EL MERCADO MEDIEVAL
Me sentí invadido por escudos y espadas. Me llegaron recuerdos de lecturas guerreras. Recorrí mil rincones en busca de la historia. Me encontré sin querer desandando el pasado y me dio cierto miedo olvidar mi memoria.Sería pueril si, el contenido, no estuviera rebosante de verdades, sería, quizas, traicionar los ancestros, si con claridad no recordara escritos que revelan la historia y declaran a mi pueblo Principado.Plaza Mayor, Santa María, La Tercia, una vieja que mira de soslayo, un mercader que expone mercancías, unos niños que lloran con desgarro, porque la oca que pasea tranquila, huye al verlos venir, ya temerosa, que sus pasos sean casi un desagravio.Desde la atalaya de un antiguo, pero renovado, castillo, desde el recuerdo de Las cinco campanadas, de Santa María, desde el valor de un pueblo que expone su vida, desde ese recuerdo, pisaba lentamente la paja del camino, llegaba hasta mi olfato el humo de la lumbre y pensaba, ¡si pensaba!, casi tristemente, que pasó el tiempo sin dejarnos huella y que olvidar lo acontecido es una pena que debemos purgar los que vivimos.El Mercado Medieval, montado en El Rabal, zona antigua, surcada de intrincadas callejuelas, con olor a pasado, y vecinos de cetrina faz y torvo gesto, ha conseguido tras años de esfuerzo, y a veces desencanto, llevar, al pueblo llano, a caminos no andados casi nunca.Pachecos, Mellinas, y juglares, en la Tercia dan fe de nuestra historia, y entre terciopelos, gasas y sedas primorosas, en la voz de unos actores ejemplares, llegan hasta nosotros los versos y la prosa de escritores que hablan de nuestros lares.La Asociación de Vecinos, por unos días, nos vuelve al pasado y año tras año lo hace con mayor realidad, intentando arrancar una foto que hable, diga o sugiera que puede retrotraerse el tiempo vivido, es decir que se puede hacer del pasado una nueva realidad.¡Enhorabuena vecinos! Sois el ejemplo de un trabajo en común, sois dignos de alabanza, sois, por lo menos para mi, ejemplo de “villenerismo”
Ernesto Pardo, para Villena Cuéntame
Me sentí invadido por escudos y espadas. Me llegaron recuerdos de lecturas guerreras. Recorrí mil rincones en busca de la historia. Me encontré sin querer desandando el pasado y me dio cierto miedo olvidar mi memoria.Sería pueril si, el contenido, no estuviera rebosante de verdades, sería, quizas, traicionar los ancestros, si con claridad no recordara escritos que revelan la historia y declaran a mi pueblo Principado.Plaza Mayor, Santa María, La Tercia, una vieja que mira de soslayo, un mercader que expone mercancías, unos niños que lloran con desgarro, porque la oca que pasea tranquila, huye al verlos venir, ya temerosa, que sus pasos sean casi un desagravio.Desde la atalaya de un antiguo, pero renovado, castillo, desde el recuerdo de Las cinco campanadas, de Santa María, desde el valor de un pueblo que expone su vida, desde ese recuerdo, pisaba lentamente la paja del camino, llegaba hasta mi olfato el humo de la lumbre y pensaba, ¡si pensaba!, casi tristemente, que pasó el tiempo sin dejarnos huella y que olvidar lo acontecido es una pena que debemos purgar los que vivimos.El Mercado Medieval, montado en El Rabal, zona antigua, surcada de intrincadas callejuelas, con olor a pasado, y vecinos de cetrina faz y torvo gesto, ha conseguido tras años de esfuerzo, y a veces desencanto, llevar, al pueblo llano, a caminos no andados casi nunca.Pachecos, Mellinas, y juglares, en la Tercia dan fe de nuestra historia, y entre terciopelos, gasas y sedas primorosas, en la voz de unos actores ejemplares, llegan hasta nosotros los versos y la prosa de escritores que hablan de nuestros lares.La Asociación de Vecinos, por unos días, nos vuelve al pasado y año tras año lo hace con mayor realidad, intentando arrancar una foto que hable, diga o sugiera que puede retrotraerse el tiempo vivido, es decir que se puede hacer del pasado una nueva realidad.¡Enhorabuena vecinos! Sois el ejemplo de un trabajo en común, sois dignos de alabanza, sois, por lo menos para mi, ejemplo de “villenerismo”
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