De Arqueología villenense
DEL YACIMIENTO “POSTHALLSTÁTTICO” DEL “PEÑÓN DEL REY”
Una intrusión céltica en plena zona ibérica.
Por José Mª Soler García.
Comisario Local de Excavaciones Arqueológicas.
No querernos desaprovechar la ocasión que nos brinda esta revista anual del Ayuntamiento villenense para dar sucinta noticia de un interesante descubrimiento que tuvimos la fortuna de realizar el día 8 de mayo del presente año en la formación numulítica del Sur del término denominada “Picachos de Cabrera”.
DEL YACIMIENTO “POSTHALLSTÁTTICO” DEL “PEÑÓN DEL REY”
Una intrusión céltica en plena zona ibérica.
Por José Mª Soler García.
Comisario Local de Excavaciones Arqueológicas.
No querernos desaprovechar la ocasión que nos brinda esta revista anual del Ayuntamiento villenense para dar sucinta noticia de un interesante descubrimiento que tuvimos la fortuna de realizar el día 8 de mayo del presente año en la formación numulítica del Sur del término denominada “Picachos de Cabrera”.
El pico culminante de tal nudo montañoso, que domina por el N. la llanura villenense; por el E. la entrada al valle de Elda, en la margen derecha del río Vinalopó, v por el O. la cuenca de Salinas, con la laguna de su nombre, es el llenado “Peñón de la Moneda”, vértice geodésico que no bajará de los mil metros de altitud y punto da separación de los términos de Sax, Salinas y Villena. De él se desorende hacia el N. E. un ondulado espolón que termina en el cabezo conocido con el nombre de «Peñón del Rey», muy escarpado y de difícil acceso por todas sus vertientes excepto por la meridional, que es la que enlaza con el resto del sistema. Su altura alcanza muy cerca de los setecientos metros sobre el Mediterráneo.
En la meseta de este peñasco, hacia su parte suroccidental, el suelo se halla materialmente sembrado de tiestos en una extensión que, superficialmente explorada, no bajará de sesenta metros cuadrados. Las raíces de tornillos y atochas han trabado las tierras oscuras que recubren la meseta, evitando la denudación da la roca, pero han contribuido también al fraccionamiento de las vasijas enterradas.
Tanto en la ladera meridional como en la oriental del Peñón, obsérvanse algunos vestigios de edificación, consistentes en alineaciones de piedras sin trabazón aparente.
Una cata superficial efectuada en la referida meseta nos puso al descubierto crecido número de vasijas muy fraccionadas, salvo media docena escasa que, por excepción, se halla en buen estado.
Es un dato curioso el de que todas se encuentren en posición invertida, es decir, con la boca hacia el suelo, a una profundidad de quince a veinticinco centímetros y rodeadas de piedras descuidadamente colocadas a su alrededor. La distancia que separa unos vasos de otros es de 50 centímetros por término medio, aunque a veces se hallan muy juntos y aun superpuestos en el mismo hoyo. En muchos casos, los fragmentos recubren las piedras que rodean los enterrados más abajo. Las figuras 1 y 2, tomadas de las vasijas más completas, nos ahorrarán una más detallada descripción de sus perfiles y cortes. Reservamos para más adelante la tabla completa de formas aunque podemos adelantar que no diferirá gran cosa de la que ahora publicamos. En cuanto a la técnica de las vasijas, bástenos decir, por el momento, que están fabricadas a torno con arcillas generalmente finas y bien cribadas; que sus coloraciones oscilan del negro intenso al amarillo rojizo, pasando por el gris azulado, con predominio de las oscuras, y que todas carecen de decoración, si es que no consideramos como tal unos acanalados concéntricos más o menos anchos que ondulan la superficie tanto interna como externa de algunas de ellas, o ciertas líneas finamente incisas que se observan más bien en la zona de separación del cuello y la panza o alrededor del pie. Es general en todas ellas el bruñido más o menos intenso. Dibujos... Ernesto Pardo.
En la meseta de este peñasco, hacia su parte suroccidental, el suelo se halla materialmente sembrado de tiestos en una extensión que, superficialmente explorada, no bajará de sesenta metros cuadrados. Las raíces de tornillos y atochas han trabado las tierras oscuras que recubren la meseta, evitando la denudación da la roca, pero han contribuido también al fraccionamiento de las vasijas enterradas.
Tanto en la ladera meridional como en la oriental del Peñón, obsérvanse algunos vestigios de edificación, consistentes en alineaciones de piedras sin trabazón aparente.
Una cata superficial efectuada en la referida meseta nos puso al descubierto crecido número de vasijas muy fraccionadas, salvo media docena escasa que, por excepción, se halla en buen estado.
Es un dato curioso el de que todas se encuentren en posición invertida, es decir, con la boca hacia el suelo, a una profundidad de quince a veinticinco centímetros y rodeadas de piedras descuidadamente colocadas a su alrededor. La distancia que separa unos vasos de otros es de 50 centímetros por término medio, aunque a veces se hallan muy juntos y aun superpuestos en el mismo hoyo. En muchos casos, los fragmentos recubren las piedras que rodean los enterrados más abajo. Las figuras 1 y 2, tomadas de las vasijas más completas, nos ahorrarán una más detallada descripción de sus perfiles y cortes. Reservamos para más adelante la tabla completa de formas aunque podemos adelantar que no diferirá gran cosa de la que ahora publicamos. En cuanto a la técnica de las vasijas, bástenos decir, por el momento, que están fabricadas a torno con arcillas generalmente finas y bien cribadas; que sus coloraciones oscilan del negro intenso al amarillo rojizo, pasando por el gris azulado, con predominio de las oscuras, y que todas carecen de decoración, si es que no consideramos como tal unos acanalados concéntricos más o menos anchos que ondulan la superficie tanto interna como externa de algunas de ellas, o ciertas líneas finamente incisas que se observan más bien en la zona de separación del cuello y la panza o alrededor del pie. Es general en todas ellas el bruñido más o menos intenso. Dibujos... Ernesto Pardo.
METALESEn lo ranura que formaban dos de las piedras citadas, bajo los numerosos tiestos de una vasija muy fraccionada, y a 25 centímetros de profundidad, apareció una magnífica fíbula anular, al parecer de bronce, en perfecto estado de conservación. El aro, de sección cuadrado, mide 38 mms. de diámetro por 3 de espesor, y el arco, abultado en su parte central, alcanzo una altura de 20 mms. La aguja forma la prolongación de una doble abrazadera que se articula con el aro a ambos lados del extremo del arco, y encaja en una charnela abierta en el otro extremo. (Fig.3 y nº 5)
Entre los fragmentos de otra vasija situada a 50 cms. al S. de la anterior, aparecieron tres trozos de hierro, que han podido unirse, pertenecientes a un tubo cónico, roto por su parte más ancha y con una abertura en el extremo de forma rectangular (Fig. 3, nº 6 y fig. 4, nº 3)
Metro y medio hacia el O., también entre los tiestos de una vasija, se halló un trozo de hierro de unos 58 mms de longitud con borde recto de unos 8 mms. de espesor, que disminuye hacia el opuesto hasta terminar en un filo sensiblemente curvo (Fig. 3, nº4, y fig. 4, nº1). Creemos puede tratarse de un fragmento de cuchillo afalcatado.
Entre los fragmentos de otra vasija situada a 50 cms. al S. de la anterior, aparecieron tres trozos de hierro, que han podido unirse, pertenecientes a un tubo cónico, roto por su parte más ancha y con una abertura en el extremo de forma rectangular (Fig. 3, nº 6 y fig. 4, nº 3)
Metro y medio hacia el O., también entre los tiestos de una vasija, se halló un trozo de hierro de unos 58 mms de longitud con borde recto de unos 8 mms. de espesor, que disminuye hacia el opuesto hasta terminar en un filo sensiblemente curvo (Fig. 3, nº4, y fig. 4, nº1). Creemos puede tratarse de un fragmento de cuchillo afalcatado.
Se recogieron, además, varios trozos de hierro de dudosa interpretación dada la exigüidad de su tamaño (Fig. 3, nº 7 al 12).
De hallazgo superficial, citaremos los objetos siguientes:
Un cuchillito de fina hoja, perfil foliáceo y robusto pedúnculo de sección cuadrada (Fig. 3, n.° 3 y fig. 4, n.° 2)
Otro cuchillito más pequeño que el anterior, con apéndice rectangular y un orificio en la región de la hoja cercana al pedúnculo (Fig. 3, n ° 1 y fig. 4, nº 4). De bronce ambos, al parecer.
Y un botón circular ornado con dos surcos alrededor de un punto central y una serie de rayitas oblicuas y paralelas tanto en el surco más ancho como en la zona del borde.
La cara opuesta, completamente lisa, lleva en el centro una protuberancia que deja adivinar su pertenencia a una anillita de sujeción. Mide unos 23mms. de diámetro por 2 de espesor y su color es plomizo (Fig. 3, n.° 2) Dibujos... Ernesto Pardo.
De hallazgo superficial, citaremos los objetos siguientes:
Un cuchillito de fina hoja, perfil foliáceo y robusto pedúnculo de sección cuadrada (Fig. 3, n.° 3 y fig. 4, n.° 2)
Otro cuchillito más pequeño que el anterior, con apéndice rectangular y un orificio en la región de la hoja cercana al pedúnculo (Fig. 3, n ° 1 y fig. 4, nº 4). De bronce ambos, al parecer.
Y un botón circular ornado con dos surcos alrededor de un punto central y una serie de rayitas oblicuas y paralelas tanto en el surco más ancho como en la zona del borde.
La cara opuesta, completamente lisa, lleva en el centro una protuberancia que deja adivinar su pertenencia a una anillita de sujeción. Mide unos 23mms. de diámetro por 2 de espesor y su color es plomizo (Fig. 3, n.° 2) Dibujos... Ernesto Pardo.
INTERPRETACION Y CRONOLOGIA
No queremos sentar afirmaciones que la excavación completa del yacimiento y un minucioso estudio de sus materiales pudieran luego invalidar, pero tampoco debemos omitir nuestra personal opinión sobre lo observado hasta el momento.
La profusión de vasijas, así como su situación en simples hoyos rodeados de piedras y abiertos casi a ras de tierra, nos obligan a pensar en una necrópolis de incineración. Las cenizas del difunto, juntas a veces con algunos objetos de su uso personal, fueron depositadas en un hoyo y recubiertas con una de estas vasijas, rodeando el conjunto de piedras protectoras.
A nuestro modo de ver, es indudable la filiación hallstáttica de la cerámica del yacimiento, aun que su fabricación a torno y sus perfiles evolucionados, junto con la presencia del hierro y de una fíbula de las denominadas hispánicas, indican una fecha avanzada dentro de tal cultura, que pudiera ser la de los siglos IV a Ill a. de J.C.
No queremos sentar afirmaciones que la excavación completa del yacimiento y un minucioso estudio de sus materiales pudieran luego invalidar, pero tampoco debemos omitir nuestra personal opinión sobre lo observado hasta el momento.
La profusión de vasijas, así como su situación en simples hoyos rodeados de piedras y abiertos casi a ras de tierra, nos obligan a pensar en una necrópolis de incineración. Las cenizas del difunto, juntas a veces con algunos objetos de su uso personal, fueron depositadas en un hoyo y recubiertas con una de estas vasijas, rodeando el conjunto de piedras protectoras.
A nuestro modo de ver, es indudable la filiación hallstáttica de la cerámica del yacimiento, aun que su fabricación a torno y sus perfiles evolucionados, junto con la presencia del hierro y de una fíbula de las denominadas hispánicas, indican una fecha avanzada dentro de tal cultura, que pudiera ser la de los siglos IV a Ill a. de J.C.
La extraordinaria importancia que atribuimos al yacimiento se desprende de su situación en una zona plenamente ibérica donde la penetración de la cultura posthallstáttica era, hasta el momento, prácticamente desconocida. Su emplazamiento constituye un enclave entre tres poblados típicamente ibéricos: el de la sierra de San Cristóbal, de Villena, al N; el del Monastil, de Elda, al S; ambos casi ignorados y con cerámica del más rico estilo Elche-Archena, y el importantísimo poblado del «Puntal» de Salinas al O. De éste último se da noticia pública en astas páginas por primera vez. Fué descubierto por nosotros el día 25 del pasado mes de julio y ya volveremos a ocuparnos de él con la extensión que merece.
Es interesante consignar también que el «peñón del Rey» fue utilizado anteriormente por las gentes de la Edad del Bronce, como lo prueban la cerámica y los objetos que publicamos en la fig. 5, hallados unos superficialmente; otros, entre la tierra quemada que rellena una pequeña extensión entre los peñascos de la parte occidental da Cabezo, y varios más en la ladera oriental del mismo.
Y no solamente ocuparon esta colina, sino que extendieron su residencia hasta lo irás alto del «Peñón de la Moneda», punto culminante del grupo como hemos dicho. En éste último, a un metro escaso del mojón geodésico, encontramos gran parte de dos vasijas de forma cilíndrica y base redondeada, en pasta burda rojiza con manchas negras la una, y de color terroso la otra con series de pezones junto al borde recto. Ambas yacían al lado de un molino de mano oblongo y una piedra afiladora de arenisca. La posición sonara de todo ello en un estrato revuelto nos induce a suponer que fuera desplazado de su primitivo lugar por los edificadores del mojón.
Son abundantísimos por todas las laderas del «Peñón del Rey» los nódulos y lascas de sílex de diferentes coloraciones, sin aparente retoque. Hemos recogido muy cerca de quinientos, algunos de entre las tierras recubiertas por las vasijas. Dibujos... Ernesto Pardo.
Es interesante consignar también que el «peñón del Rey» fue utilizado anteriormente por las gentes de la Edad del Bronce, como lo prueban la cerámica y los objetos que publicamos en la fig. 5, hallados unos superficialmente; otros, entre la tierra quemada que rellena una pequeña extensión entre los peñascos de la parte occidental da Cabezo, y varios más en la ladera oriental del mismo.
Y no solamente ocuparon esta colina, sino que extendieron su residencia hasta lo irás alto del «Peñón de la Moneda», punto culminante del grupo como hemos dicho. En éste último, a un metro escaso del mojón geodésico, encontramos gran parte de dos vasijas de forma cilíndrica y base redondeada, en pasta burda rojiza con manchas negras la una, y de color terroso la otra con series de pezones junto al borde recto. Ambas yacían al lado de un molino de mano oblongo y una piedra afiladora de arenisca. La posición sonara de todo ello en un estrato revuelto nos induce a suponer que fuera desplazado de su primitivo lugar por los edificadores del mojón.
Son abundantísimos por todas las laderas del «Peñón del Rey» los nódulos y lascas de sílex de diferentes coloraciones, sin aparente retoque. Hemos recogido muy cerca de quinientos, algunos de entre las tierras recubiertas por las vasijas. Dibujos... Ernesto Pardo.
Las consecuencias que pueden derivarse del estudio de este yacimiento pueden ser trascendentes para el esclarecimiento de muchos problemas -tal el de la expansión céltica- sujetos actualmente a la apasionada discusión de los especialistas. De momento, puede ayudarnos a comprender la extraña presencia de algunos tiestos con decoración excisa hallados por nosotros hace algún tiempo en las laderas del interesante y maltratado “Cabezo Redondo”, importante estación del Bronce Mediterráneo. (Fig. 6). El de la parte superior de la figura se recogió superficialmente al pie de las catas efectuadas en el año 1949, mientras que los dos de la parte inferior, en unión de otros dos trozos más pequeños que no publicamos, pertenecientes sin duda al mismo vaso, se encontraron al examinar las tierras procedentes de la destrucción de una sepultura de inhumación. Revueltos con ellos, se hallaron varios restos humanos y algunos otros fragmentos de cerámica lisa o adornada con incisiones en espiga en recuadros ajedrezados.
En ésta, como en tantas otras ocasiones, ha sido valiosísima la colaboración de nuestro fiel ayudante Pedro Sánchez Sansano, con quien la Arqueología villenense se halla en deuda manifiesta. También hemos obtenido esporádicas ayudas de Joaquín Hernández y de José López, y no debemos omitir a la niña Anita Gil Sánchez, nuestra compañera de excursiones, a cuya perspicacia infantil se debe el hallazgo de muchos objetos superficiales.
Por último, es obligado expresar públicamente nuestro agradecimiento al buen amigo Pedro Pérez López, quien, con sus valiosos informes, nos puso en la pista del descubrimiento.
En ésta, como en tantas otras ocasiones, ha sido valiosísima la colaboración de nuestro fiel ayudante Pedro Sánchez Sansano, con quien la Arqueología villenense se halla en deuda manifiesta. También hemos obtenido esporádicas ayudas de Joaquín Hernández y de José López, y no debemos omitir a la niña Anita Gil Sánchez, nuestra compañera de excursiones, a cuya perspicacia infantil se debe el hallazgo de muchos objetos superficiales.
Por último, es obligado expresar públicamente nuestro agradecimiento al buen amigo Pedro Pérez López, quien, con sus valiosos informes, nos puso en la pista del descubrimiento.
Revista Villena 1952
Cedida por... Elia Estevan
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