Notas sobre los movimientos migratorios de población en Villena
Los movimientos migratorios de la población española constituyen uno de los fenómenos socio-económicos de mayor trascendencia entre los que se vienen produciendo en el país, especialmente a partir del período de postguerra. Para dar una primera idea de la importancia del hecho, bastará indicar que entre 1951 y 1960, unos 1.950.000 españoles han cambiado de residencia y provincia y que, como resultado del proceso, se aprecia la despoblación en un 3'72 % de una amplia zona interior, que comprende el 44 % de la Superficie total de España y el 24'02 % de su población (1).
El destino de esta masa de población es, según datos de TAMAMES, el exterior (916.000 españoles) u otras provincias de la zona periférica (1.043.000).
Al cambio de residencia o desplazamiento horizontal, sigue también el cambio de sector de actividad, es decir, la transferencia de población activa de la Agricultura a la Industria y servicios. Entre 1950 y 1960, el Sector agrario ha perdido el 7'55 % de la mano de obra que empleaba, en beneficio de la Industria (que gana el 6'30 %) y del Sector Servicios ( + 1'25 %) (2). Y ello porque, en frase del mismo autor, "el motor de las migraciones interiores ha sido la industrialización que, en general, significa salarios más altos y más seguros que la Agricultura". Lo que viene corroborado por el hecho de ser de economía predominantemente agrícola las 18 provincias con saldos negativos y, además, practicarse en tales provincias un determinado tipo de agricultura, puesto que pertenecen a la que BARBANCHO ha llamado "Zona IV de la Agricultura española" (3). Las zonas a que nos referimos presentan un "problemático cuadro — dice TAMAMES — de distribución de la propiedad y de fertilidad, bajos salarios agrícolas y fuerte paro estacional", todo ello conectado con la deficiente estructura de las explotaciones, minifundismo y latifundismo. Y es que, evidentemente, las causas de los movimientos migratorios se encuentran en la mala situación social de los contingentes de obreros agrícolas, que buscan en otros empleos y otras zonas un más digno nivel de vida. La migración, es, pues, el gran síntoma de la situación de nuestra agricultura.
Otra cosa es que la transferencia intersectorial de población activa deba producirse forzosamente, ya que, dadas las características económicas del sector agrario, es excesiva la población activa española empleada en estas actividades y la Industrialización exija el cambio de sector de grandes contingentes de población activa, ya que, en un país desarrollado, sólo alrededor del 18-20 % de la mano de obra, como máximo, debe emplearse en la Agricultura (en España, el 41 % en 1960, que ha descendido notablemente, pero no ha llegado a bajar del 30 % en ningún caso). El problema se encuentra, pues, en el cómo del traspaso de población (evitando en lo posible las penalidades, equilibrando las zonas de asentamiento, compensadas por mecanización de la Agricultura para que no sufra la producción, etc., etc.).
Pues bien, dentro de este cuadro, trataremos de poner en claro la curva demográfica de VILLENA y de obtener de estos datos, comparativamente, una imagen lo más coherente posible sobre la situación económica, en especial de la agricultura local, lo que no es descabellado si consideramos el valor sintomatológico que, según hemos dicho, tiene lo demográfico.
La evolución de la población de VILLENA en el período 1945-1960 viene dada en el cuadro siguiente, junto a la de los más importantes municipios de su contorno: (4)
A primera vista se obtienen ya 2 casos límites de signo contrario: en crecimiento (ALCOY, con una línea muy definida y equilibrada) y en decrecimiento (YECLA, en que observamos una importantísima pérdida de población que absorbe totalmente su crecimiento vegetativo e incluso llega a la despoblación). Siempre —advirtámoslo antes de proseguir— hay que tener en cuenta que el porcentaje 0'0 % significa el equilibrio entre la población que arroja el censo y la calculada según el crecimiento vegetativo (es decir, el número de nacimientos menos el de defunciones) de cada año hasta llegar al año en que se realiza el censo. Por ende, si el porcentaje es ligeramente negativo, el municipio en cuestión continúa ganando habitantes, pero no todos los que debiera acrecer. Es lo que se llama "pérdida de crecimiento vegetativo". La "despoblación" significa que la pérdida de habitantes rebasa el crecimiento vegetativo y alcanza a la población ya existente en el último censo. Entonces es cuando la regresión en número de habitantes total se produce. Es el caso de YECLA, según hemos dicho, y el de 18 provincias del interior, de cuyas características económico-agrícolas participa en mayor o menor grado.
Bien claro es, por otra parte, el caso de ALCOY y muy semejantes los de ONTENIENTE y ELDA (y más acusados): la atracción de inmigrantes se debe a su desarrollo industrial. No podemos entrar aquí en más detalles, por más que fueren interesantes (vgr. el cambio de signo de ELDA entre 1946¬50 y 1951-55).
La curva de VILLENA es, por de pronto, muy significativa. La tendencia inicial es de pérdida importante, la reducción del siguiente período es ya grande y en el final, se percibe clara-mente un cambio de signo radical, que probablemente se habrá incrementado en lo que llevamos de período intercensal, aunque no podamos precisarlo.
No creo que se requieran grandes elucubraciones para demostrar la conexión que este fenómeno presenta con la situación estructural y coyuntural de la economía de la zona: algo ocurrió entre 1955 y 1960 para que se decidieran los villenenses a quedarse y atrajese la ciudad contingentes de población del exterior. Y ese algo debió influir en las perspectivas de nivel de vida, es decir, sería de naturaleza eco-nómica, ya que —según hemos visto—lo económico es el factor decisivo de los movimientos migratorios.
La Agricultura no ha experimentado, según me consta, alteraciones sensibles en ese período, con relación al anterior. Si bien es cierto que la huerta del extenso término municipal es importante (especialmente en relación con el contorno), la estructura de su explotación no es, con todo, la óptima: de 2665 explotaciones agrarias, 1994 tienen una extensión comprendida entre las 0'2 y las 9'9 Ha., es decir, el 74'8 %, y 1.765 (el 66'2 %) entre el 0'2 y- 4'9 Ha. Lo que nos lleva a considerar el régimen de explotación como de minifundio. Mejor distribución presenta YECLA, en que de 2.481 explotaciones, 1.248 (el 50'3 %) tienen entre 0'2 y 4'9 Ha. y 1.758 (el 70'8 %) entre 0'2 y 9'9 Ha. Mayor minifundismo se aprecia en ONTENIENTE, con el 87'7 % (1.318 explotaciones sobre un total de 1.503) entre 0'2 y 9'9 Ha. y el 80'2 % 1.205) entre 0'2 y 3'9 Ha. Naturalmente, tanto para el caso de Yecla como para el de Onteniente, hay que salvar en el examen comparativo la menor extensión de la huerta (5).
Consideremos, aunque sea tangencialmente, que la estructura de las explotaciones agrarias no resuelve el problema de la producción y distribución de la renta del campo, aunque es una cuestión básica, más que en sí misma, en su conexión con los títulos jurídicos que dan derecho al disfrute del producto. De todas formas, los problemas estructurales de la agricultura local no parece que hayan visto alterado sus términos en la comparación entre el período 1945-50 y 1951-55. Por contra, y en términos generales, la situación coyuntural fue más favorable a la agricultura en el primero que en el segundo períodos, y sin embargo... es a partir de 1955 cuando la tasa de migración empieza a tener signo positivo.
Apliquemos las consideraciones que en general hemos expuesto sobre la conexión entre la Agricultura y los movimientos migratorios, especialmente en lo que se refiere a la posición de la población activa, y obtendremos, por exclusión, la única explicación del cambio de signo de la migración: se ha desarrollado (cuando ya existía) la Industria de Villena. El avisado lector pensará que éste es un hecho obvio y la afirmación puramente perogrullesca. Pero es que más que constatar el hecho nos interesa hacer ver sus consecuencias, especialmente en lo demográfico, así como confirmar la ligazón que predicábamos por vía de principio entre transferencia de población activa y movimientos migratorios.
Excede de nuestras posibilidades —aquí y ahora— una indagación sobre el nacimiento, desarrollo y problemática de futuro de la Industria en Vi-llena. Quedémonos —por ahora y a modo de corolario— con dos proposiciones demostradas:
Como ocurre en el resto de España, la Agricultura de la zona de Vi-llena es incapaz de absorber el crecimiento vegetativo de la población, forzada a buscar (si no hubiera más posibilidades "in situ") un más digno nivel de vida en otras latitudes. Es lo que ocurría hasta 1955, aprox.
El nacimiento y desarrollo de unas actividades industriales en la zona es capaz de detener la emigración y de atraer un contingente de inmigrantes de otras zonas. Se percibe el fenómeno desde 1955 (aprox.).
Lo que, por otra parte, permite confirmar las proposiciones generales que enunciábamos al principio y verificar un aserto en sentido contrario, es decir, proceder desde la connotación de un efecto (la tasa de migración) a encontrar una causa.
(1) TAMAMES, R.: "Los movimientos migratorios de la población española durante el período 1951-60", en Revista de Economía Política, número 32 (1962), págs. 105 y ss.
(2) Ibidem.
(3) BARBANCHO, A. G.: "La población, la superficie y la producción agrícola como determinantes de las zonas de cultivo intensivo y extensivo". en Revista de Estudios Agrosociales, núm. 9 (1954), págs. 17 y ss.
La ZONA 1 emplea a 1/4 de la población activa agrícola total, 1/5 de la tierra cultivada y obtiene 1/3 del producto bruto.
La ZONA IV, con la misma población activa y 1/3 de la superficie cultivada, sólo obtiene 1/5 de la producción bruta.
(4) BARBANCHO, A. G.: "Los movimientos migratorios en España", en Revista de Estudios Agro-Sociales, núm. 33 (1960) y 44 (1963).
(5) Datos obtenidos de los que se contienen en el Censo Agrario de España 1962.
VTE. LUIS MONTES
Extraído de la Revista Villena de 1967
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