bibliográficos existentes aparecen treinta y dos años después por medio del anónimo autor de la «Vida y hechos de Estebanillo González», quien nos presenta unas Fiestas de Moros y Cristianos en las cuales ya no hacen homenaje a ningún personaje, son organizados por los propios labradores, y se mezclan íntimamente los actos religiosos con las Embajadas y Guerrillas que más tarde veremos proliferar o bien reaparecer, los siguientes siglos hasta nuestros días, en numerosas poblaciones.
Mantenemos como origen de tales fiestas, algo más tangible; más cercano a las generaciones que las instituyeron. Nos referimos al popular binomio Inquisición-Expulsión y no al de Santiago-Reconquista. Algunas Fiestas alejan su origen rememorativo a hechos del año 1276, fundándose en otro binomio: San Jorge-Alazraq. Pensamos que este legendario hecho fue el origen de Fiestas Patronales, las cuales, posteriormente, veintidós años después de las citadas Fiestas relatadas por el anónimo autor antedicho, fueron cauce donde se incorporó otro binomio: Mellini-Expulsión, que rememora otro suceso histórico, pero mucho más reciente, acaecido en e! Vall de Laguart, y en el que precisamente los alcoyanos y biarenses tuvieron tan destacada intervención, consiguiendo expulsar, juntamente con los tercios españoles, a los moriscos que en 1609 se habían hecho fuertes en dicho Valle.
Aquel felicísimo final no sólo fue motivo de alegría momentánea sino de permanencia transmisible desde aquella generación a las siguientes, y que en el caso de Alcoy, ésta o la más inmediata, añadió a las Fiestas Patronales dos Compañías, una de Cathólicos Christianos (Cristianos Viejos) y otra de Christianos Moros (Cristianos Nuevos o MORISCOS), símbolo de reciente recuerdo. En otras poblaciones es posible que sucediese lo mismo, más por motivos aún no conocidos dejaron de celebrarse tales «Moros y Cristianos», aunque posteriormente volvieran a aparecer. Es significativo las numerosas comedias que, sobre tan popular tema, se escribieron durante aquel siglo XVII. El auge que han tomado durante este último tercio del siglo XX, acaso por el turismo o por cualquier otro motivo, también dejará la huella de muy numerosos escritos sobre Moros y Cristianos.
Este íntimo aditamiento a la Fiesta Patronal es parangonable con el Dance Aragonés, del cual Mercedes Pueyo hizo un exhaustivo estudio. La celebración del Santo Patrón se adornaba con el antiquísimo dance que contenía los siguientes elementos: Danza de Palos y Espadas, Diálogo de Pastores, y Lucha del Bien y «Gigantes y Cabezudos» diseminados por diversas poblaciones de la no muy antigua Corona de Aragón, ya que en alguna de ellas, Calatayud y Zaragoza, ciertas figuras aún llevan el turbante, siendo temidos y abucheados por la chiquillería; ora las esculturas labradas con material inflamable, de otros «herejes», llamémosles personajes o cosas criticables, quemados, recuerdan la «cremá» de las fallas que los simbolizan; ora la efigie de «Mahoma», compendio de todos los moriscos, con cabeza llena de pólvora, que hasta no hace mucho tiempo era explosionada, con gran jolgorio, durante las Fiestas de Moros y Cristianos de varios pueblos como Biar-Villena, Benejama, Sax y Petrel entre otros.
Es frecuente leer sobre el origen de las Fiestas de Moros y Cristianos refiriéndolo a los tiempos de la Reconquista. Ciertamente que incluso durante aquellos largos siglos existieron maniobras bélicas y juegos de Moros y Cristianos; pero éstos se hacían para homenajear y distraer a reyes y personas de la nobleza. No son éstas las verdaderas Fiestas, limitadas precisamente a una clase social, que por egoísmo de mano de obra más barata, se distinguió en la protección a los moriscos tan odiados por el pueblo. Ni tampoco consideramos lógico que recuerden a la remota Reconquista y, si así parece ser en algún caso muy aislado, nos hace pensar que tales rememoraciones recibieron su verdadero sentido tras los sucesos de 1609, en que las Fiestas de Moros y Cristianos comienzan a aparecer después de ellos, e incluso en el mismo siglo, pasados solamente unos decenios según la bibliografía existente, o quizá menos.
En apoyo a esta argumentación y siguiendo a Adolf Salvá, analicemos los actos que se conocen sobre Moros y Cristianos desde 1463 hasta unos años después a la expulsión de los moriscos.
Si exceptuamos lo relatado por el Condestable Miguel Lucas de Iranzo, 29 años antes de la conquista de Granada por los Reyes Católicos, sobre algo que, más que simular a unos juegos de cañas entre «moros y cristianos», se asemeja a un entrenamiento de las tropas, con manifiesta propaganda bélica ante el cercano «frente», en el cual los «moros» no sólo se rinden ante la superioridad cristiana, sino que incluso arrojan a una fuente la efigie de Mahoma y desmoralizados se convierten al cristianismo. Si exceptuamos este hecho, efectuado ante la presencia del Condestable, todos los que aparecen después lo hicieron durante el siglo XVI, y ellos tienen en común varios aspectos: se efectúan como homenaje a uno u otro personaje; no se refieren al moro de la Reconquista, sino al turco, berberisco o morisco; y generalmente no están ligadas a ninguna festividad religiosa.
En 1571, vencido el turco en Lepanto y creada la tramoya teatral inventada por Naharro, los homenajes bélico-caballerescos contra imaginario enemigo turco, se truecan en triunfalistas simulacros con mayor aparato escénico y participación popular de cañas y toros, ante el personaje de turno, apareciendo en estos «Moros y Cristianos» el Pirata y el Morisco, con mayor frecuencia en esta última etapa del período citado.
Observemos los actos conocidos, a este respecto, dentro de la bibliografía existente:
Año 1533: Toledo. Homenaje al rey Carlos I. El gran Turco es el personaje central del «enemigo». No hay ni coincide con festividad religiosa alguna. No hay juego de cañas.
Año 1549: Trento. Homenaje al príncipe Felipe. Soldados vestidos a la turca. No hay ni coincide con festividad religiosa alguna. No hay juego de cañas.
Año 1571: Alcalá de los Gazules. Homenaje a los Duques de Alcalá y Marqueses de Tarifa. Hombre a la gineta vestido y tocado de Morisco. No hay ni coincide con festividad religiosa alguna.
Año 1579: Orihuela. Homenaje al Gobernador don Juan Quintana juego de «moros y cristianos» y recreativos. Coincide con la Festividad de las santas Justa y Rufina.
Año 1585: Tortosa. Homenaje a Felipe II. Piratas berberiscos junto al mar. No hay ni coincide con festividad religiosa alguna.
Año 1586: Valencia. Homenaje a Felipe II. Galeras y un cadalso con el Faro de Lepanto; triunfalista representación de la batalla de Lepanto. No hay ni coincide con festividad religiosa alguna.
Año 1589: Denia. Homenaje a Felipe III. Fragatas alicantinas con hombres vestidos a la usanza turca. No hay ni coincide con festividad religiosa alguna.
Año 1599: Valencia. Homenaje a la reina Margarita de Austria. Turcos a la gineta. Coincide con la procesión a San Vicente Ferrer. Juegos de alcancías.
Año 1601: Valladolid. Homenaje a la hija recién nacida de Felipe III. Moriscos, luminarias, música de violones, zambras moriscas.
Resumiendo, volvemos a destacar el sentido caballeresco o de homenaje con participación, en parte obligada o contratada, del pueblo; sin sentido religioso y con el «turco» o «pirata» presente, pero no el Moro de la Reconquista. Hecho un tanto excepcional, y que obliga a un profundo estudio, parece ser el de Orihuela, en cuyas Fiestas se rememora su reconquista el día 17 de julio de 1242, festividad de las Santas citadas, con participación de Juegos de «moros y cristianos». Mas opinamos que tales Juegos fueron un aditamiento a la festividad de las santas y fecha conmemorativa de la reconquista, con motivo de la llegada del Gobernador, al cual se le homenajeaba a la usanza del siglo XVI. Nos apoyamos para dar esta opinión en que precisamente es en aquel año de 1579 cuando aparece la primera documentación oficial en el Archivo Municipal de Orihuela en la que se mencionan los primeros juegos de «moros y cristianos» orcelitanos, que si podían recordar la reconquista, es decir, los hechos acaecidos más de tres siglos atrás, es más lógico pensar que recordasen lo sucedido tan sólo 8 ó Moros y Cristianos, no es necesario alejarse al siglo XV y anteriores. Esto lo podrían hacer también las regiones del Oeste hispano, mas no lo hacen porque no tienen motivos especiales para ello a pesar de que también fueron invadidas por los sarracenos; y si lo hacen en alguna dispersa población de aquellas regiones e incluso en Sudamérica, su inspiración está en la Victoria sobre el temido Turco, la cual también sucedió en el último tercio del siglo XVI. Algo difiere entre el Oeste y Centro español del Este y concretamente de Levante, y este algo no está precisamente ni en la Reconquista, ni puramente en celebrar la Victoria de Lepanto: está en las motivaciones morisco-islámicas que ennegrecieron los cielos de Levante hasta la ex-pulsión de aquella raza que los españoles no supimos asimilar; para nuestro bien, a semejanza de la expulsión hebrea poco más de un siglo antes.
Y este final se produjo en la región levantina por ser la que con mayor densidad de moriscos poseía, y por ello la que más sufrió y en consecuencia la que más motivos tenía para expresar el júbilo de la paz, y en la que verdaderamente se han desarrollado las Fiestas de Moros y Cristianos.
En estas líneas acabo de exponer tan solamente una teoría; deseo que quede bien sentado que este es mi parecer, el cual, quizá en algún aspecto no sea inédito, esto no lo sé, pero me alegraría haber coincidido con alguien, aunque sólo fuere parcialmente. De cualquier modo, respeto otras interpretaciones mientras no quede suficientemente explorado y exhaustivamente estudiado todo nuestro pasado a partir del Medievo.
Villena, abril 1979.
BIBLIOGRAFIA:
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«Bosqueix historic i bibliografic de les Festes de Moros i Cristians», por Adolf Salva Inst. Estudios Alicantinos. 1958.
«Santiago y la Fiesta de Moros y Cristianos», por Joaquín Barceló. Alicante. 1972.
«Libro de la Fiesta de Moros y Cristianos de Alcoy», por Rafael Coloma. Alcoy, 1962.
«Conmemoración del DCCXXXII Aniversario de la Reconquista de la muy Noble, Leal y siempre
Fiel Ciudad de Orihuela, 1242-1974», por el P. Agustín Nieto Fernández.
«La España Musulmana», por Claudio Sánchez Albornoz. Tomo 11. Espasa-Calpe, 1978.
«Revista Profesión Médica», «La Fiesta de la Endiablada», por J. Piñeroba.
«Vida de Estebanillo González». Anónimo. Colección Austral.
«El Gran Siglo de España, 1501-1621», por R. Trevor Davies. Akal editor. 1973.
«Estudio sobre los moriscos», por Juan Reglá. Valencia, 1971.
«Historia del Reino de Valencia», por Escolano y Perales, Tomo 11. Valencia-Madrid, 1879.
«Tetralogía histórica alcoyana», por Rogelio Sanchís Lloréns. Publicaciones Caja Ahorros Provincial. Alicante, 1973.
«Historia de la Ciudad de Denia», por Roque Chabás. Publicaciones Instituto Estudios Alicantinos, 1972.
«Baronía de Polop», por Joaquín Fuster. Ayuntamiento de Polop, 1971.
«El Dance en Aragón», por Mercedes Pueyo Roy. Edita Mercedes Pueyo. Notariegranden, 42-Lund (Suecia).
Extraído de la Revista Villena de 1979
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