TRES VIRTUDES DE MARÍA
***
HUMILDAD
No levantes, Luzbella, el pensamiento
sobre el poder de Dios que te ha creado,
que así tú engendras el primer pecado,
causa de dolor y lágrimas sin cuento.
Si dando oídos al astuto acento
una mujer tu reino ha preparado,
otra Mujer, de la humildad dechado,
ha de trocar en rabia tu contento.
Y si escuchó el Empíreo el eco impío
que dijo, haciendo agravio a la Clemencia,
¡Quién como yo!—con saña manifiesta,
en Nazaret, tras celestial envío,
otra voz con humilde reverencia,
He aquí la esclava del Señor—contesta.
PUREZA
Si puro néctar la corola ofrece
a la ansiedad de laboriosa abeja,
porque la miel que en las celdillas deja
al labio delicado así apetece;
si en limpio cielo ingrávida se mece
dorada nube en nítida guedeja,
y puro aljófar al caer semeja
porqué el sediento surco lo agradece;
si de la tierra en el arcano oscuro
prepara su pureza el diamante
sólo por dar al sol envidia en lumbre,
pensad si debió ser tanto más puro
el Seno que engendró raudal bastante
para lavar la humana podredumbre.
CARIDAD
Es probada verdad que aquello se ama
por cuya posesión más se padece;
que, al par que el padecer por grados crece,
más se acrecienta la amorosa llama.
Pendiente un día de infamante rama,
por obra del amor, Cristo fenece;
y por que el hombre su ventura empiece,
He ahí a tu Madre—en su agonía exclama.
Feliz herencia cupo a los mortales;
que sólo un corazón que han lastimado,
en prenda de su amor, siete puñales,
conoce la malicia del pecado
y mide y multiplica su ternura
al tenor de la humana desventura.
***
RAMÓN JORDÁ
Extraído de la Revista Villena de 1954
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