Las visitas guiadas al Cabezo Redondo con motivo de la finalización de la fase I-A de restauración, de nuevo sorprenden con lo que "poco a poco" se va consiguiendo descubrir de este poblado centro de la comarca entre los años 1500-1100 a.c.
El yacimiento en su origen debía de tener un tamaño considerablemente grande, extendiéndose por todo el cerro. Se cree que aquí se concentró la población de varios otros pequeños poblados y aldeas que existieron alrededor de la antigua laguna de Villena, ya que su fisonomía es distintiva de una capital comarcal debido a su posición central, su extensión, el urbanismo desarrollado, la densidad de población y las intensas actividades agrícolas, ganaderas, metalúrgicas y textiles desarrolladas allí.
Las casas se adosan unas a otras a modo de manzanas separadas por calles estrechas y empinadas, por las que también discurría el agua. Las paredes de las casas solían estar enlucidas de rojo o blanco y en el interior solía aparecer un banco adosado a una de las paredes. Junto a estos banco se encontraban los hornos para trabajar el metal o el barro y los hogares para hacer la comida. El techo de las casas era plano y estaba ligeramente inclinado siguiendo la pendiente de la ladera. Se sostenía mediante postes de madera, algunos de los cuales todavía se conservan.
Las cerámicas halladas en el yacimiento son de gran calidad, alguna de ellas de compleja decoración. Las características de los objetos de hueso, de piedra, o de metal, entre los que destacan los cuchillos y hachas de bronce y los adornos del mismo metal o de oro y plata, indican ante una cultura prehistórica, pero nada primitiva. Aunque se desconocía la escritura se poseía un elevado grado de desarrollo tecnológico y social.
Este verano habrá otra jornada de puertas abiertas, por lo que recomendamos gorra y paraguas para protegerse del intenso sol de este poblado.
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