Es custodia del mayor conjunto de piezas en oro de la antigüedad encontradas en España, pero lo realmente atractivo de Villena es el espíritu fiestero que se respira durante todo el año y que ha terminado transformándose en un estilo de vida y en uno de los pilares de su economía.
Prácticamente desde el primer día del año en Villena o se está de fiesta, o se está preparando una o se celebra la cuenta atrás hasta el comienzo de un festejo que ya es una buena disculpa para salir a la calle, ponerse los trajes de luces y montar un programa cultural y festivo.
También para darse un homenaje gastronómico. En esta parte de la provincia de Alicante, a caballo entre La Mancha y Murcia se come especialmente bien, combinando platos de la zona. Si es cierto que la oferta hotelera es escasa, el número de restaurantes con una relación calidad precio es enorme.
El calendario se inicia a principios de enero, cuando todo el pueblo se prepara para el montaje de un emotivo auto el día de Reyes. Se trata de una recreación de este pasaje bíblico por parte de la Asociación de los Reyes Magos Nuestra Señora de las Virtudes. Después hay que prepararse para los Carnavales, aunque son de alguna forma un preámbulo para el Mercado Medieval de Villena que se celebra una semana antes de las siguientes fiestas, las de San José.
Fiestas del Medievo
Jinete en el Rabal.
Desde hace catorce años El Rabal y, de forma muy especial, sus gentes se vuelcan en transformar durante tres días este barrio árabe en un magnífico escenario donde se vuelve a revivir uno de los momentos gloriosos de la historia de esta ciudad.
Se trata del paso de los Reyes Católicos por Villena camino de Granada, en 1488, cuando se les exige que cumplan con sus promesas por haberlos apoyado doce años antes contra el tercer Marqués de Villena, durante la Revuelta de las Cinco Campanadas.
El marco no puede ser más espectacular: el Castillo de la Atalaya no sólo sigue en pie, sino que se encuentra en un estado de conservación admirable a pesar de su azarosa historia. Como ocurre con sus dos principales iglesias. La de Santiago, donde no hay que perderse el conjunto de columnas helicoidales de esa época que esconde en su interior, y la de Santa María, desde cuyo campanario se contempla la mejor vista de la fortaleza y de todo el territorio circundante.
El encanto del Rabal
Y a pesar de haberse remodelado una gran parte de su tejido urbano medieval, sólo hay que entrar en algunas de las casas del Rabal para descubrir pequeñas maravillas como las que esconde la Bodega El Caracol, cuyos propietarios llevan años investigando sobre los restos de este tipo de arquitectura popular que aún pervive por estas calles.
Algo similar ocurre con la Ermita de San José, que ha sido restaurada por los mismos habitantes a través de curiosas iniciativas como la elaboración y venta de tortas tradicionales que realizan en el interior del mismo edificio.
Mercados y correfocs
El mercado medieval.
En España se celebran muchos mercados medievales pero lo que ocurre en Villena va mucho más allá. La gran mayoría de la población se involucra y trabajan todos los días del año para que no sólo se consolide sino que siga creciendo.Y una buena forma de mantener el espíritu fiestero es encontrar cualquier disculpa para celebrar un acontecimiento histórico o una festividad religiosa.
En Villena, por ejemplo, no hay Fallas pero no se pasa de puntillas por San José, sino que se montan correfocs y todo tipo de eventos, tanto en el barrio como en los centros culturales. Sin olvidarse del precioso teatro dedicado a su hijo más ilustre, el compositor Ruperto Chapí, autor de La Revoltosa y de muchas otras zarzuelas.
Por otro lado cuentan, desde hace poco, con una plaza de toros cubierta reconvertida en espacio multiusos donde ya se celebra, en octubre, Arte Fiesta, una feria dedicada a la artesanía festera y muy en especial a dar a conocer los diseñadores y el trabajo que se desarrolla en este sector en la misma Villena donde nos demuestran cómo transformar la pasión por la fiesta en una fuente de riqueza.
Moros y Cristianos
Claro que el plato fuerte, la culminación de toda esa energía y pasión, se alcanza durante el mes de septiembre cuando se celebra la Fiesta de Moros y Cristianos que acaba de conseguir ser considerada de Interés Turístico Nacional.
Su origen se remonta a 1474 cuando la Virgen de las Virtudes, abogada contra la peste, fue proclamada patrona de Villena. Su imagen fue colocada en un Santuario construido en 1490, a 7 kms. de la ciudad, al que los ciudadanos hicieron voto de ir en romería dos veces al año, una después de la Semana Santa y la otra el día 8 de septiembre. Y poco a poco se fueron formando las diferentes escuadras y comparsas
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