2015 CIENTOS DE GAVIOTAS VISITAN EL VERTEDERO DE VILLENA TODOS LOS DÍAS PARA BUSCAR COMIDA

Muchos hemos podido observar durante los últimos años la cada vez más frecuente presencia de gaviotas en nuestra localidad. Una especie propia de las costas mediterráneas que cada vez se aleja más de la línea de agua alicantina para buscar alimento en tierras de interior. Es más, podemos afirmar que hoy por hoy hay más gaviotas en Villena que en muchas otras localidades marineras.

El vertedero de Villena, uno de los vertederos de mayor tamaño de la provincia de Alicante, es el lugar idóneo para que una especie carroñera y oportunista como la gaviota patiamarilla, encuentre algo comestible entre todo tipo de residuos.

Gaviota patiamarilla

El exceso de población humana en determinados lugares, como es el caso de la provincia de Alicante, con el consecuente aumento del consumo, ha provocado la desproporcionada generación de residuos, que a su vez es fuente de alimento casi inagotable para las gaviotas durante los meses de otoño e invierno principalmente.

Recientemente hemos realizado un censo de las gaviotas que llegan hasta la localidad, pudiendo estimar al menos 1.000 aves que acuden diariamente para alimentarse al vertedero de Villena procedentes de la costa alicantina.

Durante buena parte de la mañana pueden observarse numerosos grupos de gaviotas volando sin bacilar en dirección al vertedero. Es fácil observarlas a la altura del paraje el Rubial y los Cabezos.

Como aves gregarias que son, al atardecer vuelven a la costa formando en ocasiones grupos de más de cien ejemplares.

Gaviotas sobrevolando el vertedero de Villena

Salvo citas esporádicas anteriores de algunas parejas que se alejaban de la costa, las primeras observaciones de grupos tan numerosos son recientes. Además, conociendo el carácter de la especie, suponemos que el número de gaviotas patiamarillas que llegarán en los próximos años a Villena irá aumentando pudiendo llegar a cifras muy superiores a las actuales. Será objeto de un seguimiento continuado.

Texto y fotografias: José Carlos Hernández Bravo