Pintoresco aspecto aspecto de las ruinas de las murallas del Castillo, en cuyas milenarias piedras se han encaramado un puñado de valientes y arriesgadas bellezas villeneras, que no en balde demuestran llevar en sus venas la sangre aganera y medioeval de nuestros antepasados...
Romanza
¡Yo tengo una novia...!
A mi hermana
¡Yo tengo una novia pletórica de encantos…! Yo tengo una novia que es un melodioso cantar. Mi novia es un sublime conjunto de armonías, de hechizos fragantes, de belleza sin par... ¡Mi novia es tan hermosa que no encuentro: a otra, con quien comparar...!
Es voluntariamente virgen, eternamente joven, aunque tiene vestigios de una remota vejez… ¡Pero el tiempo-es extraño-no hace estragos en sus lozanas formas de admirable mujer...! Los años, pasan y pasan, en su vertiginoso tropel, y, cosa rara, ¡cada año que transcurre vá adquiriendo más rutilante esbeltez...!
Mi novia es algo desmaterializado que se sale de lo real Mi novia posee los contrastes más rebeldes, que nos podemos imaginar. Es a la vez, reina, sultana y mendiga: casquivana y coqueta; y es toda amor y toda bondad... ¡Mí novia es la única; no hay otra igual!
Cuando el sol, por la montaña, con su dorada luz suave comienza acariciar, mi novia ya está despierta, ya se ha desperezado, ya por sus millares de poros ha empezado a respirar, ya le sonríe, con su sonrisa angelical... ¡Ya está dispuesta la hacendosa moza a trajinar!
Y como el trabajo es su virtud capital, suelta -acariciándole- de su amante regazo, aquella policromada multitud sumisa -pigmeos y gnomos- que ha de ayudarla a producir y a fecundar... Los unos por aquí, los otros por allá, pero los más, a tejer en el prodigioso manto, las variedades más raras, que maravillan por lo natural...
Por sus entrañas serpentean las venas, torrentes de vida, efluviosos manantiales, que enormesse entretienen en chupar, para embellecer, vigorizar y hacer productivo, todo aquello que pueda ser de utilidad...
Más ¡ay! mi novia es confiada, y muchas veces, abusan de su buena fé. Mí novia que es huérfana desde poco después de nacer, ha de entregar sus grandiosas riquezas en manos vanales, de desconocidos tutores... Tutores zafios, torpes, indelicados, que no han sabido, o lo que es peor, no han querido, despertar las recónditas fibras de su exquisita sensibilidad...
Es la codicia quien les enardece, y hace que se arrastren en vil humillación, por conseguir el honor de administrarle...; más, cuando lo han conseguido ellos ríen, disfrutan y gozan: mientras que ella, transida, languidece de pena y dolor... ¡Desconocen los nuevos rumbos para sacarla de su tradicional sopor...! Todos fueron unos, los mismos... iSolamente las venganzas personales, fueron lo que les impulsó...!
Y para pagar su esplendidez y su tolerancia, en determinados días de todos los años, le ponen chillonamente maja, la engalanan con mil adornos de púrpuras y sedas, que todavía le hacen más bella; parece un ascua de plata, y sus pupilas oscilantes, se asemejan a guirnaldas de perlas...
Para mí eres lo mismo, con tus ropas endomingadas y tus atavíos de fiesta, que con tus trajes rotos y manchados de los días de labor... Te he de querer lo mismo, pobre como rica; orgullosa como humilde; amorosa o coqueta; fracasada o gloriosa; odiada o envidiada; en fin como seas; siempre que seas moderna.
A tus pies sultana, reira entre las reinas, hermosa más que la más hermosa de cuantas yo conociera, a tus pies con unción cariñosa, a tus pies con reverencia versallesca… Duerme tranquila, yo te prometo, que desde ahora, ya tienes un novio para que te defienda...!!
!Mi novia es la única; no hay otra igual...! ¡¡Mi novia, es VILLENA!!
Jerónimo GALIPIENZO.
BIENAVENTURAZAS
Comencé a descender por el río, de plenilunio de los arrabales cuyas callejuelas quebradizas y tortuosas con gran declive me arrojaban al llano; presto comprendí, que para no manchar la albura de sus casas cuajadas en cal recalcitrante, yo debí haber subido con un amplio jaique y unas babuchas soñalíentas; algo habría dado por ser tiesto de lozana flor dormido en el alfeizar de la ventana, o hiedra sempiterna, símbolo de constancia y fidelidad. Hasta el castillo embozado en su capa de armiño me mostraba los dientes aislados de sus almenas. Yo era allí todo extraño; era, sencillamente, una hoja del catecismo perdida en el Korán. Porque mí fé era todo esperanza y mi esperanza sería mi salvacíón. Yo, de pronto, me abalancé en la nueva, en la moderna ciudad-hierro y cemento-perdido entre las gentes que venían de los suburbios: un sol mortecino teñía todo en añil. Estaba en las postrimerías del día cinco de Septiembre, ese día de la entrada en el que la Virgen llega a su pueblo y trae del santuario, llenos, los arcaduces de pureza y de sabiduría; en ellos, aplaqué mi sed y templé mi espíritu. Yo la vi llegar, oscilando su anda sobre el impulso de unos hombros atléticos, ví después a su alrededor la verdadera anda hecha toda de hijos de Villena y de madres contritas y desventuradas los semblantes contraídos por el dolor y el sufrimiento de alguna penosa enfermedad estaban animados en su palidez por salpicaduras de fuego y de vida; cumplían la promesa, era la realización del voto que un día hicieron entre los espasmos pie la agonía y el ferviente deseo de vivir; era toda la humanidad dolorida y miserable hecha carne y llagas, era la desesperación del Gólgota, era el crucifijo de la tierra. Bienvenida Señora; Bienvenida a tu pueblo y bienaventurados los que en ti bebieron, bienaventurados los pobres, los flacos, los tullidos, los limpios de corazón, los enfermos, los desgraciados: bienaventurados porque tuvieron fé, y sed de tu amor; bienaventurados porque llenaron sus almas en tu eterna, inconfundible misericordia.
Como siempre, las comparsas todas estaban aguardándote, junto a los cristianos tus verdaderos representantes; la abigarrada multitud, de moros, marroquíes, mejicanos y bandoleros: ¿cuán grande ha de ser tu gracia; qué llena eres de todos y qué bendito ha de ser tu nombre cuando personajes de tan diferente catadura se hermanan todos y se unen bajo la enseña de tu virtud. Y yo, he pensado Señora en quienes fueron los primeros moros conversos que te rindieron pleitesía. ¿Cómo se explica que aún hoy estos Mahometanos se refocilen con tu llegada y mañana vayan al castillo de la farsa a luchar contra tus cristianos? He de creer forzosamente que el hábito no hace el monje; porqué, una de dos, o no lo hace y estos son cristianos disfrazados de moros; o son moros verdaderos que alternan con tus cristianos.
No sé si hay en estas comparsas tan peculiares, anacronismos o notables diferencias: sólo sé Señora que un mismo sentimiento de amor y regocijo impulsa sus corazones y los recios y secos atronadores disparos de sus arcabuces son las salvas de ordenanza en holocausto a tu virtud.
EDUARDO SOLANO CANDELCiudadanía juvenil
...¿Tropezáis con uno que dice tonterías a quien oye toda una muchedumbre con la boca abierta? gritarles, ¡estúpidos!, y ¡adelante! ¡Adelante siempre!
Miguel de Unamuno
Esta es la misión de la generación nuestra, abocada a la vida civil en los siete últimos años. Si no nos aprovechamos del abundante acopio de enseñanzas que nos ha brindado este ejemplar periodo, no merecemos, ni llamarnos jóvenes, ni pertenecer a un momento histórico palmariamente transcendental en el desarrollo de la vida pública futura.
Es necesario que pulsemos las diferentes notas políticas hasta encontrar la que haga vibrar nuestro latente diapasón, sin que nos dejemos embaucar por los que no tienen otro ideal que la atracción proselitista por medio de engaños y malas artes, puesta la mira en su medro personal. Para ello, con nuestro único y continuado esfuerzo, hemos de inquirir, analizar, sopesar y comparar sistemas, tendencias y opiniones, hasta que consigamos hacer la luz sobre el camino que nos dicte a seguir nuestra conciencia, y una vez iluminada nuestra senda, emprender la marcha con la frente alta y el paso seguro, y como nuestras piernas en esta edad son ágiles, no nos ha de ser muy difícil saltar sobre los obstáculos que encontremos en nuestra ruta.
Estos obstáculos los interpondrá en nuestro sendero la tradición, respetable, siempre que no se oponga al desarrollo fecundo y beneficioso de un idealismo noble y sano, porque, en caso contrario, es deber de ciudadanía contribuir a, su destrucción, atacándola por la base para que no vuelva con el tiempo a germinar.
Estudiemos, pues; cerremos los oídos a las voces de los «viejos zorros», logreros y egoistas y hollemos con fuerza, la vetusta tradición, porque este es nuestro deber y de ello es preciso que nos demos cuenta todos «los que teníamos diez y ocho años» cuando advino nuestro «maestro» a enseñarnos gratuitamente las lecciones prácticas que necesitábamos.
SOLER GARCIA Septiembre, 1930.
Patria Chica 1930 - Cedido por… José Manuel Soler
¡Yo tengo una novia...!
A mi hermana
¡Yo tengo una novia pletórica de encantos…! Yo tengo una novia que es un melodioso cantar. Mi novia es un sublime conjunto de armonías, de hechizos fragantes, de belleza sin par... ¡Mi novia es tan hermosa que no encuentro: a otra, con quien comparar...!
Es voluntariamente virgen, eternamente joven, aunque tiene vestigios de una remota vejez… ¡Pero el tiempo-es extraño-no hace estragos en sus lozanas formas de admirable mujer...! Los años, pasan y pasan, en su vertiginoso tropel, y, cosa rara, ¡cada año que transcurre vá adquiriendo más rutilante esbeltez...!
Mi novia es algo desmaterializado que se sale de lo real Mi novia posee los contrastes más rebeldes, que nos podemos imaginar. Es a la vez, reina, sultana y mendiga: casquivana y coqueta; y es toda amor y toda bondad... ¡Mí novia es la única; no hay otra igual!
Cuando el sol, por la montaña, con su dorada luz suave comienza acariciar, mi novia ya está despierta, ya se ha desperezado, ya por sus millares de poros ha empezado a respirar, ya le sonríe, con su sonrisa angelical... ¡Ya está dispuesta la hacendosa moza a trajinar!
Y como el trabajo es su virtud capital, suelta -acariciándole- de su amante regazo, aquella policromada multitud sumisa -pigmeos y gnomos- que ha de ayudarla a producir y a fecundar... Los unos por aquí, los otros por allá, pero los más, a tejer en el prodigioso manto, las variedades más raras, que maravillan por lo natural...
Por sus entrañas serpentean las venas, torrentes de vida, efluviosos manantiales, que enormes
Más ¡ay! mi novia es confiada, y muchas veces, abusan de su buena fé. Mí novia que es huérfana desde poco después de nacer, ha de entregar sus grandiosas riquezas en manos vanales, de desconocidos tutores... Tutores zafios, torpes, indelicados, que no han sabido, o lo que es peor, no han querido, despertar las recónditas fibras de su exquisita sensibilidad...
Es la codicia quien les enardece, y hace que se arrastren en vil humillación, por conseguir el honor de administrarle...; más, cuando lo han conseguido ellos ríen, disfrutan y gozan: mientras que ella, transida, languidece de pena y dolor... ¡Desconocen los nuevos rumbos para sacarla de su tradicional sopor...! Todos fueron unos, los mismos... iSolamente las venganzas personales, fueron lo que les impulsó...!
Y para pagar su esplendidez y su tolerancia, en determinados días de todos los años, le ponen chillonamente maja, la engalanan con mil adornos de púrpuras y sedas, que todavía le hacen más bella; parece un ascua de plata, y sus pupilas oscilantes, se asemejan a guirnaldas de perlas...
Para mí eres lo mismo, con tus ropas endomingadas y tus atavíos de fiesta, que con tus trajes rotos y manchados de los días de labor... Te he de querer lo mismo, pobre como rica; orgullosa como humilde; amorosa o coqueta; fracasada o gloriosa; odiada o envidiada; en fin como seas; siempre que seas moderna.
A tus pies sultana, reira entre las reinas, hermosa más que la más hermosa de cuantas yo conociera, a tus pies con unción cariñosa, a tus pies con reverencia versallesca… Duerme tranquila, yo te prometo, que desde ahora, ya tienes un novio para que te defienda...!!
!Mi novia es la única; no hay otra igual...! ¡¡Mi novia, es VILLENA!!
Jerónimo GALIPIENZO.
BIENAVENTURAZAS
Comencé a descender por el río, de plenilunio de los arrabales cuyas callejuelas quebradizas y tortuosas con gran declive me arrojaban al llano; presto comprendí, que para no manchar la albura de sus casas cuajadas en cal recalcitrante, yo debí haber subido con un amplio jaique y unas babuchas soñalíentas; algo habría dado por ser tiesto de lozana flor dormido en el alfeizar de la ventana, o hiedra sempiterna, símbolo de constancia y fidelidad. Hasta el castillo embozado en su capa de armiño me mostraba los dientes aislados de sus almenas. Yo era allí todo extraño; era, sencillamente, una hoja del catecismo perdida en el Korán. Porque mí fé era todo esperanza y mi esperanza sería mi salvacíón. Yo, de pronto, me abalancé en la nueva, en la moderna ciudad-hierro y cemento-perdido entre las gentes que venían de los suburbios: un sol mortecino teñía todo en añil. Estaba en las postrimerías del día cinco de Septiembre, ese día de la entrada en el que la Virgen llega a su pueblo y trae del santuario, llenos, los arcaduces de pureza y de sabiduría; en ellos, aplaqué mi sed y templé mi espíritu. Yo la vi llegar, oscilando su anda sobre el impulso de unos hombros atléticos, ví después a su alrededor la verdadera anda hecha toda de hijos de Villena y de madres contritas y desventuradas los semblantes contraídos por el dolor y el sufrimiento de alguna penosa enfermedad estaban animados en su palidez por salpicaduras de fuego y de vida; cumplían la promesa, era la realización del voto que un día hicieron entre los espasmos pie la agonía y el ferviente deseo de vivir; era toda la humanidad dolorida y miserable hecha carne y llagas, era la desesperación del Gólgota, era el crucifijo de la tierra. Bienvenida Señora; Bienvenida a tu pueblo y bienaventurados los que en ti bebieron, bienaventurados los pobres, los flacos, los tullidos, los limpios de corazón, los enfermos, los desgraciados: bienaventurados porque tuvieron fé, y sed de tu amor; bienaventurados porque llenaron sus almas en tu eterna, inconfundible misericordia.
Como siempre, las comparsas todas estaban aguardándote, junto a los cristianos tus verdaderos representantes; la abigarrada multitud, de moros, marroquíes, mejicanos y bandoleros: ¿cuán grande ha de ser tu gracia; qué llena eres de todos y qué bendito ha de ser tu nombre cuando personajes de tan diferente catadura se hermanan todos y se unen bajo la enseña de tu virtud. Y yo, he pensado Señora en quienes fueron los primeros moros conversos que te rindieron pleitesía. ¿Cómo se explica que aún hoy estos Mahometanos se refocilen con tu llegada y mañana vayan al castillo de la farsa a luchar contra tus cristianos? He de creer forzosamente que el hábito no hace el monje; porqué, una de dos, o no lo hace y estos son cristianos disfrazados de moros; o son moros verdaderos que alternan con tus cristianos.
No sé si hay en estas comparsas tan peculiares, anacronismos o notables diferencias: sólo sé Señora que un mismo sentimiento de amor y regocijo impulsa sus corazones y los recios y secos atronadores disparos de sus arcabuces son las salvas de ordenanza en holocausto a tu virtud.
EDUARDO SOLANO CANDELCiudadanía juvenil
...¿Tropezáis con uno que dice tonterías a quien oye toda una muchedumbre con la boca abierta? gritarles, ¡estúpidos!, y ¡adelante! ¡Adelante siempre!
Miguel de Unamuno
Esta es la misión de la generación nuestra, abocada a la vida civil en los siete últimos años. Si no nos aprovechamos del abundante acopio de enseñanzas que nos ha brindado este ejemplar periodo, no merecemos, ni llamarnos jóvenes, ni pertenecer a un momento histórico palmariamente transcendental en el desarrollo de la vida pública futura.
Es necesario que pulsemos las diferentes notas políticas hasta encontrar la que haga vibrar nuestro latente diapasón, sin que nos dejemos embaucar por los que no tienen otro ideal que la atracción proselitista por medio de engaños y malas artes, puesta la mira en su medro personal. Para ello, con nuestro único y continuado esfuerzo, hemos de inquirir, analizar, sopesar y comparar sistemas, tendencias y opiniones, hasta que consigamos hacer la luz sobre el camino que nos dicte a seguir nuestra conciencia, y una vez iluminada nuestra senda, emprender la marcha con la frente alta y el paso seguro, y como nuestras piernas en esta edad son ágiles, no nos ha de ser muy difícil saltar sobre los obstáculos que encontremos en nuestra ruta.
Estos obstáculos los interpondrá en nuestro sendero la tradición, respetable, siempre que no se oponga al desarrollo fecundo y beneficioso de un idealismo noble y sano, porque, en caso contrario, es deber de ciudadanía contribuir a, su destrucción, atacándola por la base para que no vuelva con el tiempo a germinar.
Estudiemos, pues; cerremos los oídos a las voces de los «viejos zorros», logreros y egoistas y hollemos con fuerza, la vetusta tradición, porque este es nuestro deber y de ello es preciso que nos demos cuenta todos «los que teníamos diez y ocho años» cuando advino nuestro «maestro» a enseñarnos gratuitamente las lecciones prácticas que necesitábamos.
SOLER GARCIA Septiembre, 1930.
Patria Chica 1930 - Cedido por… José Manuel Soler
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