4 ago 2009

2009 APRENDER DE LA VIDA JUGANDO

De nuevo la revista "COSTA BLANCA NACHRICHTEN" de habla alemán se hace eco del libro de nuestro paisano Eleuterio Gandía.

Aprender de la vida jugandoRecuerdos de la infancia: Eleuterio Gandía ha reunido 70 juegos de los años 50.
Un montón de arena, un palito de madera, las manos de muchos niños, y el que ha perdido, en que ha hecho caer el palito, tenía que mostrar sus partes íntimas a los otros. No todos los juegos que ha recogido Eleuterio Gandía en su libro son tan malvados como el palico tieso (Steifes Stäbchen). Pero todos los "Juegos de la segunda infancia en el Villena mediados del siglo 20” permitía a los niños olvidar durante un par de horas la pobreza y las dificultades que les rodeaban. Para el sociólogo el juego no sólo es importante como parte de la cultura, según la tradición de Singreimen y los versos de una época, sino también algo que inevitablemente forma el carácter. "Los niños se miran a los ojos y ven si el otro está enojado" dice Eleuterio Gandía. "Ellos aprenden a ganar y perder, aprender a vivir".
La colección de Gandía, que recientemente ha sido galardonada con el Premio de Investigación de la Fundación José María Soler de Villena, se publicará en diciembre.
"Se jugaba en la calle, mejor dicho en caminos sin asfalto y sin coches" explica Gandía. "Villena era una ciudad agrícola, sólo de vez en cuando pasaba un carro." Las cosas más sencillas del entorno se convertían así en juguetes. "Los niños, por ejemplo usaban a menudo un zapato como proyectil".
Eleuterio Gandía, nacido en 1952, ha practicado la mayoría de los juegos él mismo, juegos que en gran parte tienen su origen en la Antigüedad. Para el catálogo de los 70 juegos descritos en el libro se valió el autor de docenas de recuerdos de paisanos de Villena que hoy tienen entre 55 y 65 años. Éstos describieron los juegos y también sus experiencias, sentimientos y sensaciones. “Si hay algo que se puede ver en estas descripciones, es la felicidad de los niños en tiempos difíciles como los años cincuenta, en que había que privarse de muchas cosas”.
Palitos y Cadenas
La Estornija se jugaba con dos palos de madera, comunmente ramas cortadas a medida. “Algunos, como por ejemplo los hijos de carpinteros, tenían palos mejores”, cuenta el autor. “Y algunos se acuerdan perfectamente de haber enseñado orgzullosos un palo nuevo”. Si se les enseña a los niños de hoy a jugar con los juegos de entonces, se lo pasan muy bien también. “Pero les dura quizá un día”, dice Gandía. Hoy viven en una sociedad en la que se pasan el tiempo con el ordenador y los móviles. “Ni lo uno ni lo otros es mejor ni peor, son cosas diferentes”, comenta el sociólogo. “Sus abuelos vivieron en momentos difíciles en que los juegos, como todo lo demás, se adaptaba a las posibilidades existentes”.
Hoy los recuerdos reviven la infancia. “Y lo que queda es la certeza, de que la infancia fue una época maravillosa, aunque estuviese unida a momentos dolorosos”, dice Eleuterio Gandía. “Jugando éramos felices, hasta el momento en que nos llamaban a casa, momento que aborrecíamos”.
Pie de foto: Gandía con los recuerdos de Villena sobre el juego.
Traducción desde Berlín por la villenera... Ángeles Galbis Amóros

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