EL DESTINO VILLENA
Villena es una vieja ciudad coronada por su más característico símbolo: un antiguo castillo de origen árabe. Al pie de esta fortaleza estuvo el primitivo núcleo ciudadano y a su alrededor ha crecido la población, a la que rodean extensos campos de cultivo. Después de la Reconquista fueron sus señores varones de ilustre linaje, los Manuel, Aragón y Pacheco; y constituyó, durante muchos años, la capital de un extenso marquesado que influyó en la historia nacional.
Es población fronteriza, portalón entre el Levante luminoso y la austera meseta; y asimismo límite lingüístico por su condición castellana en la raya del antiguo Reino de Aragón. En el conjunto urbano, los templos severos y airosos, las piedras seculares del viejo castillo, no contradicen las audacias de la moderna arquitectura: el progreso da aquí la mano y se amalgama con las antiguas tradiciones.
Y es esta ciudad la que recibe con los brazos abiertos al ocasional visitante, al que desee conocerla en sus múltiples aspectos. En ella vive un conjunto humano cordial y acogedor que hará grata la visita a quien pretenda ahondar en las peculiaridades de la población y saber de sus habitantes. Sólo el acercamiento a cada una de las facetas locales, a los aconteceres ciudadanos, al complejo entramado de su cotidiano discurrir, podrá dar cabal idea de lo que es Villena y de las características personales de quienes viven en la ciudad. A ello invitamos a todo aquel que aspire a escudriñar en tales circunstancias.
Villena es una vieja ciudad coronada por su más característico símbolo: un antiguo castillo de origen árabe. Al pie de esta fortaleza estuvo el primitivo núcleo ciudadano y a su alrededor ha crecido la población, a la que rodean extensos campos de cultivo. Después de la Reconquista fueron sus señores varones de ilustre linaje, los Manuel, Aragón y Pacheco; y constituyó, durante muchos años, la capital de un extenso marquesado que influyó en la historia nacional.
Es población fronteriza, portalón entre el Levante luminoso y la austera meseta; y asimismo límite lingüístico por su condición castellana en la raya del antiguo Reino de Aragón. En el conjunto urbano, los templos severos y airosos, las piedras seculares del viejo castillo, no contradicen las audacias de la moderna arquitectura: el progreso da aquí la mano y se amalgama con las antiguas tradiciones.
Y es esta ciudad la que recibe con los brazos abiertos al ocasional visitante, al que desee conocerla en sus múltiples aspectos. En ella vive un conjunto humano cordial y acogedor que hará grata la visita a quien pretenda ahondar en las peculiaridades de la población y saber de sus habitantes. Sólo el acercamiento a cada una de las facetas locales, a los aconteceres ciudadanos, al complejo entramado de su cotidiano discurrir, podrá dar cabal idea de lo que es Villena y de las características personales de quienes viven en la ciudad. A ello invitamos a todo aquel que aspire a escudriñar en tales circunstancias.
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