5 abr 2015

2015 SEMANA SANTA "DOMINGO DE PASCUA"

PROCESIÓN DEL CRISTO RESUCITADO


(POESÍA A LA VIRGEN DE LA SOLEDAD)
Cuando te miro vestida de negro,
María, Madre de la Soledad,
en esta calle, viviendo el "Encuentro",
cuando a Jesús se lo van a llevar...,

yo siento ser uno más de aquel pueblo,
Jerusalén, que soltó a Barrabás.
Me veo allí, ante Poncio Pilatos,
acobardado, con miedo a luchar,

sabiendo quién es el Dios de la Vida,
mi voz se anuda y no llego a gritar:
¡Que viva Cristo! ¡Que no le condenen!
¡Que no lo lleven a crucificar!

¡Él es el Santo, el Justo, el Cordero!
¡Tan sólo en Él habita la Verdad!
Pero mis labios se cierran y el llanto
se hace dueño de mi voluntad,

y en el silencio me alejo a escondidas
con mi derrota y mi soledad,
mientras tus ojos, María, me miran...
y no me dejas por eso de amar.

Tú le acompañas, Virgen lacrimosa,
yo me resisto y me vuelvo hacia atrás;
le sigues por la Vía Dolorosa,
hasta el madero, duro pedernal.

Vas a la Cruz, ante la Cruz Gloriosa,
junto a tu Hijo, Reina de la Paz,
para ser Madre eterna y generosa
de nuestra errante y pobre humanidad.

Yo estoy allí, en la sombra del Gólgota,
y estoy aquí, contemplando a la par...
cómo lo miras con tu cara hermosa,
cómo te mira, con su Santa Faz.

Y en esta hora sagrada de encuentro,
cuando a tu Hijo te van a arrancar,
yo sólo sé decirte que te quiero,
¡María, Madre de la Soledad!

¡Y que quisiera estar siempre a tu lado...!
¡y hasta el Calvario contigo llegar...!
¡Aunque me aleje de Tí, Madre Mía!,
¡Tú no me dejas por eso de amar!

(POESÍA AL PADRE JESÚS)
En el camino arduo y silencioso
de mis quehaceres, de mi pobre vida,
cuando el latido late doloroso,
subes la cuesta, con la cruz arriba.

Cuando te miro y aparto mi cara
porque tu rostro es todo una herida,
y no me atrevo a curarte tus llagas,
subes la cuesta con la cruz arriba.

Aunque te dejo y te vuelvo la espalda
mientras me busco y malgasto mi vida,
aunque te niego y te pierdo por nada,
subes la cuesta con la cruz arriba.

Cuando sin fuerzas me quedo sin armas,
cuando otra noche derrumba mis días,
y más aleja a aquellos que amaba,
subes la cuesta, con la cruz arriba.

Sobre tus hombros cargados de infamias
y vejaciones, por mi cobardía,
sobre tus hombros se atisba la gloria,
sobre el madero, cetro de agonía.

Me ves llorando y me dices: ¡No llores!
¡Mujer, no llores por mí! - Y me miras...
¿Porque me amas te entregas así,
en este Viernes de Amor, Vida Mía?
Con la mirada más tierna en tu Madre,
Nuestra Dulcísima Virgen María,
con esos ojos que hablan del Padre,
bajo corona de sangre y espinas.

Aunque me muero de sed en el fondo
me voy huyendo de la fuente misma,
por no seguirte, mi mayor tesoro,
por no tenerte aumenta mi desdicha.

Y en este mar oscuro y tenebroso,
aunque me dices: "¡Levanta y camina!"
Yo me resisto, mi Amor, y mi Gozo,
y voy detrás de otras compañías.

Pero Tú sales de nuevo a mi encuentro
y me recoges errante y perdida,
mientras tus brazos soportan el peso,
subes la cuesta, con la cruz arriba.

Marzo 2015 Virtu Pardo
Recitado en el Encuentro Viernes SantoVillea

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