Por mi situación, como diseñador de trajes festeros, se me invita, repetidamente, a visitar pueblos limítrofes a ver sus fiestas y observo cómo, en la mayoría de ellos, la figura del Cabo es solamente simbólica. Lo puede hacer cualquiera y suele pasar bastante desapercibida la gallardía, el estilo personal o incluso que se haga mal, que es muy frecuente. A nadie le importa, el público aplaude y aplaude mucho.
No es el caso de Villena, aquí en esta tierra existe «tradición». Los niños, desde pequeños, juegan a cabos, se pelean por ir delante, se critican los fallos con severidad y por mucha práctica llegan, únicamente, muy pocos. Unas veces por falta de seguridad, puesto que es mucha responsabilidad, y en otras ocasiones, aunque valgan, no tienen oportunidad.
En Villena no puede ponerse delante cualquiera. En Villena la gallardía, el estilo personal, la seriedad y el hacerlo bien no pueden brillar por su ausencia, porque se critica y critica mucho.
Es por esto que muchos señores cabos ya situados de muchos años llegan al endiosamiento, cambian del 4 al 9 incluso de personalidad y, para ser sincero con ellos y conmigo mismo, debo expresar en este artículo mi duda sobre si esto es positivo o negativo.
Positivo ¡puede ser para la Fiesta!, porque los cabos de Villena suelen ser muy buenos y esto hace mantener la calidad.
Pero no olvidemos que lo negativo puede ser no dar paso a los demás pensando siempre que en Villena hay cantidad y de la cantidad sale la variedad y la calidad.
Os deseo de corazón unas fiestas con ventura en vuestro décimo aniversario.
Flor Azorín
Extraído de la revista 10 aniversario Cabos de Villena de 1991
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