VILLENA EN MOVIMIENTO
De Villena se ha criticado muchas veces su apatía. En mi opinión humilde y rebatible como todas, no todo es apatía. También hay una tremenda falta de imaginación en todos los aspectos empresarial, institucional, artístico... Esta falta de imaginación se convierte siempre en una apatía hacia cualquier intento de innovación, en una inercia que impide o dificulte el cambio necesario. Esta innovación, creo que habrá que hacerla en los términos en que los intelectuales de la Generación del 98 intentaron cambiar España: europeizándola. Con esto, me refiero a que será necesario importar a Villena elementos exteriores para su propia renovación, sin renunciar, por supuesto, a nuestras propias tradiciones y cultura.
Con respecto a la cuestión empresarial, tenemos una falta de creatividad tanto en el diseño de productos como en la invención de nuevas fórmulas comerciales. En lo que a diseño se refiere, la importación a España se ha vuelto costumbre desde que la industria española goza de mala fama y es acusada de elaborar productos de mala calidad o imitaciones baratas de prestigiosas firmas extranjeras. Sólo a través de un cambio de imagen de la industria, se puede conseguir que el consumidor compare el producto nacional con el extranjero en igualdad de condiciones. Esto significa un esfuerzo propagandístico formidable, pero es irrebatible que la imagen de marca, la forma tanto la publicidad como la calidad. Acerca de las técnicas comerciales, simplemente voy a apuntar que pocas o ninguna fábrica, mantienen un experto en técnicas de marketing que pueda hacer previsiones de mercado, posibilidades de fabricación, optimización de rendimientos, planificación de publicidad... Existe una apatía general hacia la implantación de licenciados universitarios en este tipo de tareas. La experiencia tiene una gran importancia, pero no cabe duda de que unos estudios universitarios también la tienen y hay titulados en Ciencias Económicas y Empresariales que podrían aportar soluciones nuevas e imaginativas.
Asimismo, las instituciones, y en particular el Ayuntamiento, también andan fijos de creatividad ¬casi tanto como los arquitectos contratados para los parques de Villena—. En efecto, la falta de imaginación a la hora de resolver los problemas urbanísticos de nuestra ciudad, han llevado a un descontento general por parte de quienes tenemos que soportar la vista de la Plaza Martínez Olivencia, la Plaza de las Malvas, la Plaza de Valencia, la Corredera, los absurdos bancos pétreos próximos a la Churrería La Paloma o, ya últimamente, la desaparición de algo tan típico como El Lancero. Por supuesto que otros problemas han sido resueltos satisfactoriamente, pero ¿qué ocurre con éstos? Creo que será necesario prever mejor los resultados, y aunque estos parques necesiten menos mantenimiento que los otros —me refiero a los normales, a los verdes— no podrá aplicarse la misma política en el próximo proyecto de la Casa de Cultura, donde el mantenimiento posterior será muy elevado.
Villena ha sido, y es, tierra de artistas. De ellos echo en falta, sobre todo, la falta de creatividad, la falta de estímulo en la creación de nuevas formas. Villena es rica en motivos, pero cansa ver los mismos rincones una vez sí y otra también, tanto en dulzonas acuarelas como en fotografías de composición geométrica en las cuales nunca falta el farol de turno. Por esto se experimenta mayor goce si cabe, al admirar un lienzo de Pedro Marco, por ejemplo. El ha sido capaz de plasmar todo el espíritu de la jota villenera, las Fiestas de Moros y Cristianos, la Atalaya o las calles del Casco Antiguo, empleando formas, colores y texturas totalmente nuevos. Ha sido capaz de tratar de un modo completamente original, los temas de siempre, ya tan manidos. Lo cierto es que es necesario importar corrientes nuevas a este caudal de Villena, tan viejo. En primer lugar, pienso que hace falta apoyar más a la juventud que tiene ganas de trabajar, a esa juventud que puede aportar ideas más originales; y en segundo lugar, hay que valorar los productos artísticos en su justo valor, sin mitificaciones ni prejuicios.
Como conclusión, se puede decir que esa apatía existente desde siempre en Villena, es sólo falta de creatividad en un sector más o menos estable de la población, y miedo a pasar el relevo a los jóvenes, que son los que pueden aportar nuevas corrientes. Esto es fácilmente comprobable si hablamos con los estudiantes villenenses de arqueología, quienes viviendo en una zona óptima para practicar esta doctrina, se ven sin ningún apoyo por parte de quienes gozan de una situación privilegiada en ese campo de estudio. Y aunque esto es sólo un ejemplo, se pueden citar más. Ojalá esta inercia disminuya conforme los jóvenes vayan consiguiendo incorporarse a este pequeño mundo nuestro que es Villena.
FERNANDO MACIÁ DOMENE
Extraído de la Revista Villena de 1985
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