AMPLIACIÓN DE LOS APUNTES HISTÓRICOS SOBRE LOS TRATADOS LIMÍTROFES Y SUS CAUSAS, DE NUESTRAS FRONTERAS. -SEGUNDA ÉPOCA.- DESDE LA ANEXIÓN DE VILLENA AL REINO DE ARAGÓN.
Hemos de retroceder en el año actual, a las sintéticas referencias que en el anterior apuntamos sobre los motivos que influyeron en la anexión de nuestro pueblo a la corona aragonesa. Pretendemos exponer el ambiente político y guerrero en el que se desarrollaron los acontecimientos. Dejamos el año anterior, como esbozado, el cuadro histórico, proceloso y complejo, de aquella época tan densa en luchas entre el poder real y la nobleza y conflictos internacionales, y la secuencia de tratados, conjures, apetencias territoriales y deslealtades que no retrocedieron ante el crimen.
Nutrido campo de sucesos, en aquel lapso del medievo, para desarrollar esos seriales histórico-novelescos radiofónicos de tan palpitante actualidad. Pudiéramos protagonizarlos con figuras tan destacadas como nuestro poderoso Don Juan Manuel, D. Jaime II, el Invasor, los postergados y díscolos infantes de la Cerda, el usurpador D. Sancho IV, el Bravo y hasta el padre de D. Jaime, D. Pedro III de Aragón «el Grande», al que un historiador califica como el primer tratadista de los Reyes de España.
Otros personajes, en segundo término, también poderosos e influyentes, componen el cuadro del caos político durante los reinados de D. Sancho TV y de su hijo D. Fernando IV: Los Haros, D. Lo-pe, y D. Diego ; el primero Señor de Vizcaya, que tanto ayudó a D. Sancho en la usurpación del trono y a quien nombró Canciller y Mayordomo de la Casa Real : el segundo, Adelantado de la frontera del último monarca.
Indicamos las anteriores alusiones, respecto a la nobleza que fue coetánea a D. Juan Manuel y a las intervenciones diplomáticas del segundo Señor de Villena, referidas por él mismo, en su célebre obra «El Cronicón».
Exponíamos en nuestro anterior trabajo, la extensa disgresión que supondría relatar las innumerables anécdotas ocurridas durante su. Señorío. El profesor Andrés Giménez Soler, aporta en su biografía interesantes datos y juicios del que fue Señor de nuestro castillo y villa; nacido en Escalona, en 1282. Según Muntaner, ya asistió muy pequeño, en 1291, al torneo de Roger de Lauria, celebrado en Calatayud, con motivo de las bodas de D. Jaime II con su primera esposa, doña Isabel de Castilla. El ilustre publicista y amigo Martínez Ferrando, lo califica como personaje «puntilloso y arrogante», muy poseído de su regia estirpe; acostumbrada a decir
"que era de los para ser muertos, más no deshonrados". También lo define como «Síntesis ibérica de aquella época».
INSUBORDINACIONES EN CASTILLA Y ESTADO DEL REINO EN LA EPOCA DE D. SANCHO IV
Dejamos también anotado en años anteriores, la anárquica situación que reinaba en Castilla. Vamos a referir actualmente tan sólo los sucesos que durante dicho reinado influyeron para la invasión aragonesa. En 1288 se celebraron las Cortes de Alfaro para resolver las alianzas entre Francia y Aragón. En ellas se demostró el peligroso influjo y poderío del Conde de Haro; casi superior al del Rey. Allí, a presencia del Monarca, cayó cercenada la mano del nombrado D. Lope de Haro, por un golpe de daga de un escudero del monarca, rematándole seguidamente los agentes del Rey. Su hijo D. Diego, fue derribado por el propio D. Sancho con su es-pada hasta creerlo muerto. El de Lara, perseguido, amenazado de muerte. Milagrosamente se salvó el Infante D. Juan de. la Cerda, pero quedó prisionero del Rey. Omitimos las causas de tan trágicos sucesos, que según la crónica real, fue el motivo inmediato para que el indicado D. Diego de Haro, el Vizconde de Bearne y la esposa del encarcelado Infante D. Juan, proclamasen como legítimos herederos del trono de Castilla, a los de la Cerda. Alegróse el Rey de Aragón, D. Alfonso III, por tales dramáticos acontecimientos, ya que el monarca castellano demostraba su interés por la alianza con Francia, oponiéndose a la aragonesa. Don Diego Lope de Haro, vengando el asesinato del Conde, su padre, se trasladó a Aragón para convencer al monarca pusiese en libertad a los de la Cerda, que fueron encerrados en el castillo de Játiva. Los infantes fueron libertados cuando ya se preparaba la guerra entre Castilla y Aragón; huyendo de su tío D. Sancho, se refugiaron en este reino, consiguiendo de D. Alfonso III que proclamara al primogénito D. Alfonso de la Cerda como Rey de Castilla en Jaca, en 1289. También entonces puso en libertad al Infante D. Juan, su hermano, D. Sancho IV, que se hallaba secuestrado en el castillo de Curiel. Arreglados poco tiempo después las discordias, pleitos y alianzas entre los Reyes de Castilla y Francia, se acordó en Bayona, en 1291 que D. Felipe de Francia renunciase a cualquier pretensión del trono castellano en favor del proclamado D. Alfonso de la Cerda obteniendo en recompensa el Infante D. Juan el reino de Murcia pero reconociendo éste el homenaje a la, corona de Castilla. Murió el Rey de Aragón D. Alfonso III en junio del mismo año 1921 y no se cumplió lo pactado por su hermano y sucesor D. Jaime II.
D. JAIME II DE ARAGON. SU CARACTER. SU CONCEPTO y MOTIVOS PARA REALIZAR LA INVASION
El nombrado autor Giménez Soler califica a D. Jaime corno hombre de gran cultura, tan perfecto conocedor del castellano corno del catalán y del latín y gran aficionado a las letras y artes. Sentía este monarca gran preocupación por la reconquista y unidad española. Según dicho biógrafo de D. Juan Manuel, consideraba el señor de Villena, como lo exponía en su libro «Los Estados», las operaciones de la reconquista de carácter exclusivamente militar, ajenas a las luchas religiosas que imperaban en aquella época entre los Pontífices y el poder temporal. Según el tan repetido profesor Giménez Soler en su obra «La Edad Media en la Corona de Aragón», D. Jaime pensaba mucho en la unidad española, como entonces «solía entenderse y ser planteada»: si D. Sancho era un obstáculo para conseguir su objetivo, decidió quitarlo valiéndose de los Infantes de la Cerda.
D. Jaime se encontraba en Sicilia cuando murió su padre, D. Pedro III de Aragón, en 1285. Allí continuó hasta el fallecimiento de su hermano D. Alfonso III, en 1291. D. Jaime «El Justo», dejó incumplido el testamento de aquél, en el que ordenaba cediese dicho reino de Sicilia a su otro hermano, D. Fadrique. Al abandonar Sicilia, encargó el gobierno de la isla a D. Pedro y se embarcó para Cataluña. Después de asistir a las 'Cortes y jurar los fueros y libertades catalanas, se trasladó a Zaragoza, donde fue coronado como Rey de Aragón.
Reconocen los historiadores, que llegado a la península, desvaneció los prejuicios que existían anteriormente entre Aragón y Castilla durante el reinado de su antecesor y hermano D. Alfonso II. Lo demuestra la proposición que hizo a D. Sancho de nobles relaciones amistosas y la petición de la mano de su hija, la Infanta Isabel, niña entonces de nueve años. Indica Lafuente, que D. Sancho aceptó tales proposiciones y alianzas, ya que en nada se oponían al mencionado acuerdo de Bayona. Le invitó a una entrevista que celebraron en Soria. Ocurría lo relatado en 1291.
Indica Martínez Ferrando en su obra «D. Jaime. II, gran señor», que las relaciones entre dicho monarca y D. Sancho se quebrantaron rápidamente como consecuencia de las negociaciones de Anagni.
Según la crónica real, se cruzó entre los monarcas una carta, con palabras «fuertes y duras». Denotemos que una de las condiciones de la referida paz, fue el casamiento de D. Jaime con Doña Blanca, hija de Carlos II de Nápoles, dándole como dote cien mil marcos de plata. El Santo Padre Bonifacio VIII, anulaba y resolvía por causa de parentesco, el matrimonio antes concertado y escriturado del monarca aragonés con la Infanta Isabel de Castilla. El tratado de Anagni se sancionó después de la muerte de D. Sancho, pero las negociaciones y el conocimiento que de ellas tuvo el monarca castellano, fueron anteriores.
En realidad, podemos afirmar que las relaciones amistosas entre los monarcas de Castilla y Aragón no se establecieron hasta después del tratado de Campillo, ya que posterior a su fecha, acordó D. Jaime ayudar a la reconquista a D. Fernando IV cuando éste avanzaba por la playa y campo de Algeciras y el aragonés con su poderosa armada atacaba Almería.
PRIMERA INVASION ARAGONESA DEL REINO DE MURCIA. SUS CAUSAS INMEDIATAS
D. Jaime «El Justo» dejó incumplido el referido pacto de amistad con D. Sancho y Castilla al comenzar el reinado de su hijo D. Fernando en 1295. Se unió a aquella odiosa confabulación contra un Rey niño de nueve años y su desgraciada madre Doña María de Molina. También le devolvía a su futura esposa la Infanta Isabel, pretextando no haber obtenido la dispensa pontificia. Fue un nuevo dolor para la reina madre castellana.
El díscolo y oprobioso hermano del fallecido D. Sancho, el Infante D. Juan, enarboló el pendón de los de la Cerda, que, unidos a los señores de Lara y Haro, trocaron su nobleza en deslealtades. Todos ellos con los Reyes de Portugal, de Francia, de Navarra y hasta el de Emir de Granada, proclamaron la legitimidad de D. Alfonso de la Cerda como monarca castellano. Refieren los historiadores, tomándolo de la crónica de D. Fernando IV, que el Infante D. Juan y D. Alfonso de la Cerda, concertaron repartirse los reinos dependientes de Castilla y convinieron ceder el de Murcia al monarca aragonés, con ellos aliado «en premio de la guerra que éste consentía hacer contra Castilla».
No dilató mucho tiempo D. Jaime la realización de lo convenido. Inmediatamente organizó su ejército, poniéndose al frente del mismo.
En 1296 comenzó la invasión del Reino a que pertenecía nuestro pueblo. Las fuerzas aragonesas atravesaron el puerto de Biar, al mando del Rey, y se extendieron por el rico valle del Vinalopó. Seguidamente ocuparon Villena, extendiéndose hacia el Sur de todo el reino. Al mismo tiempo, algunas de las naves de la armada aragonesa, amenazaban las costas de la marina. Otro ejército entraba en Castilla al mando de don Alfonso de la Cerda y de D. Pedro de Aragón, con base de operaciones en Almazan. En previsión del éxito de la-campaña, celebró D. Jaime un pacto con Mohamed II de Granada, para que se mantuviese neutral y no obstaculizase las operaciones militares.
Según Martínez Ferrando, la ocupación de las tierras murcianas y alicantinas se efectuó en poco tiempo. Tan sólo opusieron alguna resistencia Elche, cuyo cerco fue duradero y Alicante, por su inexpugnable fortaleza. El cronista Muntaner describe el asalto al Castillo y la lucha del propio D. Jaime cuerpo a cuerpo para entrar en la abrupta fortaleza. Su Alcaide, D. Nicolás Peris, se defendía llevando en una mano su espada, y en otra, las llaves del castillo. Omitimos otros incidentes y sucesos de la campaña, minuciosamente relatadas en la obra de Dña. Carmen Sánchez Martínez.
Quedaron anexionadas después de la invasión, las actuales provincias de Murcia y Alicante a la corona de Aragón. Tan sólo continuaron en poder de Castilla, Alcalá, Lorca y Mula. Al frente del territorio invadido nombró D. Jaime como lugarteniente al señor de Segorbe, D. Jaime Pérez.
Terminada la campaña invasora, el aragonés tuvo que acudir a Roma por el llamamiento del Papa para la conciliación de las Casas de Nápoles y Aragón y recibir la investidura pontificia, para las islas de Córcega y Cerdeña.
También por aquella época preocupaba a D. Jaime el conflicto que se iniciaba en Sicilia, donde terminaba de coronarse Rey su hermano D. Fabrique (marzo de 1296), apoyado por el terrible Roger de Lauria. El Pontífice anuló la elección y nombró al Rey aragonés «confalonero» de la Iglesia.
Indica el mismo Martínez Ferrando que en 1300, enterado el Rey de Aragón de que las defensas de Lorca eran muy débiles, intentó apoderarse de la plaza. La Reina Dña. María de Molina, envió al Adelantado de la Frontera, D. Juan Manuel, para defenderla, pero se presentó personalmente D. Jaime, el que pudo ocuparla mediante tratos con el Capitán de la fortaleza. Don Juan Manuel abandonó el cerco de Lorca y se instaló en Hellín con sus caballeros para vigilar la frontera. El ejército,, que penetró por Castilla, en una de sus operaciones puso cerco a Mayorga, que duró cuatro meses. Los sitiadores sufrieron una terrible epidemia, muriendo víctima de ella el Infante de Aragón, D Pedro. Tuvo que retirarse precipitadamente el ejército aragonés de aquel frente castellano.
Con la invasión del Reino de Murcia, quedaron infringidos los tratados anteriores, celebrados por el abuelo de D. Jaime II, el Rey Conquistador, y sus nobles y constantes gestos de devolver al Reino de Castilla nuestras tierras, en cuantos casos le fue reclamada ayuda militar por su yerno D. Alfonso X.
Justifica el tan nombrado Giménez Soler la operación militar de D. Jaime II, en que éste siempre meditaba ubicar el Reino de Murcia dentro del primitivo territorio de la España mediterránea, en la época romana: en la Citerior.
Pensamos nosotros, que más bien pretendía re-habilitar el viejo tratado ya referido de Tuliden de 1151, celebrado entre el Conde de Barcelona, D. Ramón Berenguer IV y D. Alfonso VII de Castilla. Recordemos que en él, se convino reservar la conquista del reino de Murcia al monarca aragonés. También opina, que con la invasión D. Jaime II, desharía el error que sufrió su abuelo, «el Conquistador», en la cesión de Murcia a Castilla. El nieto, en su alianza con el pretendiente D. Alfonso de la Cerda, quiso arrojar del reino castellano a la rama segundogénita del Rey Sabio, sustituyéndola por la primera.
SEGUNDA EXPEDICION DE LOS EJERCITOS DE DON JAIME A LOS REINOS DE MURCIA Y ALICANTE, TRATADOS ANTERIORES
Dice Lafuente, que D. Jaime tuvo que abandonar las tierras invadidas con anterioridad a dichas fechas, por los sucesos que ocurrían en su Reino. Acudió a Zaragoza, para presidir las Cortes que en Agosto de 1301 se celebraban, para resolver las perturbaciones promovidas por los ricos-hombres aragoneses que formaban «La Unión».
Durante los ocho años que transcurrieron entre la primera invasión y las últimas operaciones militares, que dieron lugar a tratados limítrofes, las actividades militares y diplomáticas de D. Jaime, fueron inauditas en las guerras de Calabria y Sic lía, ésta contra su hermano D. Fadrique. Resultó aquél herido en el combate naval de Orlando en un pie. Mandaba el monarca la nave «Capitana.».
Esta segunda operación militar, según el repetido biógrafo Martínez Ferrando entre los años 1303 y 1304, de los ejércitos aragoneses en las tierras anexionadas, suponemos sería motivada por las reacciones de las plazas ocupadas y las dificultades para determinar exactamente la línea fronteriza de lo anexionado al reino de Valencia con Castilla. Continúan en este reino las intrigas y querellas entre los magnates poderosos por aquella época. La figura más destacada era la de nuestro D. Juan Manuel, que no se resignaba con la pérdida de sus estados, y continuaba presentando resistencia, especialmente Elche, del que percibía mayores rentas.
Por lo que relata la indicada crónica real, el Infante D. Juan juraba fidelidad a su sobrino el Rey en las Cortes de Valladolid de 130o. Poco guardó el juramento, pues al siguiente 1301, el Regente D. Enrique y el Infante, hicieron un tratado con D. Jaime, ofreciéndole el reino de Murcia, que tenía invadido, cuando el Infante D. Juan consiguiese ceñir la corona de Castilla. Los referidos sucesos de Aragón y la retirada de D. Jaime de las tierras murcianas y alicantinas, ocasionaron, en 1302, que la plaza de Alicante volviese a la Reina de Castilla, sin conseguir retener ésta, que tanto interesaba al Rey aragonés.
TRATADO DE TORRELLAS.--AÑO 1304
Referimos sucintamente en el año anterior, que surgieron diferencias e interminables discusiones entre Castilla y Aragón para fijar clara y definitivamente las nuevas fronteras del reino de Valencia. Dice el tan repetido Martínez Ferrando, que «sería un asunto muy laborioso y espinoso», por culpa de D. Juan Manuel y caballeros de sus estados, que amenazaban con una nueva guerra para defender sus intereses. Suponemos que el señor de Villena, hábil y astuto diplomático, autor del célebre libro «Los Estados» aceptaría la política oportunista de «hechos consumados» proponiéndose obtener los mayores beneficios en futuros tratados.
Refiere Cascales que a primeros de agosto de dicho año, para dirimir las desavenencias entre los Reyes sobre los límites de sus reinos, aprovechando un corto paréntesis de tranquilidad que reinaba en Castilla por el acuerdo con el nuevo Emir de Granada Mohamed III, se determinaron las líneas fronterizas entre aquel reino y Aragón, especialmente con el de Valencia. Los tan nombrados jueces, D. Dionisio, Rey de Portugal, el Infante D. Juan. de Castilla, y el Arzobispo de Zaragoza, D. Ximénez de Luna, se dirigieron a dicho pueblo acompañando a D. Fernando IV, donde les esperaba Don Jaime. Los árbitros dictaron la sentencia tan conocida, fijando la línea divisoria entre el reino de Valencia y el de Castilla, respecto a nuestra Región, «por el más alto lugar del término de Villena». Como consecuencia de este tratado, según ya dijimos, consiguió D. Juan Manuel que se le reconociera la propiedad del Señorío de Villena, aunque sometido a la jurisdicción del Rey de Aragón y más adelante, declaraba «que el Rey de Castilla absolvía de toda fidelidad a los señores de Villena y de los castillos que se encontraban dentro de sus términos», por estar enclavados en el ámbito de la jurisdicción aragonesa. También referimos en nuestro trabajo anterior, la fecha de su publicación, en 8 de agosto de (1304 y los señores que representaban a los monarcas en dicha solemnidad. Quedaron excluidos de la jurisdicción aragonesa, Murcia y Molina, con sus términos. Además de estas plazas, tuvo que devolver D. Jaime al monarca castellano, Lorca, Monte-agudo y Alhama, con otros lugares.
TRATADO DE CAMPILLO.--.AÑO 1305
Este tratado, tan referido por los historiadores, lo consideramos tan sólo como ratificación del anterior convenio de Torrellas y el deseo de los monarcas de posesionarse de sus nuevas tierras, por lo que se reunieron en dicho año, en la frontera Noroeste de Aragón y Castilla. Relatan Zurita, Florián de Ocampo y Cascales, que los Reyes se hicieron en tal punto, mutuo pleito-homenaje, jurándolo por su mandato, los caballeros y ricos hombres que les acompañaban. Según Lafuente, por este tratado se reconoció el Señorío de Villena a D. Juan Manuel.
Es muy interesante el comentario que hace Cascales respecto al tratado de Torrellas: refiere «el mal pecho que tuvo siempre el Infante D. Jaime y los deseos y desabrimientos que siempre tuvo con el Rey de Castilla», y que «el juez D. Gimeno de Luna, demostró su parcialidad como vasallo del Rey de Aragón y los tres jueces (antes referidos), mal inclinados por Castilla, quedando la justicia mal guardada».
ENTREVISTA DE ARIZA.--AÑO 1306
En realidad, el motivo de esta entrevista, fueron las nuevas disputas y vacilaciones que surgieron entre los monarcas para determinar exactamente la línea que separaba sus reinos después de las últimas campañas y anexiones, interpretando el primer tratado referido. Los Reyes suspendieron la toma de posesión de sus tierras con arreglo a lo dictaminado en Torrellas en cuanto a la línea divisoria de los reinos. Se celebró la entrevista de Ariza, en su Monasterio de la Orden del Cister, que era «la raya de Castilla». Los dos jueces nombrados para resolver el complejo y arduo pleito divisorio: el Canciller Diego García, por el Rey de Castilla, y el Privado del de Aragón, D. Gonzalo García. Según expresa Zurita, «tuvieron grande contienda y dudas sobre las palabras que se contenían en la sentencia de Torrellas», pues no se concertaban, «en la parte del río Segura que venía a dar el mojón» y también decía literalmente: «así como taja el agua del Segura entre el reino de Valencia, cuanto al más lejano cabo del término de Villena». Recordemos que los árbitros reunidos últimamente en Elche, con otros caballeros que nombre Zurita, tras laboriosa discusión dictaminaron la sentencia el 19 de mayo de dicho año, estableciendo la línea fronteriza entre los reinos de Valencia y Murcia, pasando por nuestras tierras la línea divisoria que «llegaría hasta el más alto lugar del término de Villena... donde se partía término con Almansa», correspondería a la jurisdicción del reino de Aragón.
Es interesante consignar que el autor de «Los Anales de Aragón», afirma que en esta entrevista, D. Jaime cedió al monarca castellano la ciudad de Cartagena, porque éste había concedido a D. Juan Manuel la villa de Alarcón. También se le concedieron en esta entrevista de Ariza, libremente al Señor de Villena, Yecla, con todos sus términos.
Dejamos referido en el primero de nuestros apuntes históricos: los tres Señores de Villena, la fluctuante, astuta y oportunista política desarrollada por D. Juan Manuel durante el reinado proceloso de Don Alfonso XI, entre los reinos vecinos. Fue uno de sus tutores y Adelantado de la frontera. Cierto biógrafo, considera estratégica, más que afectiva, su unión con la hija del Rey aragonés invasor. Expresa que aprovechó ladinamente la favorable coyuntura de unas negociaciones de los partidos castellanos con D. Jaime en Játiva, para formar una alianza personal con el mismo. Recordemos que las capitulaciones matrimoniales de D. Juan Manuel y Doña Constanza, se firmaron en Valencia en 1306. El mismo año que el Tratado de Ariza.
Imaginamos que en nuestro Archivo Municipal, pudieran existir todavía inhumados originales e importantísimos documentos para cubrir lagunas biológicas de nuestro memorable personaje, destacada figura militar, literaria y diplomática, tanto en la Historia de España como en la de nuestro pueblo.
Aquel «loco y caduco D. Juan Manuel», así calificado por su enemigo y coetáneo, el Deán Ortiz, según Zurita, abandonó la Corte en 1250, al comenzar el reinado de Don Pedro I el Cruel, y vino a morir en su dilecta, en nuestra dilecta, Villena.
Candel - Valencia, Julio de 1964.
Extraído de la Revista Villena de 1964
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